Ana Gugel
La directora del Experto Universitario en Psicomotricidad y Neuromotricidad de UNIR, Ana Madrigal, analiza los beneficios que tiene el movimiento en el aprendizaje.
Gracias a la neuromotricidad conocemos los mecanismos del movimiento y su relación con el cerebro y el aprendizaje. Tal y como explica Ana Madrigal, directora del Experto Universitario en Psicomotricidad y Neuromotricidad UNIR, “aprendemos gracias al movimiento. El objetivo es trabajar de un modo divertido y eficaz, ayudando a los alumnos a preparar el aprendizaje, y dar una segunda oportunidad al cerebro cuando hay dificultades”.
En esta línea, subraya que se trata de una herramienta muy útil para prevenir, curar y mejorar y, muchas veces, es la mejor medicina. Para explicar esta argumentación, Madrigal señala uno de los principales problemas que encontramos en las aulas: la falta de atención. “Las estimaciones comunes sobre la capacidad de atención de adolescentes y adultos sanos varían de 10 a 20 minutos. Si en las clases diarias y en nuestro trabajo, incluimos determinados movimientos, estaremos ayudando a mantenerla”, afirma.
Se puede realizar ejercicios sencillos para que los sentidos, el cerebro y los músculos se desarrollen de forma integrada.
Además, destaca que por medio de la psicomotricidad y la motricidad desarrollamos unas buenas bases neurológicas de aprendizaje. A través de los movimientos preparamos y facilitamos la asimilación de conceptos y los buenos resultados escolares y, lo que es más importante, la estabilidad emocional y la buena autoestima. “Mantenerse atento es oír, ver y estar bien contigo mismo”.
¿Cómo aplicar la neuromotricidad en el aula?
Ponerlo en práctica en las aulas no es complicado. Se realiza por medio de ejercicios sencillos, repetidos varias veces a lo largo del día, para que los sentidos, el cerebro y los músculos se desarrollen y se interconecten de forma integrada. Como subraya Madrigal, “pondremos los pilares básicos para poder trabajar las destrezas académicas: percepción auditiva y visual, coordinación óculo-manual, dibujar, recortar, leer, escribir…Además, facilita que los niños establezcan contacto visual y desarrollen sus habilidades sociales para hacer amigos”.
La coordinadora del experto destaca tres actividades que siguen el método mind moves (mente en acción) de la doctora Melodie de Jager. Un programa que imita el movimiento de los reflejos primitivos para desarrollar circuitos neurológicos específicos y facilitar el aprendizaje.
Los ejercicios se pueden realizar perfectamente en el aula, no requieren espacio ni material especializado, solo el interés por parte del profesor que es capaz de motivar y activar a los alumnos.
1. Para trabajar la audición: ajustando antenas
El movimiento que debemos realizar es el de masajear los dos lóbulos de las orejas con las yemas de los dedos pulgar e índice y corazón a la vez. Se empieza por arriba y se va bajando hasta el final, con movimientos circulares. Este ejercicio desarrolla los sentidos próximos, el procesamiento auditivo, la percepción auditiva y las habilidades del lenguaje receptivo.
2. Para trabajar la visión: ejercitando la vista
Lo primero es mirar al frente. Después, levantar el dedo pulgar frente a la nariz y a la distancia del codo. En ese momento hay que mirar al dedo y cerrar los ojos. Mientras pensamos en dónde está el dedo, lo movemos a la izquierda y a la derecha. Detenemos el dedo en un lado y abrimos los ojos para comprobar si está en el lado que pensábamos. Este paso hay que ejecutarlo cinco veces.
A continuación, se debe realizar otras cinco repeticiones más con los ojos abiertos. Finalmente, frotamos enérgicamente las palmas de las manos y las colocamos, así templadas, sobre los ojos para relajarlos.
Este movimiento estimula la transición entre el aprendizaje auditivo, el kinestésico y el visual. Además, facilita la coordinación ojo-mano y cruzar la línea media lateral.
3. Para trabajar una buena autoestima: arriba brillando
Esta actividad comienza extendiendo los brazos totalmente abiertos, inspirando despacio y profundo. Hay que mantener así los brazos durante ocho segundos. El siguiente paso es cerrar despacio los brazos sobre el pecho, como en un abrazo, expirando totalmente.
Se puede ayudar a la persona que está realizando el ejercicio colocándose detrás, sujetando levemente las manos al extender los brazos y abrazándole para acompañar el movimiento de sus brazos al cerrarse.
Este ejercicio potencia la relajación, el ritmo respiratorio y la sensación de bienestar.
¿Qué elementos dificultan su aplicación?
Para la directora del experto universitario de UNIR, estos movimientos pueden desarrollarse en el aula sin ninguna dificultad, pero hay que luchar contra el principal problema que se suele esgrimir: la falta de tiempo. Madrigal considera que “si invertimos 15 minutos, repartidos en tres momentos del día de modo sistemático, habremos ganado mucho tiempo en la repetición de ejercicios tradicionales que aburren al niño, no solucionan el problema y dañan su autoestima”.
Muchos problemas se resolverían reservando unos minutos diarios para hacer ejercicios sencillos.
Como explica, “argumentos como el niño que lee mal que lea todos los días o el que tiene dificultades con las letras, que haga copias todos los días, no son la solución. Muchos problemas se resolverían reservando unos minutos diarios para hacer ejercicios sencillos con los que se obtendrán grandes resultados”.
¿Quieres conocer todas las posibilidades que ofrece la neuromotricidad? El Experto Universitario en Psicomotricidad y Neuromotricidad de UNIR permite profundizar en todas las opciones que brinda el movimiento para mejorar el aprendizaje de los alumnos y su aplicación en el aula.