Ana Gugel
Analizamos el reto de lograr que las mujeres elijan carreras STEM. A través de distintas experiencias valoramos la importancia de este Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia 2021.
Piensa en hombres científicos destacados a lo largo de la historia. Seguro que son muchos los nombres que surgen en tu cabeza. Haz lo mismo con alguna mujer referente en la ciencia. Quizá no te surjan tantos nombres. ¿Te suenan Rosalind Franklin o Lise Meitner?
Rosalind Franklin logró con el difractómetro de rayos X fotografiar la cara B del ADN hidratado, la famosa Foto 51, columna vertebral del ADN. En 1962, sus colegas fueron galardonados con el Premio Nobel. Su nombre ni se mencionó, como reflejaron los periódicos al publicar la noticia. Lise Meitner fue la física responsable de la fisión nuclear, un logro por el que su compañero se llevó el Premio Nobel en 1944.
Son algunos ejemplos de mujeres que hicieron grandes contribuciones a la ciencia y que no fueron reconocidas. En el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia queremos incidir en la importancia de la educación para fomentar en las más pequeñas el interés por la ciencia, que apuesten por carreras científicas y que busquen referentes.
Datos preocupantes
Según los datos de la Unesco, solamente el 28% de los investigadores científicos de todo el mundo son mujeres. Llamativo. La ausencia de vocaciones femeninas en las carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés) es preocupante. Si nos centramos en nuestro país, el dato es más bajo. Un estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), señala que tan solo el 21,2% de los investigadores principales en España son mujeres.
Las pocas vocaciones se reflejan en datos como este: en España de cada cinco estudiantes de ingeniería solo uno es mujer, como recoge un informe realizado por UNIR en colaboración con Infoempleo. Hay carreras como Ingeniería de Computadores, Desarrollo de Software o Informática en las que la presencia femenina se sitúa por debajo del 15%.
Los expertos del estudio “Women in The Digital Age” para la Comisión Europea coinciden en señalar que hay una edad crítica, entre los 12 y los 16 años, en la que se deberían diseñar estrategias para motivar a las niñas para que cursen estudios STEM. Hay una percepción, todavía muy arraigada, de que la tecnología es “cosa de chicos”, algo que se interioriza desde edades muy tempranas.
De hecho, un estudio publicado por investigadores franceses en la revista Science, señala que la falta de interés en la ciencia y la tecnología de las niñas tiene su origen en las edades más tempranas, entre los seis y siete años. Según ese artículo, se produce porque han asumido determinados estereotipos como atribuir a los hombres más talento para esas materias.
Romper con los estereotipos
Estos datos ponen sobre la mesa la necesidad de cambiar muchas cosas en la sociedad. Detalles como los que señala Almudena Ruiz, coordinadora académica adjunta del Máster Universitario en Inteligencia Artificial de UNIR, “desde muy pequeños se marcan las diferencias entre chicos y chicas, por ejemplo, con los juguetes o con los libros que leen.”
Es primordial luchar contra estos estereotipos, ya que “existen prejuicios asociados a las chicas que estudian ingenierías, y más concretamente ingeniería informática, que no son ciertos, tales como que solo les gustar jugar a videojuegos, la cultura japonesa, o ser solitarias, y no es así”.
Algo en lo que coincide Natalia Serrano, profesora del Área de Didáctica de las Matemáticas y de las Ciencias Experimentales de UNIR, que incide también en la falta de cultura científica. Como afirma, “todavía se describe al científico como un friki, inadaptado social, un ser muy inteligente, pero despistado”.
Hay que atraer a las mujeres hacia las ingenierías y carreras de índole científica, estamos desaprovechando ese talento
Ni de chicos ni de mentes privilegiadas
Cristina Amorós, matemática y también profesora de UNIR, cuenta su propia experiencia: “El verano antes de comenzar la carrera de matemáticas, participé como azafata en un stand y uno de los organizadores me preguntó sobre qué iba a estudiar. Al decirle que matemáticas su respuesta fue: “Yo pensaba que todos los que estudiaban matemáticas eran, hombres, bajitos y con gafas”.
Es necesario eliminar estos estereotipos y transmitir el mensaje de que las ciencias, y en concreto las ingenierías, no son exclusivas del género masculino, o que son inalcanzables para mentes no privilegiadas. “Hay que acabar con ese estigma. Si no intentamos atraer a las mujeres hacia las ingenierías y carreras de índole científica, estamos desaprovechando el 50% del talento de la población”, indica Natalia Serrano.
