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Disgrafía y disortografía: qué son y cómo trabajarlas en clase

Los menores pueden presentar dificultades a la hora de escribir, como disgrafía o disortografía. El diagnóstico de estos trastornos es clave para saber cuál es el plan de intervención más conveniente para este tipo de alumnado.

Aunque un niño puede manifestar ambas dificultades a la hora de escribir, la disgrafía y la disortografía  son dos cuadros diferentes tanto en su sintomatología como en su intervención educativa o tratamiento. En UNIR analizamos las diferencias entre disgrafía y disortografía y cómo abordarlas.

A grandes rasgos, podríamos decir que la diferencia principal entre un alumno con disgrafía y otro con disortografía reside en la legibilidad de la grafía (letra). La escritura del primero es indescifrable en su trazado y composición del escrito, mientras que el dibujo de la grafía de un niño con disortografía puede ser correcto, legible, pero su expresión escrita es ortográficamente errónea.

¿Qué es la disgrafía?

La disgrafía es el trastorno del aprendizaje que se manifiesta en los niños mediante una escritura deficiente. Los menores que tienen disgrafía suelen sufrir una falta de habilidades motoras, por lo que no presentan necesariamente problemas intelectuales, neurológicos, sensoriales, afectivos y sociales.

Este desorden se relaciona con el acto motriz que consiste en transcribir el lenguaje verbal al lenguaje escrito. Por esta razón, es común hallar en alumnos con disgrafía problemas relacionados con déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad.

Características de la disgrafía

  1. La grafía del alumno se caracteriza por estar formada de letras de gran tamaño. También es habitual la escritura inclinada, los espacios exagerados entre las letras que componen la palabra o, todo lo contrario, escribe las letras demasiado apretadas.
  2. El niño no respeta el interlineado ni los márgenes. Es frecuente que se salte renglones.
  3. El acto de escribir, además, le requiere un notable esfuerzo. Se queja de que se cansa e, incluso, evita la tarea.
  4. No es capaz de guardar una postura correcta a la hora de escribir.
  5. No sabe coger el lápiz correctamente y/o aplica demasiada fuerza en el trazo.
  6. Escribe demasiado rápido o mucho más despacio a lo esperado según su edad y maduración.

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Actividades para trabajar la disgrafía en el aula

A la hora de plantear actividades en clase, estas deben estar enfocadas a subsanar los errores más comunes que comete el alumno y a las posibles causas de su disgrafía: pueden ser dificultades motrices (torpeza motora), de lateralidad y orientación espacial, déficit en la función perceptivo-motora, trastornos del esquema corporal…

Estos serían algunos ejercicios y recomendaciones orientados a trabajar con un alumno disgráfico en clase:

  • Elegir el material adecuado para que el alumno mejore el agarre del lápiz: lápices gruesos, rotuladores, adaptadores para lápices…
  • Corregir la postura del niño cuando se siente a escribir.
  • Dedicar unos minutos a ejercicios de relajación antes de la actividad, así como de lateralidad y de esquema corporal (por ejemplo: señalar las partes del cuerpo de su compañero).
  • Los puzles de palabras son una buena herramienta para entrenar la atención, la motricidad fina y el reconocimiento de fonemas con grafemas.
  • Para trabajar la motricidad fina también son recomendables los ejercicios de recortado con tijeras o el punzado de letras escritas en una cartulina.
  • Trazado guiado en la pizarra. El educador guía la mano del alumno mientras subraya con la tiza o rotulador líneas dibujadas previamente en el encerado.
  • Trazado al aire. El niño con su dedo simula escribir los grafemas que le indica el profesor.
  • Un clásico: fichas de precaligrafía en las que el niño tiene que subrayar dibujos punteados de líneas rectas, curvas o bucles.
  • Y, por último, el uso de mandalas para colorear, ideales para el manejo y control del lápiz, así como la atención y concentración.

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¿Qué es la disortografía?

La gran dificultad del alumno disortográfico es la adquisición y asimilación de la normativa ortográfica a la hora de construir un discurso escrito. En muchos casos, la disortografía viene asociada a la dislexia; de ahí que a veces se confundan ambos trastornos. En otros casos, el alumno manifiesta disortografía como un problema de aprendizaje específico: sin indicios de problemas en la lectura, discapacidad intelectual o déficit de atención.

Asimismo, se puede definir la disortografía como la alteración del lenguaje escrito, donde se observan dificultades en la ortografía y la escritura.

Características de la disortografía

¿Cuáles son los errores ortográficos más comunes en este alumnado?

