David González Gándara
A pesar de los obstáculos, los programas bilingües en España han demostrado ser efectivos en mejorar la competencia lingüística y el contenido académico.
Aunque los programas bilingües se generalizaron en España hace años, su implantación varía significativamente entre territorios. En algunas Comunidades Autónomas, la enseñanza de una materia en lengua extranjera es obligatoria; en otras, las Consejerías designan colegios e institutos bilingües o plurilingües, y en otros casos, los centros pueden solicitar ser bilingües.
Durante algún tiempo no había datos sobre la efectividad del bilingüismo. Hoy, numerosos artículos describen experiencias exitosas (Dalton-Puffer, 2008; Lasagabaster & Ruíz de Zarobe, 2010; San Isidro & Lasagabaster, 2019) y también otros que destacan problemas en la implantación (Bruton, 2011; Gortázar & Taberner, 2020). Los primeros superan con mucho a los segundos, pero tanto la prensa como ciertos colectivos, entre los que se encuentran diversas organizaciones y sindicatos, no parecen haberlo percibido así, según apuntan Hidalgo-McCabe y Tompkins (2024).
Los problemas de implantación incluyen elitismo en la selección del alumnado, falta de competencia del profesorado en lenguas extranjeras y expectativas irreales sobre la competencia lingüística del alumnado. En algunas ocasiones, tanto las administraciones como las familias se imaginaban que el alumnado iba a adquirir una competencia similar en las dos lenguas. Evidentemente, estas expectativas no tienen un fundamento lógico.
¿Está llegando la investigación a las aulas?
La literatura especializada indica que el aprendizaje integrado de lengua y contenido (CLIL o AICLE) ha demostrado que, a pesar de los problemas que algunas publicaciones identifican, ha sido en muchos casos una buena opción para mejorar no sólo la competencia en la lengua extranjera, sino también en el contenido de las materias que se imparten en la lengua extranjera, además de proporcionar una gran versatilidad (Díaz, Lee & Marsh, 2018).
Sin embargo, la situación habitual es que el profesorado de los centros ni siquiera conoce esta literatura, ni los materiales que se crean en la universidad, como los publicados en el contexto del proyecto ADiBE (Coyle et al., 2023). Este problema de falta de conexión entre la academia y los centros docentes no sucede sólo en el caso de la educación bilingüe, sino en muchos otros temas educativos. Las prácticas de aula parecen ser inmunes a la información y recomendaciones generadas por la investigación universitaria.
Palanca para la mejora
Uno de los efectos que se relacionan frecuentemente con las aulas CLIL es que el alumnado suele demostrar altos niveles de motivación. Lo mismo ocurre con el profesorado, que además se muestra más inclinado a la innovación docente (Ruíz Hidalgo & Ortega-Sánchez, 2023). Ambos efectos son buenos indicadores de la mejora de la calidad educativa.
Aunque pueda parecer contradictorio a la vista de algunas publicaciones en los medios de comunicación y de las reivindicaciones de algunas organizaciones, la implantación de CLIL supone una oportunidad excelente para introducir didácticas flexibles en el aula, que facilitan que el alumnado encuentre menos barreras al aprendizaje y la participación, facilitando el camino hacia la educación inclusiva, otro gran desafío de nuestro sistema (Pérez Cañado et al., 2023; Mesas Jiménez, 2023; Pérez Cañado, 2024). Posiblemente no exista un sistema educativo de calidad si no es inclusivo.
Construyendo la ciudadanía europea
Evidentemente, no es fácil plantear una fórmula de éxito seguro para los programas bilingües. Pero como se ha visto, se puede afirmar que a pesar de los obstáculos que a veces aparecen, las experiencias educativas basadas en metodologías CLIL han encontrado repetidamente el camino para resultar exitosas.
Por supuesto, esto no quiere decir que vayan a funcionar sin más. Los ejemplos de implementaciones fallidas que se relatan en algunas publicaciones son muy reales. Las administraciones deben estar atentas a los resultados obtenidos en la investigación para determinar cuáles son los factores que permitirán tener más posibilidades de éxito.
No sé qué tipo de decisiones tomarán los gobiernos autonómicos en el futuro, pero desde mi punto de vista sería un error dar pasos atrás en una estrategia que a todas luces puede conducir a la construcción de una sociedad plurilingüe, que es la base de la ciudadanía europea, como ya soñaba Amin Maalouf, y que quedó reflejado en el documento de propuestas del grupo de intelectuales en favor del diálogo cultural que publicó la Comisión Europea en 2008.
Referencias bibliográficas
(*) David González Gándara. Docente de UNIR de la Facultad de Educación. Pertenece al grupo de investigación Inclusión y derechos de la atención a las individualidades.
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