Hacen falta ingenieras, matemáticas y físicas que estén presentes en el ámbito de la ciencia y en los espacios de poder de dicho ámbito. “Que aporten diversidad y la manera femenina de vincularse y de crear equipos”, destaca Almudena Ruiz. Porque, como señala Cristina Amorós, el trabajo colaborativo de hombres y mujeres en la ciencia, en la vida y en cualquier disciplina, nos llevará siempre más lejos.
Necesidad de referentes
Por eso, resultan fundamentales iniciativas como la de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas, #Nomorematildas. que quieren fomentar el interés de las niñas en un ámbito siempre asociado a los hombres. Demostrando que muchas mujeres tuvieron y tienen un papel esencial en la ciencia.
Iniciativas aplaudidas y esenciales, como señala Natalia Serrano, “en el caso de las mujeres, enseñarles ejemplos de científicas que dirigen sus propios laboratorios, que hacen grandes descubrimientos, que publican patentes. Dar a conocer cómo las mujeres forman parte de la ciencia al igual que los hombres, qué descubrimientos debemos a ellas, creo que es fundamental.” Otro ejemplo de ello es la iniciativa de UPCT.
Para Almudena Ruiz, ingeniera informática, son necesarios referentes cercanos, de a pie de calle, que muestre a las chicas que la ciencia también es para ellas. “En Secundaria y Bachillerato mis profesoras de Matemáticas, Física, Química y Tecnología fueron mujeres, que nos mostraron la ciencia desde su mirada femenina. La profesora de Matemáticas nos invitaba a participar en las Olimpiadas matemáticas que llevaban poco tiempo celebrándose, y las profesoras de Física y Química se unieron a esa primera edición de la Feria de la Ciencia en Madrid y nos contagiaron su entusiasmo para participar en ella”, recuerda.
Cambiar las cosas
Almudena ha desarrollado su vida profesional en un ambiente masculino. Considera que no ha tenido la sensación de que nadie le dijera “esto es cosa de hombres”, pero remarca: “ sí creo que por ser mujer se han discutido más mis decisiones como profesional. Con preguntas muy obvias sobre mis conocimientos, o incluso cuestionando mis decisiones esperando a que un compañero varón las ratificara”.
Un reflejo de la necesidad de cambiar las cosas, que requiere también otros aspectos, como hacer entender que las ingenierías no son solo matemáticas. Mostrar los cambios que se producen gracias a ella y cómo cambian la vida de la gente. Enseñar que la ingeniería impacta en la sociedad, haciéndola mejor.
“Creo firmemente que si nos enseñan qué utilidad tienen en nuestra vida diaria se generaría más interés y atraeríamos más estudiantes hacia las ciencias en general y las ingenierías en particular”, señala Natalia Serrano. Es en este punto donde la educación juega un papel fundamental y la clave está en cómo se enseñan las ciencias. La labor de los docentes en las escuelas es imprescindible.
La importancia de la educación
Natalia, profesora de la Facultad de Educación, tiene claro la importancia de utilizar el juego, la tecnología y la práctica para atraer a los niños y que participen de su aprendizaje; que se hagan preguntas y busquen las respuestas. “Yo les explico a mis alumnos que todos somos capaces de generar electricidad y para ello pongo ejemplos del día a día y sobre todo suscito su curiosidad a través de preguntas. Les hace plantearse lo poco que conocen, cómo funciona su mundo”.
Aboga por realizar experimentos demostrativos, de verificación y no solo disecciones o plantar vegetales. Cuanto antes se empiece mejor, porque lo que se ve que es muchos estudiantes de Secundaria, llegan desmotivados a esta etapa. Por eso hay iniciativas como `Scientix´a nivel europeo, que ayuda a los profesores para promover precisamente las profesiones STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics).
La clave de las matemáticas es entenderlas bien, cómo nos las enseñan es un factor determinante
Muchas veces se enseña de una forma totalmente descontextualizada, sin utilidad en la vida diaria. Cuántas personas han memorizado datos, fórmulas y teorías, tan solo para poder aprobar un examen. Como menciona Carmen Romero, coordinadora del Área de Didáctica de las Matemáticas y Ciencias Experimentales de UNIR, la formación en competencias solo es posible si se adoptan modelos de enseñanza centrados en el alumnado, teniendo en cuenta que el objetivo no es enseñar, sino aprender.
