Ingrid Mosquera Gende
En esta nueva entrevista para UNIR Revista, Cristina Roig Pena-Manso nos habla de su compromiso social y de su experiencia como emprendedora, introduciéndonos, igualmente, en el mundo del voluntariado y aportando ideas para aquellos alumnos que deseen empezar un negocio propio.
Cristina Roig Pena-Manso fue una estudiante del Máster de Profesorado de Secundaria en nuestra universidad. Cuando la conoces, desde el primer momento puedes detectar su activismo social y su voluntad de ayudar. Es una chica comprometida que no deja indiferente.
I: ¿Qué formación tenías antes de entrar en UNIR?
C: Soy licenciada en Filología Hispánica.
I: ¿Cómo conociste nuestra universidad? ¿Por qué te decidiste por ella?
C: -La conocí por internet. Me decidí a hacer el máster de Educación por la UNIR por varios motivos. Para mí el máster de Educación era algo necesario, y deseaba hacerlo a distancia para poder compaginarlo con el trabajo. En ese sentido, las facilidades de matrícula de la UNIR me acabaron de convencer.
I: ¿Cómo fue tu experiencia en UNIR?
C: Muy buena. Me sentí muy cómoda. Me pareció muy llevadero. Y comparándome con compañeras que hicieron el máster en otras universidades, el contenido era el mismo, por lo que también me sirvió para quitarme el prejuicio de que en las universidades privadas es todo más fácil.
I: ¿De qué trató tu TFM (Trabajo Fin de Máster)? ¿Por qué escogiste ese tema? ¿Cómo fue su elaboración y defensa?
C: Mi TFM trató sobre didáctica de la generación del 98, realizando una propuesta de aplicación en el aula de Lengua y Literatura castellana de 4º de la ESO (Educación Secundaria Obligatoria). Aunque en la carrera me gustaba más la rama de la Lingüística, me decidí a hacerlo de Literatura para intentar buscar una forma de impartir esa parte de la asignatura sin que sea la típica clase magistral que aburre a los alumnos.
Para mi fue todo un reto. La elaboración fue muy costosa, como todo TFM, pero mi directora me guio en todo momento con mis dudas, mis miedos y mis agobios. Me gustó mucho hacerlo y en la defensa me sentí muy cómoda y valorada con la nota.
I: ¿Qué hiciste al terminar el Máster?
C: Estudié un máster de Lingüística Aplicada. Cuando lo terminé, me fui un año a vivir a Londres y al volver monté mi propio centro de estudios.
I: ¿Cómo fue tu experiencia en Londres? ¿Cómo te informaste para irte?
C: La experiencia fue dura, pero muy enriquecedora. Conoces gente, otra cultura, un idioma, trabajas… Pues la verdad es que no me informé, mi mejor amigo vivía allí, conocí a Diego, el que ahora es mi marido, y como él se iba para allí, me fui, sin pensarlo, a la aventura.
I: ¿En qué trabajaste en Londres? ¿Cómo encontraste el trabajo? ¿Por qué decidiste volver a España?
C: Trabajé de profesora de español, limpiando, de camarera, cuidando niños,… Llegué un lunes por la noche y el jueves estaba trabajando. Al principio encontré trabajo a través de empresas de trabajo temporal, luego el boca a boca era lo mejor.
Cuando me fui tenía claro que era para un periodo de tiempo más bien corto. La decisión de volvernos fue porque a Diego le había surgido un trabajo en España y era la oportunidad de volverse y minimizar los riesgos, aunque luego ese trabajo no resultó ser lo que parecía, ya estábamos aquí, así que nos quedamos.
I: ¿Qué tuviste que hacer para poner en marcha la academia? ¿Cuáles fueron y cuáles son las mayores dificultades? ¿Qué estudios reforzáis? ¿Cuánto tiempo lleva en marcha? ¿Cómo se llama y por qué escogisteis ese nombre?
C: Recuerdo perfectamente el día que tomamos la decisión. Estábamos muy cansados de trabajar en condiciones precarias, así que nos arriesgamos. Sabíamos la zona en dónde queríamos abrirla, porque Diego había nacido y se había criado allí y empezamos a mirar en internet y a hacer un listado de todo lo que necesitábamos. Nos informamos en Hacienda, en la Seguridad Social y en el Concello, para los temas burocráticos, y recorrimos las calles y las inmobiliarias en busca de un bajo. Así empezó nuestra carrera como empresarios.
Poner un negocio en marcha – desde fuera – puede parecer muy fácil, pero no lo es. A nosotros, todas las complicaciones nos surgieron cuando ya estábamos dentro, con el proyecto empezado, así que solo tuvimos que sobreponernos a los imprevistos y punto.
Para mí, las mayores dificultades son las condiciones que los autónomos tenemos en este país. Es lo que más me preocupa.
En cuanto a la academia propiamente dicha, no podemos quejarnos, el negocio va viento en popa y no deja de crecer. Hemos tenido suerte, pero la dedicación es al 1000% las 24 horas del día. En relación a las clases, reforzamos las materias de todos los niveles, incluida la Universidad. Tenemos idiomas (francés e inglés) y preparamos exámenes oficiales. También tenemos inglés infantil para niños de 3 a 5 años, así como Departamento de Psicología Educativa y ábaco, además de talleres puntuales que cada mes ofertamos.
