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Abordamos en qué consiste el aprendizaje basado en el pensamiento o thinking based learning, sus características y cómo aplicarlo en clase.
La metodología de aprendizaje basado en el pensamiento o thinking based learning (TBL) es una manera de trabajar con los alumnos enseñándoles a pensar, razonar y tomar decisiones, guiando a cada estudiante para que sea capaz de construir su propio aprendizaje a través de los temas establecidos en el currículo lectivo del curso. Se trata de una metodología esencial para cualquier docente, ya sea maestro de Infantil o Primaria, o profesor de Secundaria o Bachillerato.
¿Para qué sirve el aprendizaje basado en el pensamiento?
El objetivo principal de la metodología thinking based learning es que, al tiempo que los alumnos adquieren conocimientos sobre los temas que se tratan en el aula, estos desarrollen sus destrezas y habilidades de pensamiento estimulando mecanismos de resolución autónoma que podrán utilizar en el futuro cuando afronten el estudio de otra materia o la necesidad de decidir en otra situación.
Es decir, más allá del aprendizaje de conceptos a través de la memorización y metodologías tradicionales, la aplicación en el aula del aprendizaje basado en el pensamiento permite a los docentes y a los alumnos establecer un diálogo en el que se contextualizan, analizan, relacionan y argumentan los conceptos, logrando que la información se transforme en conocimiento. En definitiva, aprender a través de la práctica.
Esto no quiere decir que la memorización no sea algo necesario para el desarrollo de los alumnos, sino que es plenamente combinable con una metodología como esta para impulsar la capacidad de pensamiento del estudiante. Como expresa el doctor Robert Swartz, director del National Center for Teaching Thinking de Boston (EEUU), el aprendizaje basado en el pensamiento permite a los alumnos “aprender cosas realmente. Entienden lo que están aprendiendo, sin palabras vacías, algo que no puede ocurrir si solo se memoriza”.
Participación activa del alumnado en el TBL
La aplicación en el aula de la metodología thinking based learning hace que el alumno pase de ser un receptor pasivo de datos e información para transformarse en el protagonista de su proceso de aprendizaje.
El profesor es, por tanto, el encargado de guiarle en el proceso para garantizar que el estudiante:
- Aprende a tomar decisiones con destreza.
- Es capaz de valorar la fiabilidad de las fuentes de conocimiento.
- Entiende y crea metáforas a través de las cuales desarrollará ideas creativas con las que dar solución a los desafíos que se presenten.
¿Cómo aplicar el thinking based learning en el aula?
Para lograr que los estudiantes sean parte activa del aprendizaje los profesores tienen a su alcance una serie de recursos que pueden utilizar en el aula. Entre estas herramientas destacaremos tres:
- Fomentar rutinas de pensamiento. El profesor propondrá un tema de estudio, lanzando preguntas específicas y señalando los conceptos sobre los que se van a trabajar. Se creará una dinámica de diálogo y reflexión en el grupo con el objetivo de intercambiar ideas que ayuden a comprender la materia, trabajando así las herramientas comunicativas de los alumnos.
- Utilizar organizadores gráficos como líneas de tiempo, mapas mentales o mapas conceptuales. Este tipo de recursos ayudará a los estudiantes a visualizar y estructurar ideas, comprendiendo de forma sintética su relación y trascendencia.
- Realizar proyectos en grupo para estimular la colaboración, la búsqueda de información y la capacidad crítica y de toma de decisión de los alumnos.
Estos recursos son un ejemplo de las herramientas que tienen a su alcance los profesores para poner en práctica la metodología TBL y hacer que los alumnos reflexionen sobre una materia y obtengan sus propias conclusiones tras analizar la información disponible, valorar su importancia y las consecuencias.
Ventajas de la metodología TBL
- A diferencia de otras metodologías tradicionales, el aprendizaje basado en el pensamiento promueve el aprendizaje activo y convierte al alumno en el motor de su propio aprendizaje, aportando motivación y eficacia.
- Los alumnos logran un conocimiento más profundo y significativo de un tema. Al ser parte activa de ese aprendizaje, el estudiante asimila los conocimientos, los analiza y relaciona de forma más efectiva.
- Es una metodología muy versátil, ya que puede aplicarse a cualquier materia o tema de un currículo, y combinarse con otras metodologías como el aprendizaje por proyectos o el trabajo colaborativo.
- Logra un aprendizaje más eficaz: los alumnos no solo recuerdan los conceptos aprendidos, sino el proceso por el cual han comprendido esa información, potenciando herramientas y destrezas que serán capaces de utilizar en otras etapas de su vida.
Esta metodología es aplicable a todos los niveles lectivos y perfectamente combinable con otras estrategias de aprendizaje. Su implementación en el aula requiere un fuerte compromiso tanto por parte del claustro docente, que será el responsable de guiar y estimular el aprendizaje, como de los propios alumnos, que encontrarán en esta forma de aprender un proceso estimulante y creativo.