Josu Ahedo Ruiz
La educación personal y cómo ejercerla, cómo cuidar las palabras para personalizar, cómo motivar para que los alumnos aprendan más, es algo que requiere formación. Sin duda podría llegar a ser el futuro paradigma educativo, pero si se aprende a ejercerlo adecuadamente.
Personalizar en la educación implica, tal y como propone la educación inclusiva, conocer bien a cada alumno, cuál es su temperamento, cuáles son sus capacidades, con qué habilidades cuenta y cuál es el grado de adquisición de las competencias que están recogidas en el currículum. Es un modo de establecer cuál es el punto de partida, diferente para cada estudiante. En función de ello, se podrán establecer unos objetivos de carácter competencial, generales, para todos los estudiantes.
Sin embargo, dadas las características personales de cada estudiante, habrá algunos que logren adquirir esos objetivos generales a un ritmo mayor y en menor tiempo. Como docentes, ¿debemos conformarnos con esto? Los padres quieren lo mejor para sus hijos y si consideran que con un poco más de esfuerzo su hijo puede aprender más y adquirir más competencias, a buen seguro que prefieren eso a que se quede estancado.
Por tanto, personalizar en educación equivale a que cada uno desarrolle sus potencialidades todo lo que pueda. Esto supone que junto a esos objetivos generales deban establecerse otros más específicos y personales adecuados a cada estudiante. Esta tarea de personalizar dentro del aula requiere combinar ambos tipos de objetivos. Es lo que aprenden los estudiantes que cursan por ejemplo el Máster Universitario en Nuevas Perspectivas de la Educación Personalizada.
A veces podemos considerar que estamos personalizando en la educación, pero quizá nuestros mensajes verbales no personalicen. Por ejemplo, si un docente alaba a un estudiante cuando ha obtenido un resultado positivo y le dice: “Estoy orgulloso de ti por el trabajo tan bueno que has hecho”, en principio está usando un refuerzo positivo, lo cual parece adecuado. Sin embargo, si se analiza el mensaje, el estudiante que recibe ese halago puede que no lo interprete en clave personal, ya que puede pensar: “Mi profesor solo está contento cuando hago algo bien”. Si además el docente emite el mismo mensaje a todos los estudiantes que lo han hecho bien, no les está ayudando de modo personal porque no está valorando a cada uno según su esfuerzo. Por otra parte, en este mensaje verbal no se está facilitando la reflexión personal sobre cómo lograr un objetivo.
La educación personal y cómo ejercerla, cómo cuidar las palabras para personalizar, cómo motivar para que los alumnos aprendan más, es algo que requiere formación. Sin duda, la educación personalizada podría llegar a ser el futuro paradigma educativo, pero si se aprende a ejercerla adecuadamente. Puede paliar los problemas de una educación excesivamente centrada en el resultado que ignora el cómo y se queda solo en el qué. El esfuerzo es lo que da calidad a la educación, ayudar a cada estudiante a que se conozca, a que aprenda cómo esforzarse, a que sea capaz de dar el máximo, a que disfrute con lo que hace: estos son objetivos que quiere lograr la educación personalizada.
- Máster Universitario en Nuevas Perspectivas de la Educación Personalizada en la Sociedad Digital