Thais Pousada García
La globalización y la diversidad han transformado la educación, lo que presenta nuevos escenarios y desafíos donde emerge la mediación como una herramienta clave para resolver conflictos y promover la convivencia.
La globalización es una característica intrínseca en la mayoría de las comunidades y regiones. Esta realidad, unida a la aparición progresiva de la diversidad en los estilos de vida, las estructuras familiares, la identidad de género, la situación económica y las capacidades funcionales de las personas, nos ha llevado a un escenario colectivo en el que la heterogeneidad es uno de sus principales elementos estructurales.
En el entorno educativo, no cabe duda de que la variedad constituye una gran riqueza para la convivencia y ofrece poderosos beneficios. Sin embargo, también supone un reto en los procesos de creación, conexión y dinamización de los grupos.
El entendimiento dentro y fuera del aula puede resultar complejo debido a los prejuicios que, a menudo, se le asocian. Algunos autores como Burkholder et al. (2019) han determinado los factores que influyen en la generación de los prejuicios en la edad infantil, identificando tanto elementos intrínsecos y biológicos, como extrínsecos o ambientales.
La comprensión de estos aspectos y de las dinámicas que mantienen dichos sesgos es fundamental para diseñar estrategias de acción para la buena convivencia en estos espacios.
Mediar para sanar
La mediación escolar es un recurso que permite a docentes y equipos directivos resolver conflictos de manera pacífica y eficaz. Esta estrategia tiene sentido cuando surgen choques o desavenencias que las partes implicadas no son capaces de resolver y se necesita a un tercero que medie en la disputa.
Aunque no constituyen todavía un número elevado, existen centros educativos que utilizan este recurso de forma continua y normalizada en la vida escolar. Así, integran a un equipo mediador con formación específica, que actúa cuando surgen situaciones conflictivas, ayudando a resolverlas de forma inmediata, positiva y manteniendo un ambiente sano, abierto, tolerante e inclusivo (Subdirección General de Cooperación Territorial e Innovación Educativa, s.f.).
La aplicación de herramientas que implican a toda la comunicad escolar (profesorado, alumnado y familias) ya han conseguido promover valores de respeto, convivencia y participación, en diferentes contextos educativos. De esta forma, se prevén la aparición de comportamientos o respuestas disruptivas (Malik y Herraz, 2005).
El mediador intercultural
Como se ha comentado, la diversidad, a pesar de ser parte intrínseca de los grupos escolares, puede ser también posible detonante de desigualdades y rivalidades, que alteran y ponen en riesgo el buen ambiente educativo.
Entre los factores condicionantes de dicha diversidad, la multiculturalidad es uno de los más identificados y gestionados en las aulas, teniendo en cuenta los grandes movimientos migratorios actuales.
Según Leiva (2007), el conflicto escolar intercultural ocurre ante un choque entre personas con diferentes orígenes, tanto por la propia identidad hacia su cultura, como por factores interrelacionados que, normalmente, confluyen de forma oculta y generan prejuicios.
Ante esta situación, la mediación escolar aparece como una potente herramienta canalizadora de las tensiones emergentes. En estas situaciones, y considerando las especificidades de los componentes culturales, sería interesante contar con una figura o equipo denominado “mediador intercultural” en aquellos centros o núcleos en los que exista un alto índice de conflictividad derivada de la diversidad cultural.
Las tareas asignadas a esta mediación no solo se dirigirían a la resolución de la disputa en sí misma, sino que sus funciones estarían ligadas a facilitar el enlace o conexión entre los miembros de los diferentes grupos culturales implicados. Así, el centro educativo contaría con estrategias de prevención, de interpretación y de intervención para facilitar la comprensión y la inclusión de los diferentes grupos culturales (Rodríguez Vindel, 2012; Malik y Herraz, 2005).
Discriminación de género
Al igual que la multiculturalidad, la diversidad de género también puede ser un factor desencadenante de conflictos en el entorno escolar. Sin embargo, requiere un enfoque particular, dado que las expectativas de este aspecto están profundamente arraigadas en normas sociales y culturales.
El género se refiere a “los roles, características y oportunidades definidos por la sociedad que se consideran apropiados para los hombres, las mujeres, los niños, las niñas y las personas con identidades no binarias. Es un concepto dinámico que cambia con el tiempo y contexto” (Organización Mundial de la Salud, 2018).
Esta realidad no tiene por qué equivaler al sexo biológico. Por ello, cuando una persona ejerce un rol no esperado para su condición de hombre o mujer, puede ser víctima de exclusión y discriminación, creando situaciones tensas entre sus iguales, por el mero hecho de estar fuera de la norma socialmente aceptada.
Cuando el pilar de la igualdad de género se ve amenazado por vejaciones o conductas nocivas entre miembros de un grupo en el contexto escolar, la mediación surge de nuevo como una dinámica que permitirá atajar los conflictos emergidos.
En un tema tan delicado, los mediadores podrán crear un entorno íntimo, cercano y respetuoso para abordar y profundizar en las razones del problema, ofreciendo oportunidad a que las personas se expresen libremente y confíen en esta figura.
En este caso, la intervención constituye un elemento no solo de prevención y educación, sino de ajuste emocional y acompañamiento a las personas que han sufrido las consecuencias del acoso o bullying (Markus y Paulero, 2021).
La necesidad de la formación continua
Dentro de los procesos de mediación cobran protagonismo tres agentes clave que deben participar activamente para que el proceso sea un éxito: el equipo de profesorado, el alumnado y la familia.
Sin embargo, existen generadores de conflictos que exigen soluciones más elaboradas y adaptadas a sus características específicas y, por tanto, requieren de una formación especializada y una figura de referencia experta. Cobra sentido así, la existencia de títulos universitarios de posgrado que aporten a los y las profesionales docentes competencias, conocimientos y habilidades adecuados para ejercer un rol necesario y de calidad en este ámbito.
Dentro de la amplia oferta académica de la Facultad de Educación de UNIR, está el MU en Prevención y Mediación de Conflictos en Entornos Educativos. En esta titulación, los estudiantes aprenden a resolver situaciones relacionadas con el acoso escolar, ciberbullying, sexting, entre otros, que surgen en ámbitos formales e informales. El máster es el primer título oficial del mercado dirigido específicamente a la prevención, identificación y resolución de los problemas de convivencia en los entornos educativos.
La conciliación ha de ser un recurso continuo y estructurado, integrado en la dinámica educativa. Ofrece estrategias para la prevención, educación y resolución de conflictos, contribuyendo a disminuir la exclusión y promover la igualdad, respeto y participación.
Esto es especialmente importante en contextos de multiculturalidad y diversidad de género, donde los desafíos de convivencia requieren respuestas más específicas que trascienden las soluciones tradicionales. El impacto a largo plazo de la mediación en las escuelas va más allá de la simple resolución de disputas, ya que contribuye a la creación de una cultura escolar inclusiva y colaborativa.
Si bien es necesario contar con profesionales bien formados que lideren las funciones de mediación. Todas las personas que forma parte de la comunidad educativa deben ser conscientes del valor de este recurso y colaborar activamente para garantizar el éxito de estos procesos.
(*) Thais Pousada García. Docente del Máster en Prevención y Mediación de Conflictos en Entornos Educativos de la Universidad Internacional de la Rioja. Doctora en ciencias de la salud, terapeuta ocupacional y enfermera. Colaboradora con diferentes organizaciones como la Federación ASEM y miembro del Comité Asesor de la Federación Española de Enfermedades Raras.
Referencias bibliográficas
– Burkholder, A.R., D’Esterre, A.P., Killen, M. (2019). Intergroup Relationships, Context, and Prejudice in Childhood. In: Fitzgerald, H.E., Johnson, D.J., Qin, D.B., Villarruel, F.A., Norder, J. (eds) Handbook of Children and Prejudice. Springer, Cham. https://doi.org/10.1007/978-3-030-12228-7_6
– Leiva, J. (2007): Educación y conflicto en escuelas interculturales. Málaga: Spicum.
– Malik; M. y Herraz, M. (2005): Mediación social intercultural en el ámbito educativo. Málaga; Ed. Aljibe
– Markus, M. y Paulero, R. (2021). Perspectiva de género y mediación. Revista de Mediación, 14 (2), e3
– Organización Mundial de la Salud (OMS)(2018). Género y salud. Datos y Cifras). Recuperado el 2 de octubre de 2024 de https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/gender
– Rodríguez Vindel, E. (2012): Mediación intercultural para la mejora de la alianza familia-escuela. Revista de mediación, Vol. 10, págs. 27-33.
– Subdirección General de Cooperación Territorial e Innovación Educativa. (s.f.). Mediación escolar. Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deporte. Recuperado el 3 de octubre de 2024 de https://www.educacionfpydeportes.gob.es/mc/sgctie/convivencia-escolar/en-accion/mediacion-escolar.html
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