  • Omisión de artículos y concordancias en número, por ejemplo: Me he comprado boli, La niñas juegan al fútbol…
  • Problemas de acentuación y en la expresión de verbos irregulares, por ejemplo: escribir haiga por “haya”, del verbo “haber”; escribido por “escrito”.
  • Dificultades en la correspondencia de fonema y grafema, especialmente a la hora de diferenciar b y d, b y p, hu y gü; por ej.: escribe güevo en lugar de “huevo”; beber en lugar de “deber”.
  • Adiciones en la escritura de palabras, por ej.: patitinete (patinete), Bilbado (Bilbao).
  • Inversiones en la construcción de palabras, por ej.: la palabra “planta” la escribe como pantal.

Además, el alumno con disortografía tiene dificultades para deletrear, debido a que confunde letras.

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Actividades para trabajar la disortografía en el aula

Al igual que sucede con la disgrafía, es necesario que el psicopedagogo pueda evaluar en qué áreas muestra dificultades el alumno con disortografía: problemas para discriminar auditivamente los fonemas, en su articulación; problemas visoespaciales en aquellos grafemas invertidos (b y p) o muy semejantes (a y e; m y n); o si el origen tiene que ver con un mal aprendizaje de la normativa ortográfica.

Aquí algunos ejercicios y recomendaciones para reeducar la escritura y ortografía:

  • Entrenar la lectura, incidiendo en las pausas y la entonación.
  • Trabajar la descomposición de palabras por sílabas: primero con palmadas y después escribiéndose separadas con guiones. Posteriormente, se puede presentar al alumno oraciones sin separación de palabras para que sea este quien las desligue.
  • Para mejorar la percepción auditiva se recomiendan los dictados de palabras con fonemas que puedan confundirse en su percepción auditiva o articulación. También un buen recurso es pedirle al alumno que cree listas de palabras que rimen.
  • Ejercicios para detectar la palabra intrusa. Se le presenta parejas de palabras —una de ella mal escrita— que contengan los grafemas en los que suele tener dificultades. Por ej.: mar/nar, pez/bez, calamar/caramal.
  • Hacer sopas de letras ayuda a la composición de palabras, el silabeo y mejorar la atención.
  • Ordenación de palabras desordenadas, por ej.: aplelp para que escriba “papel”.
  • Actividades de discriminación de figura y fondo para detectar grafemas escondidos.
  • Presentar una lista de oraciones con espacios en blanco para que el alumno los rellene con artículos, preposiciones, conjunciones…
  • En cuanto a la reeducación ortográfica, el objetivo es que el alumno con disortografía memorice y aprenda a aplicar las normas orto-gramaticales. Un recurso para que le resulte más sencillo es el uso de pictogramas para el aprendizaje de las reglas ortográficas.

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¿Cómo diferenciar la disgrafía y disortografía en el aula?

La labor del psicopedagogo es clave para la detección precoz de estas dificultades en el aprendizaje de la escritura y la pronta intervención. Tanto la disortografía como la disgrafía van a interferir en el rendimiento escolar del niño y en el aprendizaje del resto de materias. Pero, ¿cómo diferenciar la disgrafía y disortografía en el aula?

Lo primero que se debe tener en cuenta son las características que compone cada una de los trastornos descritos con anterioridad y evaluar los errores que cometen los alumnos para identificar qué tipo de problema presenta. Saber cómo se manifiesta la disgrafía y disortografía permite al docente diseñar, elegir y llevar a cabo actividades en el aula con los materiales didácticos clave para brindar la atención necesaria a los alumnos.

Para detectar la disgrafía en el aula, los dictados, las pruebas de escritura espontáneas y las copias son útiles. Por su parte, para determinar que hay un caso de disortografía, resultan convenientes las actividades de lectura, ejercicios de descomposición de palabras por sílabas y los dictados.

No obstante, sería un error diagnosticar con disgrafía o un disortografía a un niño menor de 6 o 7 años. Aunque algunos alumnos finalizan el ciclo de Infantil leyendo y escribiendo, no todos tienen el mismo ritmo madurativo. El aprendizaje y desarrollo de la lecto-escritura es objetivo del ciclo de Primaria, con el inicio en los primeros cursos, no antes.

 La evaluación psicopedagógica es el pilar sobre el que diseñar un programa de intervención educativa adecuado al alumno, incidiendo en los errores que comete habitualmente.   

Tanto la disgrafía como la disortografía pueden desencadenar en problemas de aprendizaje e, incluso, fracaso escolar. Por eso es básico saber detectarlas a tiempo y que los docentes cuenten con la formación y recursos necesarios para poder abordarlas.  

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