Elena Betegón Blanca
La creatividad, esa cualidad que cada vez se valora más en el mercado laboral, se puede entrenar. Elena Betegón Blanca, docente y especialista en psicología, salud y neuroeducación, nos cuenta cómo.
La creatividad es una capacidad de todo ser humano cuyo desarrollo está determinado por las habilidades del sujeto y por las características del contexto que lo rodea, siendo posible entrenarla.
Cada día, los estudiantes pueden sorprender a su docente con una idea nueva, una forma de resolver un problema de forma totalmente distinta pero llegando a la misma conclusión. Ese modo de cambiar el camino para llegar a la solución demuestra la complejidad de lo que denominados como “proceso creativo” debido a las propias individualidades del grupo.
Conceptualización del proceso creativo
El proceso creativo requiere de la adquisición de capacidades que permitan al alumno superar barreras externas, como el propio entorno cultural o económico, e internas como las resultantes de la inseguridad en sus propias habilidades o de los hábitos adquiridos (Guilera, 2020).
Como consecuencia, existen cuatro enfoques con los que decidir si una persona o idea es creativa o no:
- Primero, los autores centrados en el producto. Éstos analizan las características que este debería presentar; por ejemplo: si es novedoso, original y tiene valor social. Esta perspectiva se asemeja a un aspecto de mercado y del impacto del producto a nivel socio-económico en la población.
- En segundo lugar, aquellos basados en el proceso, que se centran en los pasos o fases que ha seguido la persona para resolver un problema. Un ejemplo sería seguir las etapas del método científico.
- Tercero, los estudios cuyo foco de atención es el contexto, los cuales manifiestan que debe tenerse en cuenta si las circunstancias que rodean al individuo son facilitadoras, fomentando la originalidad; o inhibidoras, con una única posible respuesta válida.
- Finalmente, investigaciones que consideran las personas como creativas cuando en ellas se pueden observar características individuales como autodisciplina, perseverancia, amplitud de intereses, etc.; y su forma de interactuar con el contexto que lo rodea.
En resumen, podríamos señalar que la creatividad es una cualidad personal fruto de aspectos intelectuales, motivacionales y personales que, además, implica un proceso cuyo resultado es un producto transformado respecto a su estado inicial y que surge en un contexto facilitador de recursos para que la persona optimice sus habilidades.
¿Cómo podemos fomentarlo en el entorno educativo?
En ocasiones “el propio espacio educativo puede obstaculizar la creatividad, no dejando margen para las respuestas diferentes, la rutina del hábito y el orden inamovible” (López-Martínez & Navarro-Lozano, 2010, p. 101). Por ello, se propone evaluar la creatividad y crear actividades de aula teniendo en cuenta las características del pensamiento creativo, yendo más allá de la solución esperada:
- Iniciativa: disposición personal para emprender actividades, promover y crear ideas hacia el grupo con capacidad de liderazgo e independencia; desarrollando el pensamiento crítico. Una metodología afín sería el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), los role playing o el Aprendizaje Servicio (ApS).
- Fluidez: capacidad para producir ideas en cantidad y calidad de manera espontánea y ágil, fomentando el pensamiento funcional. Pueden hacerse uso de técnicas generales como la conocida lluvia de ideas o las entradas aleatorias; o métodos específicos como el Aprendizaje Basado en Retos (Challenge Based Learning, CBL).
- Elaboración: habilidad para formalizar ideas en cuanto a producción de detalles que se aportan a la propuesta y su perfeccionamiento, mediante el método Design Thinking o el Team Based Learning (TBL).
- Originalidad: destreza para generar ideas y productos únicos, de gran interés y aportación, optimizando los recursos e innovando en roles; por ejemplo, a través del modelo Flipped Classroom.
- Flexibilidad: referida a la capacidad para organizar y gestionar la variedad o tipos de ideas o categorías que se elaboran; analizando posibilidades y desarrollando el pensamiento lateral. Un ejemplo sería el uso del método Aprendizaje Basado en Problemas (Problem Based Learning, PBL).
Creatividad, una habilidad multifacética
En definitiva, no cabe duda de que la creatividad es multifacética pues no solo está determinada por elementos cognitivos sino, también, por factores emocionales, sociales, motivacionales o culturales, entre otros. Haciendo uso de la cita del autor H. Herbet Fox (citado en Guilera, 2020), se llega a la conclusión de que “parece bastante evidente que no existe un único proceso creativo, parece más bien que hay tanto procesos creativos como personas creativas” (p.35).
Por lo tanto, la creatividad juega un papel fundamental en el aula, independientemente de la etapa educativa y, por eso, los maestros deben contar con la formación y los recursos adecuados en este ámbito, tal como está contemplado en el Máster Universitario en Neuropsicología y Educación de UNIR.
Referencias:
Alsina, P., Díaz, M., Giráldez, A., & Ibarretxe, G. (2009). Ideas clave. El aprendizaje creativo. Graó.
Campos Cancino, G., & Palacios, A. (2018). La creatividad y sus componentes. Creatividad y Sociedad, (27), 167-183. https://creatividadysociedad.com/articulos/27/7.La creatividad y sus componentes.pdf
De la Torre, S. (2002). La creatividad de un didacta o cómo dejar huella en la enseñanza. Educar, (0), 35-44. https://hdl.handle.net/2445/125744
Escalante, C., Arteaga, M., & Moreno, P. (2012). Consideraciones para incentivar la creatividad en el aula. Editorial Académica Española.