Sergio Castaño Riaño
Los principales objetivos de Rusia en América Latina se centran en conseguir los apoyos necesarios para consolidar un nuevo orden mundial alternativo. Putin está consiguiendo sus propósitos al lograr que cada vez más países estén aproximando sus políticas a los intereses rusos.
El conflicto armado en Georgia en al año 2008 supuso el inicio de una nueva política exterior de Rusia orientada a situar al país como un actor relevante en el tablero internacional. Desde ese momento, Rusia fue tejiendo una completa estrategia orientada a ganar influencia en otros países. La posterior implicación en la guerra de Siria permitió a Vladimir Putin medir sus fuerzas y comprobar la reacción de la OTAN. De igual modo, la anexión de Crimea confirmó las ambiciones rusas, y permitió verificar la tibia reacción de los Estados Unidos y de la Unión Europea, cuyas medidas se limitaron a sanciones económicas.
Las crecientes tensiones con la UE obligaron a Rusia a buscar apoyos internacionales y a establecer nuevas alianzas. En este contexto, Latinoamérica se presentaba como el lugar idóneo para que Rusia tratara de ganar reconocimiento político, apoyo internacional y nuevos socios comerciales.
¿Cuáles son los objetivos de Rusia en Latinoamérica?
Los principales objetivos de Rusia en América Latina se centran en conseguir los apoyos necesarios para consolidar un nuevo orden mundial, en el que Rusia pretende actuar como uno de los países de referencia, en abrir nuevas rutas comerciales y, sobre todo, en generar inestabilidad en Estados Unidos. Si Rusia consigue situar bajo su influencia a varios países del continente americano estará capacitada para actuar de forma directa en lo que se define como el “patio trasero” de los Estados Unidos.
La acción de Rusia en Latinoamérica ha encontrado un contexto político favorable. La irrupción de gobiernos de izquierda contrarios a los intereses de Estados Unidos en Venezuela, Bolivia y Ecuador, junto con los ya consolidados en Cuba y Nicaragua, permitió consolidar un grupo de países afines a Rusia. Las relaciones establecidas con estas naciones, llevaron a plantear objetivos más ambiciosos y, así, reforzar los contactos con Brasil, Argentina y México, países con economías más poderosas, y con mayor influencia internacional, al formar parte del G20.
La relación con estos tres países resulta clave para avanzar en el terreno político, y, a la vez, potenciar las relaciones comerciales vitales para que Rusia garantice el suministro de determinados productos básicos. Sin embargo, la presencia económica de Rusia en Latinoamérica está todavía muy lejos de la alcanzada por Estados Unidos, China o por la Unión Europea.
La estrategia desplegada por Rusia en Latinoamérica
Sin ignorar los intereses económicos, Rusia ha concentrado gran parte de los esfuerzos en alcanzar sus ambiciones políticas. Para ello, ha desarrollado una completa estrategia de poder blando basada en el uso de los medios de comunicación, las redes sociales y la diplomacia. Aunque Rusia ha encontrado una amplia aceptación entre los diferentes sectores de la izquierda latinoamericana, su acción no ha respondido a una motivación ideológica, sino a un criterio pragmático.
Banderas de Rusia y Venezuela.
De forma prioritaria, Rusia busca apoyos y generar un clima favorable a sus intereses, que, a su vez, resulte incómodo para la acción de los Estados Unidos en América Latina. En este sentido, la excelente acogida encontrada en las naciones gobernadas por líderes bolivarianos permitió establecer puntos de interés comunes y encontrar el camino para que Rusia pudiera incrementar su presencia en estos países.
La narrativa rusa se ha centrado en desacreditar al denominado “imperialismo de Occidente” y en atraer hacia su causa a los países latinoamericanos. A través de la persuasión, Rusia proyecta un modelo de gestión del Estado que se aleja de los principios con los que se identifican las democracias occidentales. En este modelo, se ensalza la figura del líder que se sitúa por encima de las instituciones para conectar de forma directa con el pueblo, una opción, que está en clara sintonía con los sistemas políticos que rigen los designios de algunos de los países aliados del Kremlin en la región. Además, la adopción de este modelo político permite aumentar los compromisos mutuos, e integrar a los países de América Latina en la iniciativa para consolidar un orden mundial alternativo que acabe con la hegemonía de Estados Unidos y de sus aliados.
Para lograr estos objetivos, los medios de comunicación y las redes sociales se han convertido en instrumentos fundamentales para extender la narrativa rusa. En el año 2009 se impulsó desde el Moscú el canal ruso de noticias RT en español. El particular enfoque otorgado a las noticias por la cadena ha encontrado aceptación en algunos sectores de la sociedad de América Latina. Desde RT se acusa de forma permanente a los Estados Unidos y a la Unión Europea de ser los causantes de los conflictos y de los problemas que sacuden al mundo. Por otro lado, los detractores de RT señalan a este medio como una herramienta de propaganda cuya única misión es difundir noticias falsas y desinformación.
El canal centra gran parte de los contenidos en la realidad política de América Latina, con una línea editorial que apoya de forma incondicional a los gobiernos y grupos opositores de izquierda. En este sentido, la narrativa rusa ha tenido su efecto. Así, se puede comprobar cómo, en estos años, las propuestas progresistas han llegado al poder también en Chile, Perú, Colombia y México.
Es evidente que no se puede considerar a RT y a la propaganda rusa como el principal factor que ha impulsado el cambio. A pesar de ello, el discurso antimperialista y comprometido con un nuevo orden mundial difundido desde RT se ha extendido a otras plataformas de comunicación y ha terminado calando en amplios sectores de la población. Como consecuencia de ello, muchos ciudadanos han optado por situar al frente de sus países a presidentes comprometidos con los valores promovidos desde el canal de noticias ruso.
Por tanto, el plan de Rusia en América Latina está consiguiendo sus propósitos y logrando que cada vez más países estén aproximando sus políticas a los intereses rusos.
(*) Sergio Castaño Riaño. Profesor de Relaciones Internacionales en UNIR.
- Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales