Román Rodríguez Curbelo
Los profesores de Religión deben certificar los requisitos académicos de la DECA (Declaración Eclesiástica de Competencia Académica), pero también disponer de una fuerte vocación.
“Mis padres me hablaban de Dios algunas veces desde que era un niño”, dice Justo Sotelo. Durante sus años en el instituto comenzó un encuentro más íntimo con Dios mediante una asignatura. Desde entonces y hasta ahora, tras cursar el Experto Universitario en Enseñanza de la Religión en Infantil y Primaria (DECA) en UNIR, Sotelo no ha dejado de profundizar en su fe.
Su profesora de aquella asignatura trabajó en torno a las numerosas historias de la Biblia. “A partir de ahí fue como poco a poco me adentré en el mundo de la religión y sentí más curiosidad por quién era Dios y por todo lo que ha hecho”, afirma.
Empezó a ir a misa y a preocuparse por todo lo referido al ámbito religioso, y poco a poco ahondó en su fe también desde una perspectiva didáctica con la que transmitir a los más pequeños las Sagradas Escrituras, tal y como hizo aquella docente con él.
Competencias de un profesor de Religión
Decidió para ello matricularse en el DECA de la UNIR el año pasado. La directora de la titulación de Experto Universitario en Enseñanza de la Religión en Infantil y Primaria (DECA), Ninfa Watt, explica que la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica es un título académico que capacita para ser profesor de la materia Religión Católica.
Lo expide la Conferencia Episcopal a través de la Comisión para la Educación y Cultura a los maestros que hayan cursado en un centro habilitado los créditos establecidos en la programación diseñada por ella.
Son 24 créditos europeos (ECTS) repartidos en cuatro asignaturas de seis créditos cada una: Religión, Cultura y Valores; Mensaje Cristiano; La Iglesia, los Sacramentos y la Moral; y Pedagogía y Didáctica de la Religión Católica en la Escuela.
La DECA para Infantil y Primaria puede conseguirse en UNIR de dos maneras, añade Watt. En primer lugar, al cursar los estudios de Magisterio, eligiendo las asignaturas optativas de la Mención de Religión encaminadas a la obtención del título.
O cursando los estudios de Experto en Enseñanza de Religión Católica en la escuela de Infantil y Primaria (DECA). En ambos casos se cursan los 24 créditos con las materias programadas por la CEE.
Profundizar en la profesión
“Mi experiencia ha sido fabulosa”, subraya Justo Sotelo. “Estoy muy contento de haber cursado la DECA con UNIR. Ha sido la primera vez, y la verdad es que me ha dejado buen sabor de boca y con ganas de cursar futuras titulaciones”, añade.
La DECA le ha supuesto una oportunidad para evaluar su experiencia religiosa personal y le ha permitido crecer cada día como persona a través de la observación y la reflexión.
Como maestro, ha conseguido conciliar su vida con su profesión. “Considero que ser maestro es algo único que se convierte en un estilo de vida”, recalca. Y ha evolucionado de forma integral en todos los aspectos a través de los contenidos y las habilidades adquiridas en la titulación.
Ninfa Watt recuerda que la posesión de esta titulación es un requisito indispensable para impartir clases de religión en cualquier escuela. Esta titulación de UNIR aporta los conocimientos sobre teología católica, pero también su pedagogía específica.
“Y aporta una profundización en una formación personal y profesional permanente, que repercute en toda su actividad como profesor y amplía sus posibles campos de trabajo”, agrega la directora del título.
Sotelo coincide. “Muchos aspectos que se han tratado en las asignaturas me están sirviendo para cambiar mi perspectiva personal y profesional de la enseñanza”, asegura. Además, destaca la buena formación de los docentes del curso, tanto curricular como didáctica.
Los profesores invitan al alumno, según Sotelo, a abrirse a una perspectiva de la vida que muchas veces pasan por alto porque ni observan ni reflexionan lo suficiente. “Son muy buenos guías en el proceso de aprendizaje”, recalca.
La Conferencia Episcopal establece, de hecho, unos requisitos específicos para la obtención del título DECA de Infantil y Primaria de los docentes que enseñan Religión, y otros para los demás ciclos de enseñanza, como puede verse en el portal de la CEE.
Asunto distinto es la DEI (Declaración Eclesiástica de Idoneidad) que concede un obispo cuando envía a un profesor a dar Religión Católica en una escuela de su diócesis y en nombre de la Iglesia. En cualquier caso, el candidato ha de tener el título académico DECA y cumplir los requisitos que exige su cargo.
Profundizar en la vocación
Más allá de estudios, certificados y planes de estudio, Watt defiende que la enseñanza, el hecho de ser profesor o maestro, contiene un componente vocacional muy fuerte que, eso sí, requiere de buenos profesionales para desempeñar “con acierto” su labor.
“Eso mismo ocurre con la enseñanza de la religión en la escuela: implica vocación en el maestro, preparación académica y profesional en el área correspondiente y, en este caso, un compromiso personal y vital, que afecta tanto a lo vocacional como a lo profesional”.
Dar clases de Religión es un reto, un don, una tarea preciosa y comprometida
Y porque el profesor de religión, continúa la académica, trabaja en nombre de la Iglesia enviado por el obispo. “Y eso supone un reto, un don, una tarea preciosa y comprometida”, apostilla.
Justo Sotelo entiende, por otro lado, que pese a las distintas “formas de pensamiento” y a ciertos cambios legislativos que restan peso académico a la asignatura, la materia continuará presente en las aulas.
Para el exalumno lo importante es, en última instancia, que los maestros de Religión aporten una perspectiva “única y personal” a la enseñanza. Solo entonces la materia tendrá el valor que se merece porque, entre otras razones, será así como el maestro se relacione con sus alumnos.
Con el título de Experto en Enseñanza de la Religión de UNIR podrás alcanzar esas competencias que van más allá de lo académico y alcanzan lo humano.