UNIR Revista
El auge de este enfoque de gestión para la administración deriva de la pérdida de confianza y credibilidad del sector público como gestor del bienestar de la ciudadanía.
La Nueva Gestión Pública (NGP) es un enfoque teórico que busca estructurar el funcionamiento de una administración de forma eficiente y eficaz, así como crear valor, dando respuesta a las necesidades reales de los ciudadanos al menor coste posible. Además, también hay que señalar que fomenta mecanismos de participación. De esta manera, lo que hace la NGP es poner al ciudadano al lado de la administración huyendo de esa concepción del ciudadano frente a la administración.
Para lograrlo, se favorece la implementación de mecanismos de competencia que abran el abanico de opciones al alcance de un usuario y, al tiempo, que ayuden a promover el desarrollo de servicios de mayor calidad. Este enfoque contempla también el desarrollo de sistemas de control que garanticen la transparencia de los procesos, planes y resultados con un doble objetivo: perfeccionar el sistema de elección y favorecer la participación ciudadana.
Señalar que cada vez hay más académicos de referencia que consideran que ya no se debería hablar de una Nueva Gestión Pública, sino más bien de gerencialismo.
Claves de la Nueva Gestión Pública
En general, se pueden resumir las características de la Nueva Gestión Pública en:
- Búsqueda de la eficiencia y eficacia en los procesos para garantizar la gestión más adecuada de los fondos públicos. Esto es, una administración que satisfaga las necesidades de los ciudadanos al menor coste posible.
- Favorecer la competencia para que la ciudadanía tenga más opciones para cubrir una necesidad.
- Aplicación de propuestas y metodologías propias del sector privado a la gestión pública.
- Asimilación del ciudadano al cliente.
- Foco en los resultados y en cuál es el impacto que tiene una medida en el bienestar de la población a través de su medición y control.
En la práctica, la reforma de la administración que trajo la Nueva Gestión Pública se implementó a través de varios caminos que iban desde la mercantilización hasta la creación de agencias.
La NGP es la instrumentalización por medio de agencias. Estas implican la descentralización y la gestión independiente sujeta a unos objetivos propios, la cual está comprometida con la racionalidad económica, la eficacia y la eficiencia a la hora de implementar programas o servicios.
El objetivo de la mercantilización, por su parte, es lograr que los servicios públicos sean más eficientes y responsables ante los consumidores y se ejecuta a través de figuras jurídicas como la externalización, los contratos de gestión o, en los casos más extremos, la privatización. En todos los estados desarrollados encontramos ejemplos de privatización, que consiste en el traspaso de activos al sector privado o, en algunos casos, a sus trabajadores, con el objetivo de descargar de gastos al erario: desde las telecomunicaciones o los servicios energéticos, hasta el transporte ferroviario o la gestión de residuos.
Este enfoque teórico y su implementación de distintas maneras ha suscitado críticas a varios niveles. Una parte de los académicos sostienen que la Nueva Gestión Pública es un conjunto de instrumentos y orientaciones, pero que no compone por sí mismo un modelo y que su objetivo en realidad consiste en derribar el modelo burocrático con argumentos que subrayan el papel del mercado. Aun así, coinciden en que se trata de un camino abierto y por explorar, siendo necesario ahondar en los problemas que se dan en la gestión pública y proponer soluciones que pongan el bien general en el centro.
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El origen de la Nueva Gestión Pública
El planteamiento de la NGP o gestión para resultados surge en la década de los 80 como respuesta a la ineficiencia en la gestión del modelo considerado tradicional de las administraciones públicas y tiene una primera oleada de implementación en países anglosajones desarrollados como Reino Unido, Australia o Estados Unidos. Es decir, nace en contraposición del modelo burocrático.
Más tarde, se extendió por gran parte de Europa, aunque se considera que países como Alemania, Francia o España se mantuvieron al margen de este planteamiento en su forma más pura. Esta nueva gestión busca construir una administración de mayor calidad y eficiencia en procesos y en los sistemas que permita construir órganos de gobierno con capacidad para atender y resolver los distintos problemas sociales, con foco en los recursos públicos y la satisfacción de las demandas de la ciudadanía.
El auge de este enfoque de gestión para la administración deriva de la pérdida de confianza y credibilidad del sector público como gestor del bienestar de la ciudadanía. La merma de los ingresos públicos, afectados por cuestiones macroeconómicas y carencias en la gestión, así como la expansión de los servicios de asistencia social a cargo del erario, contribuyeron a crear un desequilibrio fiscal que impactó severamente en las economías de los estados desarrollados.
La necesidad de reducir los gastos y de mostrar a la ciudadanía una manera distinta de gestionar los servicios públicos, sirvió de impulso para esta visión de la gestión pública que propone la Nueva Gestión Pública.
El pensamiento que sustenta la corriente de la NGP se apoyó para su construcción en distintos enfoques teóricos, extrayendo ideas asociadas, por ejemplo, al neoliberalismo y a la teoría de la elección pública, para diseñar el modelo más adecuado para lograr el bienestar social. Tras el debate sobre el tamaño que debía tener o no la administración, la NGP se marca como objetivo principal reducir las áreas de operación del sector público a aquellas en las que no exista un proveedor capaz de dar ese servicio de una forma más eficiente y eficaz. Además, el enfoque de gestión que propone supone aplicar un criterio gerencial propio del ámbito privado a los organismos públicos que articulan la administración de un estado.