Algo de lo que no duda Cristina Amorós, profesora de la Facultad de Empresa de UNIR. Para ella, la clave de las matemáticas es entenderlas bien y cómo nos las enseñen es un factor determinante. “Recuerdo a mi profesora de Matemáticas del colegio, su manera de explicar, su forma de entenderlas y de hacerlas entender, hizo que cambiara esa visión errónea que yo también tenía. Te forzaba a reflexionar. Si no lo haces, no aprendes. Me di cuenta de que reflexionando podía llegar a entenderlo y eso me enganchó a las matemáticas”.
Matemáticas, ¿hay diferencias entre chicos y chicas?
Precisamente, sobre las matemáticas existe una percepción generalizada acerca de la existencia de diferentes capacidades para su aprendizaje y utilización entre hombres y mujeres, señala Carmen Romero. Para la coordinadora del Área de Didáctica de las Matemáticas y Ciencias Experimentales de UNIR, este tema ha sido objeto de numerosas investigaciones que, si bien han constatado la existencia de esta brecha, la asocian de manera casi unánime a factores socioculturales.
Indica que estudios realizados con alumnado de Secundaria aseguran que las mujeres se sienten menos seguras de sí mismas con relación a esta materia. Como recoge el informe `El desafío en las vocaciones STEM´, los alumnos de estas edades señalaban la dificultad académica como principal motivo para no estudiar una carrera de este ámbito.
Para la profesora Cristina Amorós, aunque existen estudios que demuestran que desde tercero de primaria y en años sucesivos, los chicos obtienen mayor puntuación que las chicas en las asignaturas de ciencias, la diferencia no es grande. En su opinión hay otras causas. Los adolescentes, chicos y chicas, buscan una referencia y en muchas familias el porcentaje de hombres que han estudiado ciencias es mayor que el de mujeres. Además, están los referentes de la sociedad que tampoco existen.
Referentes en los colegios
Por eso, iniciativas como `Una ingeniera en cada cole´ lanzada por AMIT-Aragón son importantes. Como señala Almudena Ruiz, “ver mujeres que les abran la mirada y les hagan creer que de verdad ellas pueden olvidándose así de la inseguridad femenina”.
Considera que “ las chicas deben elegir la carrera en un momento de especial dificultad como es la adolescencia, cuando la presión de grupo es más fuerte, los estereotipos están más marcados y salirse de lo convencional es más difícil”.
Como relata, contando su propia experiencia, “no había soñado con estudiar ingeniería informática, ese nombre apareció un año antes de decidir la carrera. Recuerdo a un amigo que estaba estudiando informática que me intentaba cuestionar mucho sobre mi decisión, si de verdad eso sería para mí, si me gustaba, si era muy difícil…pero en aquel momento no le hice mucho caso porque estaba segura y decidida”. Pero no todas las chicas tienen esa seguridad o el apoyo y los referentes necesarios.
Un camino diferente
En las carreras de ciencias, hay ramas como la medicina o la biología, en las que hay más mujeres. Como destaca Natalia Serrano, bióloga, “en la carrera éramos una gran mayoría”, pero en carreras más técnicas no ocurre lo mismo.
Para Cristina Amorós, “en esos momentos de la vida es muy importante tener cerca a alguien que te conozca, que quiera lo mejor para ti, que tenga visión de futuro. Yo tuve la suerte de tenerlo y ese empujón que encaminó hacia las matemáticas. Sabía que quería estudiar algo de ciencias, pero fue mi padre quien me dio el empujón definitivo”.
Una decisión de la que se siente orgullosa: “las matemáticas se ven como algo difícil de dominar solo alcanzables para algunos privilegiados, pero no es cierto. Todavía hoy, comentas que has estudiado matemáticas, y algunos se sorprenden y en cierto modo, eso me gusta. Noto que otorga personalidad, cierto reconocimiento, me hace sentir orgullosa de haber elegido un camino diferente”.
Sin duda, queda mucho por recorrer y hay que seguir dando pasos para que más mujeres elijan ese camino, para que llegue un momento en el que no se vea “diferente”. Luchar contra los estereotipos, fomentar las vocaciones y el interés por este tipo de carreras, mostrar los referentes y trabajar en los colegios desde edades muy tempranas.
- Grado en Educación Infantil
- Grado en Educación Primaria
- Máster Universitario en Formación del Profesorado de Educación Secundaria