UNIR Revista
El abogado Óscar Fernández León explica qué hay que hacer para llegar a esta jerarquía y cuáles son sus actividades.
La abogacía es una profesión de largo recorrido. La vocación de servicio público y la continua formación son dos motores clave para impulsar los primeros años de ejercicio y evolucionar de abogado junior a sénior. ¿Sabes qué es un abogado sénior, cuál es su perfil y funciones?
Lo hablamos con Óscar Fernández León, abogado desde hace tres décadas y socio junto a otro compañero abogado del despacho que fundaron en el año 2000: León Olarte Abogados. Además, imparte clases en UNIR y es autor de nueve libros sobre práctica profesional.
En su firma, que cuenta con diez trabajadores en total, la progresión laboral se configura en tres escalones: junior, abogados asociados y socios.
¿Qué es un abogado sénior?
Un abogado sénior es un profesional con experiencia contrastada y que, en consecuencia, alcanza un estatus dentro de la jerarquía de un despacho que se ve recompensado con una retribución y unos beneficios superiores. Es un referente técnico dentro de un equipo jurídico.
Se trata de una figura polivalente para el despacho: puede trabajar y colaborar en casos más complicados. Gracias a nuestros conocimientos jurídicos y experiencia somos los que marcamos el camino y somos también más proactivos, buscando y tratando de crear la riqueza para el despacho.
¿Cuántos años de ejercicio requiere alcanzar este grado?
En la dinámica de trabajo de los despachos de abogados se distinguen, principalmente, tres escalafones: abogados junior, asociados y sénior. Cada firma tiene su propio sistema, algunos dividen la categoría de asociado en varios niveles, siendo siempre el paso previo a ser socio del despacho.
El número de años de experiencia necesarios para saltar de categoría depende de la evolución profesional de cada abogado, de la estructura del despacho o de si el profesional llega desde otra firma con determinado estatus. En este sentido, los planes de carrera que plantean los despachos son un aspecto muy importante a tener en cuenta. En todo caso, para llegar al estatus de socio, un abogado debe tener, al menos, entre siete y diez años de ejercicio.
Como abogado sénior, ¿cuál es su labor en el despacho?
Mi rol en el despacho tiene dos aristas: socio sénior y socio director. En la primera, la faceta de abogado, mi tarea implica asuntos más complejos y que por la relación que tenemos con el cliente requieren una implicación más directa. Preparo los casos, los estudio y, si es necesario llegar a juicio, soy el que representa al cliente en el tribunal. Además, en paralelo, me encargo de tener un contacto permanente con los clientes: visitarlos y dar seguimiento a sus casos para que se mantengan con nosotros.
La segunda faceta, la de socio director, aborda labores de gestión de dirección y gestión del despacho. Me encargo de asignar los asuntos según la especialidad y la carga de trabajo que tiene cada abogado; también controlo la presupuestación de los casos; analizo la situación de tesorería… mantengo una visión global del despacho, desde las estrategias y el plan de marketing para captar y fidelizar clientes, hasta garantizar los recursos y materiales necesarios para el trabajo diario en el despacho y la supervisión del trabajo de los abogados junior y asociados.
¿Cuál es su relación con un abogado junior?
Un abogado junior va a necesitar siempre acompañamiento. Un asociado puede llevar casos de forma independiente cuando los casos son sencillos; ante casos más complejos el socio estará supervisando toda la evolución.
Como abogado sénior, siempre estoy pidiendo información. La labor de un sénior consistirá en tratar de favorecer la formación, resolver dudas, dar explicaciones coherentes, preocuparse por la evolución y conocer sus inquietudes para sacar provecho del talento.
¿Qué aptitudes debe desarrollar un abogado para progresar en su carrera?
Más allá de la ilusión y la vocación por la abogacía, el primer paso será contar con conocimientos jurídicos sólidos. Pero también será fundamental desarrollar la capacidad emocional: las ‘soft skills’ o ‘habilidades blandas’ como la inteligencia emocional, la empatía, la escucha activa o el autocontrol son muy importantes para la relación con el cliente, con el abogado contrario y con el equipo jurídico.
Además, es fundamental tener carácter comercial o, en toco caso, potenciarlo. Hoy en día, es muy apreciado que un abogado tenga capacidad para traer clientes al despacho. Para lograrlo es óptimo que desarrolle sus habilidades sociales y que conecte con clientes.
Por último, la oratoria será una herramienta clave para su trabajo. Es necesario que el abogado trabaje en sus habilidades de comunicación verbal y no verbal, será fundamental tanto en la sala como durante la negociación.
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