Román Rodríguez Curbelo
¿Por qué dejan de leer los adolescentes? En las aulas virtuales del Máster en Didáctica de la Lengua y la Literatura se trata de responder a esta y otras preguntas.
Tras debatir durante semanas en torno a estos problemas que parecen cronificados, estudiantes del posgrado decidieron crear un espacio colaborativo en el que se recogieran y expusieran dos o tres libros que cada uno recomendaría a adolescentes de entre 12 y 17 años.
Desde la asignatura de Historia de la Literatura a través del texto literario se creó así un Google Site el pasado curso para familiarizar a los estudiantes con esta herramienta y saber por qué dejan los adolescentes de leer.
Responder al pesimismo
“Nos pareció una respuesta positiva para acabar con cierto pesimismo que podía inundarnos”, dice la directora académica de la titulación, María Teresa Santa María. No hubo ningún tipo de limitación en cuanto a género, época o temática durante la consulta oral ni en la posterior inclusión por escrito.
En el espacio se incorporaron todas las aportaciones. Acoge así lecturas clásicas o actuales que puedan contribuir al gusto por los libros. Algunos estudiantes de UNIR propusieron lecturas que trabajan en clase con sus estudiantes adolescentes. Otros recordaron obras que les marcaron cuando ellos tenían esa edad.
Hubo incluso quienes pusieron en valor lecturas o autores obligados por las programaciones actuales, pero que siguen teniendo un contenido atractivo para los lectores jóvenes.
Obras y autores clásicos como El Criticón, La casa de Bernarda Alba, Historia de una escalera, La Celestina, Nada o Cien años de soledad. Cualquier comedia de Lope de Vega o el cuento El encaje roto de Emilia Pardo Bazán.
O también lecturas más actuales, de autores como Gómez Cerdá, Laura Gallego, Juana Aurora Mayoral, Eloy Moreno, Enrique Páez, Carlos Ruiz Zafón, Javier Castillo, Sofía Segovia, César Mallorquí y Maite Carranza.
Es una respuesta positiva para acabar con cierto pesimismo en torno a los hábitos de lecturas de los adolescentes.
Se aprecian tres focos claros de interés: misterio y suspense, líos amorosos, y protagonistas adolescentes con los que, por edad o parecidos problemas, pueda sentirse identificada la juventud.
En el teatro gustan mucho las obras de García Lorca, Buero Vallejo y Lope de Vega, en opinión de estos estudiantes–profesores. La poesía es el género menos escogido.
“En total hay más de una treintena de títulos de libros, aunque los estudiantes se fueron animando y, por un lado, incluyeron lecturas recomendables para sus colegas adultos, tanto de temas educativos como para su disfrute personal”, añade Santa María.
Y, por otro lado, se inició una línea de comentarios sobre libros que se solían leer en los centros educativos de Secundaria y que, según la directora académica, los estudiantes confesaban aborrecer porque no se sentían identificados con los estereotipos o la imagen que se reflejaba de ellos en las historias.
Historias de ciertos libros que, curiosamente, constituían parte de esa literatura juvenil teóricamente pensada para ellos y que no formaban parte de las lecturas “obligatorias” a las que se ven constreñidos a leer por obligaciones curriculares, afirma la docente.
La libertad de leer
Durante las clases del Máster en Didáctica de UNIR también se insinuó que los jóvenes leen otros formatos y otros géneros, como la narrativa de los videojuegos, los mensajes por redes sociales o las creaciones literarias que comparten entre ellos.
Y se trató el hecho de que muchas veces la atracción por una lectura surge de cómo la comparta y la haga sentir el docente que les imparta Literatura durante su adolescencia, subraya Santa María.
“Hay maneras de conseguir que (los adolescentes) noten más próximo a un autor o a una obra. También se vio la importancia en las clases de familiarizarles con los grandes libros y autores porque pueden redescubrirlos en otros momentos de su vida y otorgarles un valor que no encontraron en su adolescencia”, añade.
Porque la lectura debe ser la gran compañera de nuestra vida, afirma Santa María.
La experta reconoce que se incide mucho en el inicio de aproximación a la lectura para que niños y niñas lean y se aficionen cuanto antes a la lectura. La adolescencia parece un desierto en este sentido, porque las lecturas infantiles no les gustan y tampoco están preparados para lecturas adultas.
Pero hay grandes libros que pueden interesarles y despertar su gusto por la lectura. Ese es el valor que la académica entiende que se ha de potenciar: que disfruten leyendo y vean a la lectura como una actividad de ocio más.
“Si siempre pretendemos que con un libro les debemos imprimir valores, cuestiones, problemas o más léxico, les estamos privando del placer y convirtiéndolo en una obligación. Y lo importante es que lean porque quieren, no porque tienen que rellenar una ficha o realizar un comentario de texto”, sostiene.
De hecho, si leer te hace más libre y crítico, ¿por qué no deberían elegir ellos sus lecturas con plena libertad y según sus gustos propios? El hecho de que luego un buen lector sea, en general, un buen estudiante, es algo secundario, según la docente. Lo relevante es dotar a los adolescentes de buenos compañeros de viaje en la vida.
Ninguno mejor, desde su punto de vista, que un libro que te invita a conocerte y a construirte como persona.
Compañía para momentos difíciles
Actividades como este repositorio de obras de los estudiantes de UNIR, transversal y colaborativo, crean un vínculo entre los docentes de esta asignatura porque, entre otras cosas, comprueban que no solo ellos tienen dificultades para incentivar el gusto por la lectura.
Y, además, reciben sugerencias y recomendaciones de libros contrastados por otros compañeros para su alumnado adolescente.
“Vamos más allá del currículo y de lo que la legislación o un instituto obligan a los estudiantes a leer, para pasar a una aproximación que tenga en cuenta los gustos y las aficiones de estudiantes que, en una edad difícil, a veces ni siquiera tienen el apoyo de un buen libro para paliar su soledad”, asegura María Teresa Santa María.
Un acompañamiento y una comprensión de los estudiantes en etapas vitales complejas y llenas de posibilidades que resultan fundamentales en este máster. “Y la lectura les ayuda y los acompaña en todos los niveles”, concluye la docente de UNIR.
Algunas recomendaciones
La voz dormida, de Dulce Chacón, recomendada por Rosario Porto; Violencia, de Bibiana Collado Cabrera, sugerida por Víctor Manuel Sanchís; o el clásico del cómic Persépolis, de Marjane Satrapi, propuesto por Miranda Monleón, son algunas lecturas que integran la biblioteca.
La inagotable La casa de Bernarda Alba (García Lorca), recomendada por Rocío García, la obra de literatura infantil La foto de los 10.000 me gusta (Nando López), propuesta por Paula López, o el thriller psicológico de comienzos de siglo El psicoanalista (John Katzenbach), sugerida por Amor Berenguer, da buena cuenta de la variedad de títulos que los interesados pueden encontrar en el repositorio, entre otros muchos.
Todas están aquí.