UNIR Revista
La motivación es vital, sobre todo para los más pequeños, por ello en UNIR te proponemos una serie de actividades de motivación para Educación Infantil.
Un niño que llega a clase con ganas de aprender es el sueño de todo maestro. Para conseguirlo, los educadores tratan de motivar a los alumnos desde las etapas más tempranas. La motivación es compleja porque está compuesta de varios condicionantes: para lograr un objetivo tiene que crearse una necesidad, pero también un deseo y, sobre todo, unas expectativas. La motivación es vital, sobre todo para los más pequeños, por ello en UNIR te proponemos una serie de actividades de motivación para Educación Infantil.
En realidad, la motivación es muy importante para todas las personas, si bien es cierto que aún lo es más para los niños, sobre todo, en la etapa de Educación Infantil. La motivación en el escolar es un proceso interno y depende de su curiosidad e interés. Sin embargo, conseguir que un niño esté motivado no solo atañe al propio sujeto, sino también de que su familia y entorno social lo fomenten.
La motivación escolar es, por tanto, un factor que condiciona la capacidad para aprender y un proceso psicológico que determina el enfoque para estudiar, realizar tareas y sobre todo, tener interés en aprender y descubrir cosas nuevas.
Un alumno motivado escuchará las explicaciones del maestro, participará en el aula y, además, tendrá cada vez más ansia de saber y conocer.
Ejemplos de actividades para motivar a tus alumnos de Educación Infantil
Hacer deporte
Aunque parezca un tópico no lo es. La práctica deportiva, independientemente de la edad del alumno, es clave para aumentar la motivación. Realizar deporte debe ser obligatorio para todos los niños y el lema ‘mens sana in corpore sano’ es un buen ejemplo. Es más que recomendable que los escolares tengan alguna actividad extraescolar deportiva, además de la Educación Física que practican en el colegio.
Si el alumno ve que esforzándose físicamente llega a conseguir logros, asimilará que el esfuerzo es igual a resultado, estará cada vez más motivado y, además, podrá aplicarlo a los estudios y a su comportamiento en el aula. Obviamente, el deporte debe ser saludable y hay que controlar siempre el nivel de competitividad. En muchos casos, el exceso de competitividad puede terminar en frustración.
Tener hobbies o aficiones
¿Qué adulto no tiene al menos un hobby? Con los niños sucede lo mismo. Puede ser el deporte, la pintura, la música, el ajedrez, la danza… Está demostrado que la motivación aumenta con las aficiones y estas surgen a base de probar actividades novedosas. De esta forma, el alumno “romperá” el miedo a probar cosas nuevas y afrontará nuevos retos. Las familias aquí han de ser proactivas. Es básico observar al niño y conocerlo bien para determinar qué actividades le pueden gustar más.
Introducción a las nuevas tecnologías
Antes o después, los alumnos tienen que aprender y familiarizarse con las nuevas tecnologías. Es muy importante saber discernir entre un uso excesivo e inadecuado de móviles, ordenadores, tabletas y demás aparatos electrónicos, y un uso educativo. Gracias a la gamificación podrán aprender ortografía, matemáticas o ciencias mientras se divierten.
Trabajos artísticos y manualidades
No hay cosa más motivadora y gratificante para un niño que hacer algo por sí mismo, ya sea una figura de arcilla, pintar un cuadro o jugar con plastilina. Con ello, se trabaja la motricidad fina y las nociones espaciales y, además, ayudará al escolar a ver y entender el mundo de otra manera cuando sea un adulto.
Además de todas las anteriores, se recomiendan las siguientes:
- – La sonrisa es fundamental. Si les devolvemos una sonrisa cada vez que hacen una tarea de manera correcta, se verán suficientemente recompensados.
- – El juego es clave. Por eso, en la medida de lo posible, hay que encontrar un enfoque de juego en todo lo que se enseña. Esto contribuye a que los escolares estén más activos y participativos.
- – Charlas y conversaciones en asamblea. Hablar con ellos es una de las cosas que más les incentiva porque casi todos los niños quieren aportar sus ideas, inquietudes, contar lo que les ha pasado, etc.
- – Los guiñoles o marionetas. Con estas herramientas los niños estimulan el lenguaje, la imaginación, la creatividad… Es una forma ideal de interactuar.
- – Salidas en grupo o excursiones. Son muy efectivas porque les estimula por salir fuera del aula y disfrutar de sus compañeros en un entorno diferente.
En algunos centros se opta por el método de premios o recompensas por hacer las cosas bien: reconocer sus méritos por medio de diplomas hechos en el aula, coronas, pegatinas, pequeños regalitos e, incluso, con relaciones afectivas, como un beso o un abrazo. En otros se opta por la disciplina positiva en la que no hay castigos, se fomentan las relaciones horizontales y el respeto mutuo. Esto no implica prescindir de límites, sino en focalizar la atención en la resolución de problemas y centrarse en las acciones que se han hecho mal explicando las consecuencias que provocan.
La motivación infantil es clave en el aprendizaje. Para ello es fundamental que el maestro tenga recursos diversos que sepan conectar con los intereses de los niños para captar su atención y curiosidad.