Alberto Pascual García
El camino al éxito puede estar lleno de baches y en el mundo de las leyes será necesario trabajar en las soft skills para conseguir sortear estas dificultades y alcanzar la excelencia profesional.
Dice la coach personal María Fernández que “una mujer líder no pide permiso para brillar. Una mujer líder brilla, triunfa y lucha por lo que sabe que es suyo”. Son palabras que plasma en el prólogo del libro Abogacía y mujer: lidera tu carrera hacia el éxito (Tecnos, 2019) y con el que presenta a 33 mujeres -abogadas y de otras áreas de conocimiento-, que marcan el sendero hacia el destacado lugar que ocupa esta profesión en la sociedad. Un proceso en el que se muestran dos lados de una misma moneda, la teórica y la práctica, de lo que es imprescindible para triunfar dentro en la profesión y dignificar así el papel de la mujer en la abogacía.
En el camino, se muestran imprescindibles los valores personales, el desarrollar al máximo las soft skills (en castellano, habilidades blandas), y el poner en valor el esfuerzo añadido que suponen las dificultades con las que han tenido que lidiar las mujeres abogadas en algún momento de su carrera: brecha salarial, falta de promoción, incompatibilidad familiar, apostar por ser abogada autónoma… Un duro esfuerzo del que hemos hablado con la directora del libro Myriam Isabel González Navarro, socia directora de Barberán & González Abogados y mentora del programa Shadowing de UNIR. Queremos conocer, desde su punto de vista, cómo está hoy la profesión.
Un techo de cristal que romper
Según un estudio realizado por el Consejo General de la Abogacía Española entre 2.000 profesionales sobre la situación de igualdad de género en la abogacía española (Metroscopia, 2017), un 70% considera que la igualdad de género debe ser una prioridad en la profesión. Una cifra que indica que existen ciertas desventajas: unas retribuciones un 20% inferiores de media con respecto a sus compañeros, mayor dificultad para la conciliación laboral y familiar, o el conocido techo de cristal, que desequilibra el número de puestos ocupados por mujeres en cargos directivos.
Para González Navarro, a pesar de que en España existen muchas abogadas en la profesión (un 45% frente al 55% de hombres), la gran diferencia se refleja en los grandes despachos o en los órganos de dirección: “Los socios son mayoritariamente masculinos y es complicado que una mujer pueda llegar a esos puestos, precisamente por la necesidad de conciliación de una vida personal y familiar. En el momento en el que se casa y tiene hijos ya se presupone que va a trabajar menos. Aunque no todos los despachos son iguales algunos, como Sagardoy o Garrigues, llevan a cabo programas especiales para que se tenga más en cuenta a mujeres en estos puestos. Igualmente, es necesario un trabajo para entender que las mujeres también pueden ostentar esos cargos de dirección sin problemas”.
Una buena manera de ver la representación de mujeres abogadas en la profesión la encontramos en el ranking anual de Best Lawyers Spain, que reconoce la buena práctica de los abogados según las valoraciones de sus compañeros. En este 2020, la clasificación general la componen un total de 3.709 abogados, de ellos solo 1.127 son mujeres, lo que supone un 30,3%. Y si nos centramos en un segundo podio que destaca a un selectivo grupo de los mejores, de los 163 elegidos, solo 25 son mujeres (un 15,3%). Unas cifras que demuestran que aún hace falta un empujón más para alcanzar al menos el 50% en ambos lados de la ecuación.
Valores para aspirar al éxito
Para González Navarro, alcanzar un liderazgo consistente en el tiempo dentro de la abogacía supone conocer cuáles son los valores propios de la profesión, así como los personales, lo que ayuda, sin duda, a efectos de la marca personal: “Es muy importante tener la confianza de los clientes y si la gente es capaz de ver estos valores al final acabas consiguiéndola. En este terreno cobran importancia las ‘soft skills’, que en el marco de la abogacía no se habían estudiado, y son primordiales: como la proactividad, la comunicación, el esfuerzo, la estrategia, la toma de decisiones, la inteligencia emocional… Nosotros somos psicólogos de nuestros clientes y debemos detectar en qué situación se encuentra la persona, crear empatía con ellos. Nos habíamos centrado tanto en la parte técnica, que ha dificultado que tengan una buena imagen de la profesión”.
Pero ¿y una abogada?, ¿es diferente? Precisamente, el libro Abogacía y mujer: lidera tu carrera hacia el éxito señala unas características intrínsecas de la mujer que favorecen su ejercicio dentro de la abogacía, aportando un valor añadido a la sociedad y a su profesión: la resiliencia, la perseverancia, el sentido común, la empatía, una mayor inteligencia emocional o la capacidad de cooperación. Pero, como apunta González Navarro, cada persona es un mundo y al final mujeres y hombres podemos llegar a tener esas habilidades. Eso sí, hay que ponerlas en práctica para conseguir resultados:
“La profesión tiene que trabajar la relación humana, cómo nos comunicamos entre nosotros, ya no solo entre las partes, sino también con el resto de los compañeros de la profesión. Todas estas habilidades son las que nos van a facilitar mejorar las relaciones entre todos, que haya una mejor visión de lo que es ser abogado. Cuando haces valer tu confianza, tus habilidades, tu marca siempre sale beneficiada”.
Seguir luchando por las que lo hicieron antes
No hay mayor ejemplo de que se puede conseguir lo que uno se propone que cada una de las mujeres que logran sacar adelante su vida y disfruta de su profesión. Por ello, González Navarro considera que las historias que trata en el libro son un fiel reflejo de cómo está la profesión y cómo la mujer lucha para allanar su camino al éxito: “Todas las mujeres hemos pasado por los mismos problemas y hemos logrado demostrar que se pueden superar y que no tienes que abandonar tu profesión por ello. Muchas, por ejemplo, toman la decisión de trabajar como profesionales liberales, como autónomas. Al final es ser valiente con lo que te gusta hacer. No es igual hacerlo con 25 años que con 40, pero si te gusta la abogacía lo acabas haciendo”.
Las nuevas tecnologías han supuesto también un cambio radical de cómo se vivía la profesión a finales del pasado siglo a como estamos ahora. González Navarro confiesa que el cambio favorece la conciliación familiar y laboral. Si algo hemos aprendido estos últimos meses es que la vida telemática no ha acabado de parar del todo la actividad y hay que saber aprovechar esta ventaja para crecer: “Las abogadas de ahora tienen muchas más herramientas de las que podríamos disponer nosotras hace 25 años, que era algo muy limitado. Gracias a Internet o un móvil se ahorra mucho tiempo. Por otro lado, la gente se está dando cuenta de que se puede trabajar desde casa, así que el teletrabajo puede, en el fondo, ayudar mucho a la mujer. Haces tu trabajo, pero no te controlan a la hora que lo haces. Conciliar así es mucho más fácil, hemos mejorado y, poco a poco, iremos consiguiendo más objetivos”.
En ese proceso, está también muy presente UNIR gracias a dos líneas de estudio imprescindibles para ser abogado: Grado de Derecho y Máster Universitario en el Ejercicio de la Abogacía. Si tu pasión está tras las leyes, estás a un paso de conseguirlo.