La academia abrió sus puertas el 1 de octubre de 2014, estamos acabando nuestro tercer curso escolar. Se llama Academia September y está en Xuvia (Narón). Le llamamos September porque creemos que es el mes clave de los estudiantes, comienza el curso, son los exámenes de recuperación y lo pusimos en inglés porque acabábamos de llegar de Londres.
I: ¿Qué recomendaciones darías a compañeros que deseen ser emprendedores?
C: Ante todo les sería sincera. Es muy duro. Creo que no todo el mundo vale para ser autónomo, para trabajar por cuenta propia. El riesgo y la inseguridad hacen mella, pero el que quiere algo de verdad lucha y pelea por ello, si lo hacéis lo conseguiréis y os sentiréis orgullosos. Mi negocio es parte de mí, pero se debe intentar no caer en el fallo que caemos todos, y es que a veces dejamos de vivir por el trabajo.
I: Creo que también os habéis hecho padres de acogida, cuéntanos un poco toda la experiencia.
C: Efectivamente, somos padres de acogida. En verano niños saharauis que viven en los campamentos de refugiados vienen a pasar el verano con nosotros. Es una experiencia que siempre quise vivir, ya de niña le había propuesto a mi madre traer un niño saharaui, que finalmente nunca vino. Así que, ya independizada, decidí hacerlo. Para mí ha sido la experiencia de mi vida.
La causa saharaui está cayendo en el olvido, incluso una gran parte de la población no sabe ni que el Sahara fue una colonia española. Creo que la mejor forma de hacer visible una causa es a través de los niños. Mi causa a día de hoy es más visible porque tiene nombre y apellidos, Yusef. Con 27 años firmé los papeles para acoger un niño, habiéndome planteado de antemano todo lo que os podáis imaginar y más. A veces, por mucho que planeas y piensas no adelantas nada, así que dejé que otras familias me empaparan de sus experiencias, aún sabiendo que la mía sería distinta, porque no hay dos niños iguales. Creo que si te digo que a la semana de irse Yusef yo ya tenía mis vuelos a los campamentos para visitarlo, creo que lo digo todo.
Me cambió la vida, cambió mis prioridades, cambió todo, pero lo más importante lo cambió para mejor. Enriqueció mi vida, me enseñó a valorar cosas que antes no apreciaba. Me dio el punto de vista de un niño, caracterizado por su inocencia, pero su visión era mucho más completa. Es la visión de un niño que nunca había salido de un CAMPAMENTO DE REFUGIADOS.
Así que, ahora, mi labor es hacer visible la causa saharaui, y Yusef y su familia nos ayudan a ello. Intento colaborar en ese sentido, al mismo tiempo que lucho contra la islamofobia que cada día está, por desgracia, más en auge en nuestro país. Además, deseamos contribuir a que su vida en el campamento de refugiados se parezca más a la de un niño que solamente deba preocuparse de disfrutar de su infancia.
No sé, podría hablar de Yusef durante una vida entera y nunca consigo hacerlo sin emocionarme. Ahora solo me toca esperar algo menos de dos meses para tenerlos aquí, a él y a su hermana, y volver a recibir la mejor lección de mi vida, esta vez por partida doble. Llevo un año planeando el verano: playa, fiestas, piscina, paseos en bici, parque,… Y sobre todo, gracias a ellos, daremos en nuestra ciudad más visibilidad a su causa. Ojalá algún día deje de existir el programa Vacaciones en Paz, significará que estos niños ya viven en su tierra y no necesitan salir para cubrir sus necesidades básicas.
I: ¿Cuál es tu situación actual?
C: Ahora mismo trabajo todos los días en la academia y tengo la vida normal de una chica de mi edad. Vivo cerca de mi trabajo con mi marido y mis dos perros. El trabajo me roba muchas más horas de las que me gustaría y el fin de semana intento despejarme con amigos y aficiones, como ir de ruta con los perros o ir a ver el fútbol.
I: ¿Tienes algún plan para el futuro?
C: En la actualidad, ya he conseguido tener un equipo estable de trabajo y, entre todos, tenemos planeado seguir creando nuevos proyectos. Académicamente, no descarto, si el trabajo me lo permite, seguir estudiando (ya sea un idioma, formación complementaria, incluso, -aunque lo veo imposible- opositar). En el plano personal, no auguro grandes cambios de momento, aunque mi marido y yo queremos informarnos sobre proyectos de voluntariado en los campamentos de refugiados e, igualmente, el año que viene, intentaremos traer a la hermana pequeña de Yusef, para que así estén un verano los tres juntos en España. Seguro que será una experiencia que no olvidarán, y nosotros tampoco.
En el futuro, Cristina dará que hablar, por su entrega y su personalidad decidida. Estaremos atentos para volver a entrevistarla.
- Máster Universitario en Formación del Profesorado de Educación Secundaria