UNIR Revista
Desde UNIR, en este artículo analizamos la importancia de la asertividad en el aula, cómo trabajarla con el alumnado y ejemplos para llevarla a cabo.
Impartir docencia en una clase de infantil o primaria requiere de competencias pedagógicas, una formación adecuada y una serie de habilidades entre las que destacan la empatía, el respeto y saber atender a las necesidades de cada niño. No siempre es fácil y, por eso, son necesarios los límites y establecer un tipo de relación equilibrada entre los docentes y el alumnado. La asertividad nos permite implementar una comunicación efectiva sin que esto sea sinónimo de autoritarismo ni exceso de permisividad.
El concepto de asertividad llevado a la escuela
La asertividad puede calificarse como un tipo de comunicación “ideal” entre dos personas o un colectivo. En ella se transmite la información de forma efectiva y firme pero sin recurrir a la imposición, la agresividad ni los gritos. Por eso, es un modelo muy recomendable para implementar dentro de un aula. Lógicamente la información que se quiera transmitir deberá ir acorde a la edad de cada niño y sus capacidades, ya que no se pueden utilizar los mismos términos en cuarto de infantil que en sexto de primaria.
La asertividad va ligada a la inteligencia emocional y a la competencia social. En la medida que un docente sea capaz de incorporarla a su día a día, servirá también como aprendizaje para sus alumnos, que interiorizarán que para comunicarse con adultos e iguales deben hacerlo desde el respeto (incluso en las situaciones de más estrés o enfado) y respetando la opinión de los demás. Al tratarse de un factor personal también puede abordarse desde la tutoría.
¿Cómo trabajar la asertividad en el aula?
La asertividad requiere de constancia y tiempo. De nada sirve que un día nos dirijamos a un alumno con respeto y empatía si al siguiente le gritamos o mandamos callar sin razón alguna. Entre las recomendaciones básicas estarían:
- Normas: deben ser claras, que el alumnado las conozca y entienda y sepa cuáles son las consecuencias de incumplirlas. Recomendable que la clase participe en su elaboración llegando a acuerdos entre ellos y el docente.
- Evitar la agresividad: la más evidente es la física pero tampoco hay que optar por la psicológica, menos obvia pero igualmente dañina. Hablar a gritos, recurrir al chantaje o dar malas contestaciones son formas de actuar que deben evitarse.
- Emociones: básico enseñarles a identificarlas y gestionarlas. Los niños deben aprender desde pequeños que todas las emociones son válidas.
- Saber escuchar: se trata de permitir que cada niño se exprese, escucharlo de forma activa y aconsejarlo según sus demandas o necesidades.
- Conflictos: la resolución de conflictos es una cuestión clave en un centro educativo ya que, en mayor o menor medida, acabarán surgiendo. Por eso hay que enseñar a resolverlos sin violencia, a saber ceder, negociar, escuchar a los demás y ser capaces de llegar a acuerdos. Importante no ser demasiado intervencionista ya que lo ideal es que aprendan a resolver los problemas por sí mismos.
- Respeto: es la clave de la asertividad. El respeto debe ir en tres direcciones: hacia uno mismo, con el maestro y con el resto de compañeros. Se deben evitar las amenazas y castigos desproporcionados.
- Autoestima: trabajar el concepto de forma individual para que cada niño conozca sus habilidades y aprenda a comunicarse. De lo contrario, sobre todo en el caso de los más tímidos, pueden adoptar una actitud pasiva rechazando o evitando cualquier confrontación y renunciando a expresarse.
Ejemplos y actividades de comunicación asertiva
En una comunicación asertiva el docente transmitirá siempre con claridad lo que quiere, utilizando un tono tranquilo y firme. Es importante relacionar las acciones con sus consecuencias, no con el chantaje.
Un ejemplo para infantil: en el caso de que un niño no quiera calzarse para salir al patio, se le explicará que si no lo hace se mojará los pies porque ha llovido y que puede lastimarse con las piedras. Una comunicación no asertiva sería decirle que si no se calza se quedará una semana sin recreo o sin jugar.
La asertividad se trabaja en cada una de las acciones que se llevan a cabo dentro del contexto escolar, desde cómo les indicamos que se pongan el baby en infantil hasta cómo resolver un conflicto en el recreo por un balón. Además, se pueden realizar actividades específicas cuya complejidad dependerá de cada nivel educativo. Algunas de ellas pueden ser:
- Juegos de rol: se divide la clase en grupos y cada uno asume un rol de comunicación (asertiva, agresiva o pasiva). Cada equipo deberá pasar por todos los roles para que los alumnos perciban cuál es el más adecuado.
- Debates: sobre temas de interés del grupo. Se deberá fomentar que todos participen y que el papel de moderador lo vayan asumiendo diferentes personas.
- Juegos en equipo: puzzles, por trivials temáticos o apps colaborativas. Al ser en equipo tendrán que tomar decisiones en conjunto, aprender a negociar y ceder para llegar a acuerdos.
- Juegos sobre resolución de conflictos: uno muy recomendable es el de la telaraña. Consiste en formar una telaraña con un hilo o cuerda (dejando huecos entre varios elementos) que los alumnos deberán atravesar sin tocar. Para conseguirlo deberán ayudarse entre sí.
Trabajar la asertividad en el aula —tanto a nivel grupal como individualizado— contribuirá a formar a personas más empáticas y respetuosas, capaces de establecer relaciones más equilibradas. Lógicamente, nadie es asertivo al 100 % en todas las situaciones, pero sí es importante contar con las herramientas y estrategias necesarias para, en la medida de lo posible, no optar por una comunicación o actitud agresiva o pasiva.