Ingrid Mosquera Gende
En esta nueva Charla para la Reflexión Educativa, nos hacemos eco de algunas voces que cuestionan la existencia y pertinencia de los estilos de aprendizaje, dejando un espacio, como es habitual, para el debate.
Según algunas voces actuales, un estilo de aprendizaje no es nada, es una invención con fines comerciales. Eso mismo es lo que indica Tesia Marshik es su charla para TED:
Aunque, escuchándola, surgen dudas de si realmente se cuestiona la existencia de los estilos o simplemente su conceptualización. Muchos problemas a los que nos enfrentamos en la actualidad, parecen conflictos lingüísticos y teóricos, más que prácticos: La intención del hablante y la interpretación del oyente, así como sus voluntades, son fundamentales, y no siempre pueden ser dilucidadas, menos si se hace referencia a los actuales contextos digitales, en los que muchas comunicaciones orales han sido sustituidas por conversaciones escritas, cuyos protagonistas no están presentes, por lo que es complicado conocer con certeza el tono que emisor y receptor están empleando. Podría decirse que el problema planteado es similar, diferentes formas de explicar la misma realidad que, expresada de maneras distintas, puede llevar a creer que estamos en posiciones antagónicas, cuando, verdaderamente, nos encontramos en el mismo punto, enfrentados a la misma situación.
En todo caso, volviendo al vídeo mencionado previamente, la ponente insiste en que los estilos no existen, en que únicamente son una invención que sirve para obtener dinero y para frustrar a los estudiantes, aunque, posteriormente, añade que sí encontramos tendencias o habilidades preponderantes. Así, indica, que un alumno puede ser más visual que auditivo, pero que eso no quiere decir que solo haya que enseñarle de forma visual. Sin embargo, se puede poner en duda que los creadores de las más de cuarenta clasificaciones que existen de estilos de aprendizaje pensasen en encasillar de forma estanca a los alumnos, posiblemente, todos ellos eran conscientes de que el ser humano es un ente complejo, al que no podemos evitar, desde muchos puntos de vista, querer clasificar, con la finalidad de entender realidades que aparecen ante nosotros de un modo un tanto caótico. De ahí que al estudiar, por ejemplo, hagamos esquemas. La sistematización y la categorización nos ayudan a comprender y estructurar, de forma artificial, continuos que, de otra forma, resultaría imposible analizar de una manera secuencial.
Les llamemos estilos de aprendizaje, estilos cognitivos, preferencias, inteligencias múltiples, comportamientos o habilidades, no hay por qué coincidir, con la ponente, en verlos como algo perjudicial, sino que pueden ser entendidos como una ayuda más con la que el docente cuenta para hacer frente a la diversidad en el aula. No para compartimentar a los alumnos, sino para intentar llegar a todos ellos de manera individual y personalizada. Gracias a estas clasificaciones, podemos conocer los puntos fuertes y débiles de los alumnos, no solo para reforzar e implementar sus aspectos más sobresalientes, sino también para enseñarles más formas de aproximarse al contenido, descubrirles nueva posibilidades y abrir su mente a caminos inexplorados para ellos. Trabajar en el aula, desde las diferentes materias, con distintas metodologías, estilos de aprendizaje y estrategias de estudio, supone un modo de ofrecer a los alumnos más variedad para tomar sus propias decisiones.
Existen, como decíamos, numerosas teorías y clasificaciones de estilos de aprendizaje, muchas de ellas complementarias entre sí, que no opuestas, y, en gran medida, muchas de ellas derivadas de otras anteriores. Pero una pregunta que quizás no tiene respuesta en nuestros días es la que se hace la Dra. Juana Suárez Conejero en su acertada vídeo ponencia presentación sobre los estilos de aprendizaje, cuando se pregunta, al final del vídeo, si estas teorías de aprendizaje están preparadas, o responden, a la actual educación digital:
Probablemente, deberíamos tener la puerta abierta a una nueva clasificación de estilos, que se sume a las ya existentes, tomando otras anteriores como base, para poder explicar cómo son los alumnos y cómo es su manera de aprender en el siglo XXI.
Con todo ello, y como en ocasiones anteriores, surgen ciertas dudas que quedan por resolver:
-¿Deberíamos modificar la necesidad de categorizar que tenemos? ¿Esta necesidad forma parte de un sistema educativo obsoleto que se debe cambiar? ¿Está relacionada esta necesidad de compartimentar conocimientos con el estilo memorístico del que aún no nos hemos distanciado?
-¿Pueden los alumnos adquirir conocimientos sin realizar esas divisiones teóricas? ¿Deberíamos hacerles reflexionar sobre ello?
-¿Es malo clasificar a los alumnos?
-¿Cuáles son los aspectos positivos y negativos de clasificar a los alumnos dependiendo de su estilo de aprendizaje?
-¿Existen los estilos de aprendizaje?
-¿Qué es un estilo de aprendizaje? ¿Y un estilo cognitivo? ¿Y una habilidad? ¿Y una inteligencia? ¿Y una aptitud? ¿y una actitud? ¿Cómo se relacionan todos estos aspectos entre sí?
-¿Se debería proponer una nueva clasificación de estilos de aprendizaje acorde con el mundo digital en el que nos encontramos inmersos? ¿Cuál sería? ¿O debería, quizás, descartarse por completo el tema en la actualidad por no adecuarse a la realidad y por mantenernos anclados a un sistema educativo ya anticuado?
Espero que podamos reflexionar sobre estas cuestiones, para ello, se propone el hashtag #charlaseducativas, con la finalidad de poder debatir sobre el tema y sobre las preguntas planteadas, tanto en Twitter como en este mismo espacio, en forma de comentario.