UNIR Revista
La investigación policial y el proceso judicial pueden conllevar daños psicológicos añadidos a los ya causados a la víctima de un delito por la obligación de tener que revivir reiteradamente los hechos acaecidos.
En muchas ocasiones, las consecuencias físicas o psicológicas que sufren las víctimas de un delito no se limitan a las directas, y asociadas, a esos hechos concretos. Existe un daño —menos visible pero que puede provocar un gran impacto emocional en la persona— cuando durante la investigación policial y el proceso judicial posterior se le exige recordar cada uno de los actos que padeció. Es lo que se conoce como victimización secundaria o revictimización.
En el Máster en Criminología y Victimología online de UNIR se abordan las claves y herramientas necesarias para asistir a las víctimas de un delito, así como las pautas para analizar el comportamiento del delincuente y desarrollar estrategias de prevención criminal.
¿Qué es la victimización secundaria?
La RAE define la victimización como el “acto o proceso de convertir a una persona en víctima por medio de la violación de derechos con actos deliberados, o involuntarios, que son dañosos”. Pero, ¿puede una persona experimentar nuevos daños por un delito acaecido en el pasado? La realidad es que sí, dado que las heridas psicológicas pueden reabrirse o incluso ampliarse durante la investigación policial y el posterior proceso judicial a través de este tipo de victimización.
La razón es que es posible que sean varias las veces que se obligue a la víctima a revivir el hecho traumático: desde el momento de presentar la denuncia hasta la recreación de los actos delictivos durante la investigación, pasando por la declaración ante el juez. Una y otra vez se le va a pedir a esa persona que recuerde y explique cada uno de los detalles de lo ocurrido, debiendo con ello regresar mentalmente a uno de los peores momentos de su vida, lo que podría desencadenar esa victimización secundaria o revictimización.
Consecuencias de la revictimización
La victimización secundaria supone causar un dolor añadido al daño ya producido a una persona que está luchando con las consecuencias, directas e indirectas, de la superación de una situación cuanto menos traumática. Implica un nuevo impacto psicológico negativo en las víctimas durante el tiempo que dura el proceso de investigación policial y judicial.
Además, existe un riesgo potencial de que el miedo a sufrir las consecuencias de la revictimización lleven a los agraviados a no denunciar y que, por ello, el daño no se vea reparado y no se obtenga la justicia necesaria para poder superar el trauma.
Medidas para evitar la victimización secundaria
En victimología, para evitar la revictimización se considera fundamental garantizar que el proceso policial y judicial, posterior a la comisión del delito, se lleve a cabo tratando de minimizar las consecuencias que pueda tener para la persona el esclarecimiento de los hechos acaecidos.
Contar durante el mismo con la figura de un victimólogo, reducir el número de veces que se le pide testificar a la víctima, asegurar que cada vez que se le tome declaración lo haga en un entorno que considere seguro y garantizar su intimidad durante las diferentes fases —especialmente relevante en los casos de violencia sexual, de género o abusos a menores, entre otros— son algunas de las medidas que reducen esos daños añadidos y asociados a la revictimización.
Precisamente la desvictimización a través de la justicia restaurativa pone el foco en las necesidades reales de la víctima para garantizar que se produzca una reparación real del daño causado. En este sentido, se atienden aquellos aspectos que afectan no solo a la víctima primaria —además de intentar evitar su revictimización— sino también a las de las víctimas terciarias.
Tipos de victimización
Los efectos dañinos de la comisión de un delito no se limitan al momento del acto criminal en sí. De hecho, es posible revictimizar a la persona que los padeció e, incluso, provocar situaciones que lleven al surgimiento de nuevas víctimas en terceros sin vinculación directa con el mismo. Un escenario que da como resultado la existencia de tres tipos de victimización: la primaria, la secundaria y la terciaria.
Victimización primaria
La victimización primaria es el estado en el que se sitúa un ciudadano tras sufrir un delito contra su persona con los consecuentes daños, directos e indirectos, así como físicos y/o psicológicos, adheridos a él. Es una situación en la que se sitúa de forma involuntaria arrastrado por los actos de terceros.
Victimización secundaria
En el supuesto de la victimización secundaria o revictimización se pone el foco en el daño que puede sufrir la víctima durante la investigación, el análisis criminal y posterior juicio.
Entendiendo que los testimonios de aquellos que padecieron los actos delictivos contra sus personas son fundamentales para detener y enjuiciar a sus responsables es necesario tratar de minimizar el impacto psicológico negativo que el proceso puede conllevar para ellos. Porque ese es el punto determinante, la revictimización se asocia a la psicología y la reapertura de heridas emocionales o nuevos traumas en el sujeto pasivo del delito.
Victimización terciaria
Esta modalidad hace referencia a esas terceras personas que, si bien no estuvieron implicadas en el acto delictivo, sufren las consecuencias indirectas del mismo.
La victimización terciaria es aquella que puede surgir en la familia del investigado, y/o condenado, que deberá asumir un potencial juicio social. Eso como mínimo, sin incluir la separación familiar en caso de condena o escenarios más complejos, como menores que viven en las cárceles mientras sus madres cumplen sentencia. Además, es extensible a la familia de la víctima primaria por el impacto emocional que puede conllevar para sus miembros los actos vividos por un ser querido.
Comprender a todas las víctimas que surgen tras la comisión de un delito y aprender del comportamiento del agresor para impulsar programas de prevención criminal son aspectos que se estudian en el Grado de Criminología y en los que se profundiza gracias a posgrados de especialización como el Máster en Análisis de la Conducta Criminal de UNIR.