Patricia Solís García
El 20 de noviembre de 1959, la Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración de los Derechos del Niño. En la misma fecha de 1989 se logró el acuerdo de la Convención sobre los Derechos del Niño, de obligado cumplimiento para todos los países firmantes.
UNICEF nos anima por ello a celebrar el Día Mundial de la Infancia cada año el 20 de noviembre para poner el foco en la vulnerabilidad de los niños y adolescentes.
Dedicamos este día a tomar consciencia de que los niños son un colectivo vulnerable que ven comprometidos sus derechos a la salud, la educación y la protección en gran parte por su entorno social.
El entorno social es fundamental, por ejemplo, para comprender el fenómeno del consumo de drogas y de otras adicciones no relacionadas con sustancias. Según los datos del Plan Nacional sobre Drogas (2021), en España el consumo de alcohol tiende a iniciarse en torno a los 13 años y casi 2 de cada 5 adolescentes declara haberse emborrachado alguna vez en los últimos 30 días.
Además, la prevalencia de consumo de sustancias psicoactivas predominantes (alcohol, tabaco, cannabis y cocaína) es más elevada entre aquellos que cuentan con amigos que también consumen.
Por otro lado, en 2021, el 20,1% de los estudiantes de 14 a 18 años ha jugado con dinero online y/o presencial. Los estudiantes que realizan un juego problemático con dinero tienen también mayores prevalencias de consumo intensivo de sustancias como el alcohol, el cannabis y el tabaco.
El consumo de sustancias psicoactivas (legales y/o ilegales) influye también en el rendimiento académico de los adolescentes, encontrando así peor rendimiento, más repeticiones de curso, la realización de pellas y dificultades para concentrarse en clase.
Entornos de protección
Para garantizar el cumplimiento de los derechos antes mencionados debemos crear entornos de protección y el ámbito educativo es, sin duda, un entorno ideal para trabajar la prevención. En este sentido, el 96,3% de los alumnos de 14 a 18 años coinciden en señalar que para intentar resolver los problemas asociados con las drogas lo prioritario es la educación en el ámbito escolar (PNSD, 2021).
La evidencia científica apoya la eficacia de los programas impartidos en este ámbito. Ahora bien, teniendo en cuenta la edad de inicio del consumo, es necesario trabajar a nivel preventivo desde la etapa de educación primaria. Estos programas deben dirigirse a infundir en el alumnado hábitos saludables y a concienciar acerca de las consecuencias que conlleva el consumo de sustancias.
La prevención debe ser una tarea diaria en el centro educativo.
Se debe trabajar también la tolerancia ante el fracaso, las estrategias de afrontamiento optimistas, la toma de decisiones, la resolución de problemas, las habilidades comunicativas y la búsqueda de ayuda. Asimismo, la prevención debe ser una tarea diaria en el centro educativo, realizada de manera transversal y acompañada de otras actividades.
Los docentes deben comprender las señales que indican una conducta problemática y que se pueden ver a edades tempranas, y deben ser capaces de abordar los factores de riesgo relacionados con el abuso de las drogas y otras conductas adictivas no relacionadas con sustancias.
Atender al alumnado que presenta un mayor riesgo de conductas adictivas requiere de unos conocimientos y formación docente especifica que permita diseñar y llevar a cabo programas de prevención e intervención en el aula. Estos conocimientos precisos puedes adquirirlos con el Máster Universitario de Atención Educativa y Prevención de Conductas Adictivas en Niños y Adolescentes.