Alberto Pascual García
El 3 de julio entra en vigor la directiva europea que impide la venta de plásticos de un solo uso y que establece restricciones sobre ciertos productos. ¿Está España preparada?
Adiós a los bastoncillos de algodón, los cubiertos y platos de plástico, las pajitas o los recipientes y vasos de poliestireno. Todo aquello que se considere un producto de plástico de usar y tirar no podrá venderse desde esta fecha, aunque hay excepciones y condiciones especiales que puedes consultar aquí. Así lo decretó la Unión Europea hace dos años con el objetivo de prevenir y reducir el impacto de productos de este tipo en el medio ambiente -sobre todo en el medio acuático y en la salud humana-. Mientras tanto, España está inmersa en sacar adelante su propia Ley de Residuos y Suelos Contaminados con la que hacer frente al problema y a la generación ingente de estos y otros residuos. ¿Vamos por el buen camino? ¿Llegamos tarde?
Aprovechamos para hablar con Alberto Patricio Olivares, profesor del Máster Universitario en Derecho Ambiental de UNIR, que nos resuelve esta y otra dudas al respecto.
¿Llegará a quedar el plástico en el olvido?
La UE marca un hito en la lucha contra la contaminación y la búsqueda de alternativas sostenibles que eviten basura innecesaria. Y esa es la actitud con la que trabaja el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico a la hora de sacar adelante la nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados. Actualmente, el proyecto de ley sigue su tramitación parlamentaria, pero no se espera que se apruebe definitivamente hasta primavera de 2022. Pero el objetivo es el mismo que persigue la UE “establecer medidas que permitan reducir el impacto global del uso de los recursos e impulsen una economía baja en carbono en España, que aspira a ser un país neutro en emisiones en 2050”, tal y como apunta el Ministerio.
Para Olivares, el gobierno español va tarde en sus pretensiones, más aún cuando apunta que España tiene una cultura del plástico de un solo uso muy arraigada: “En España, se recicla mal en general con respecto a nuestros vecinos europeos. Falta una mayor conciencia entre los ciudadanos de reciclar mejor. Si nos comparamos con los países del norte de Europa, el reciclaje del plástico es realmente deficiente”.
Los objetivos a cumplir dentro de la norma pasan por la reducción del peso de los residuos producidos de un 13% en 2025 y un 15% en 2030, respecto a los generados en 2010. Pero si nos centramos en la comercialización de los plásticos de un solo uso, no será hasta 2026 cuando se espera haber reducido un 50% su venta con respecto a 2022, mientras que, en el 2030, esa cifra debe ser de un 70%. En cuanto a la directriz marcada por la UE sobre la venta de plásticos de un solo uso, las empresas españolas deberán buscar alternativas y en caso de que se siga usando, la ley española podría llegar a cobrar desde 2023 por la cantidad de plástico que se entregue en un producto.
Tal y como apunta Olivares, la norma estará centrada en la ‘fiscalización verde’ como forma de crear hábitos en la sociedad: “Al diferenciar, en el precio final de los productos, aquella parte que corresponde al impuesto que se paga por el uso del plástico, poco a poco los consumidores comenzarán a preferir aquellos que no lo utilicen, en la medida que ello sea más barato. Por otro lado, el Gobierno deberá centrar los esfuerzos en la fiscalización del cumplimiento de la norma por parte de las empresas. Costará, pero terminará imponiéndose la nueva política del plástico. Actualmente, seguimos muy atrás en Europa con respecto a la gestión de residuos”.
Empresas versus consumidores
Las compañías tienen ahora por delante un camino largo por recorrer. Deben conocer bien sus productos, valorar las opciones con las que cuenta, probar otros tipos de envases, hacer estudios de mercado… ¿apostarán adecuadamente por la transición? Olivares considera que no les será tan complicado: “En la medida que trasladan al consumidor el total del coste de las medidas, podrán adaptarse rápidamente a las respuestas que la ley genere desde el mercado. Si los consumidores cambian de hábitos, deberán adaptarse, pero si las alternativas al plástico siguen teniendo un mayor coste, las empresas acabarán asumiéndolo en sus productos como resultado del uso de envases de plásticos”.
En cuanto a los consumidores, este recorrido hacia un nuevo modelo de desarrollo sostenible y adaptado al cambio climático está siendo muy costoso para ellos: “Lo hemos visto con el reciente referéndum donde los suizos rechazaron, por ejemplo, la Ley del Cambio Climático. Los beneficios de todas estas políticas relacionadas con esta norma tienen una escasa visibilidad, en cambio los costes se perciben claramente, al ser asumidas por los ciudadanos. Creo que habrá un rechazo inicial a estos nuevos impuestos, pero finalmente terminaremos cambiando los hábitos de uso de plástico”.
Para ello, habrá todo un proceso de aprendizaje en el que empresas y ciudadanos deberán adaptarse. Entre las formas de concienciar a la sociedad, Olivares tiene claro cuál es la que más calado tendrá en la sociedad: “Lamentablemente, de la experiencia de los países europeos que están a la cabeza de las estrategias de reciclaje, extraemos la idea de que la sanción económica es un fuerte incentivo para cambiar rápidamente de hábitos y crear conciencia de llevar a cabo un proceso de reciclado más exigente en nuestras casas”.
UNIR tratará esta normativa europea y la futura ley española dentro de la asignatura “Sistemas de Gestión Ambiental, Regulación de Residuos y Etiquetado Ecológico”, dentro del Máster Universitario en Derecho Ambiental de UNIR. En ella, los alumnos que la cursen estudiarán todos los temas referidos a la gestión de los residuos, y se analizará en profundidad la legislación pertinente, así como las distintas cuestiones prácticas que son relevantes.
Aquí hemos tocado solo una pequeña parte de todo lo que van a dar de sí estas dos normativas así que, si quieres ser uno de nuestros nuevos estudiantes, estás a un solo paso de cambiar tu futuro profesional.