José Luis Aparicio Herguedas
En tiempos frágiles y cambiantes, los directivos y docentes deben ejercer un liderazgo resiliente para solventar crisis, transformar métodos pedagógicos y promover la inclusión, la innovación y el uso responsable de la tecnología.
Dirigir los centros educativos en un tiempo y circunstancias tan frágiles, complejas y cambiantes como las que vivimos, requiere de ejercer una forma de liderazgo especial por parte de directivos y docentes. Se precisa de un liderazgo resiliente para afrontar el día a día y conseguir crear un ecosistema con mayores capacidades de transformación e innovación
Continuas crisis sociales, humanitarias, económicas o sanitarias siguen impactando hoy en nuestros centros y aulas. Esto conlleva responder a nuevos retos pedagógicos como la inclusión educativa, la atención al alumnado diverso, el desarrollo de aprendizajes más profundos o la transformación de los métodos pedagógicos y de evaluación, mucho más participativos, junto con el uso responsable de la tecnología (Bolívar et al., 2022).
Para afrontar a estos desafíos y transformar el escenario pedagógico, son dos las habilidades clave a desarrollar por los directivos escolares y los equipos docentes desde una perspectiva del liderazgo resiliente en lo cotidiano: la comunicación entre directivos, docentes y familias; y la colaboración y creación de redes de trabajo.
Primera clave: la comunicación empática
La comunicación dentro de los centros requiere de poner en marcha un estilo comunicativo basado en la escucha empática, el acompañamiento, el diálogo y la reflexión conjunta. Con este enfoque se minimiza, en lo posible, el efecto abrumador de los entornos escolares y entre todos construyen respuestas efectivas, desde la conversación, la negociación y el acuerdo.
Este tipo de escucha promueve la conversación de los docentes, alumnado y familias, para así comprender qué les ocurre y cómo lo sienten. Este método supera otras formas de escucha más básicas que parten del yo más que del nosotros, del problema más que de la búsqueda dialogada de soluciones.
Se trata de una comunicación centrada en: las interacciones, en el desarrollo de las capacidades de los docentes, en el descubrimiento de sus talentos y en su empoderamiento. Además, promueve espacios de intercambio de ideas, escucha, debate, reflexión y creación, que redunden, de forma efectiva, en prácticas educativas más exitosas, innovadoras y garantistas de los aprendizajes.
Ya existen estudios prácticos de éxito promovidos en centros educativos donde se vencieron dificultades de aprendizaje y se mejoró la participación y la convivencia. Desde ese punto de inflexión, las instituciones académicas han impulsado estrategias de formación, diálogo y discusión.
Segunda clave: la colaboración
La colaboración es la segunda gran habilidad de los equipos directivos y docentes resilientes y transformativos. En este sentido, la cooperación y la creación de redes no se entiende como una opción, sino como una necesidad a atender e incluso una cultura a implementar en la vida del centro.
Así, crear cultura de colaboración supone motivar y formar a los docentes para que incorporen el espíritu cooperativo en su día a día y para que aborden en red los desafíos de cada momento. Es necesario, como sugiere Joaquín Gairín (2019) impulsar comisiones de trabajo entre docentes de áreas afines o equipos interdisciplinares para adaptar el currículo, mejorar la evaluación o atender problemas urgentes.
Además, podría ser efectivo impulsar la creación o la participación de los docentes en espacios formativos como las comunidades de aprendizaje profesional o grupos interdisciplinares de investigación-acción (Vaillant, 2019).
También, es beneficioso impulsar nuevas formas metodológicas que requieran de la colaboración entre docentes (de la misma o diferentes escuelas), con colectivos asociativos y entidades públicas o privadas con las que se compartan proyectos pedagógicos innovadores. Es el caso del aprendizaje basado en proyectos o el aprendizaje servicio que desarrollan redes de colaboración entre centros escolares y la comunidad (Red Española de Aprendizaje Servicio, 2020).
Nuevos líderes educativos
Por tanto, ejercer un liderazgo educativo resiliente y transformativo requiere de líderes colaborativos, que distribuyan los roles, las funciones y las tareas. Estos dirigentes miran el fenómeno educativo en horizontal, creando, impulsando, apoyando y participando en redes y plataformas para conectar docentes, escuelas, familias y comunidad.
En definitiva, líderes educativos cuya visión de la innovación y de la transformación pasen primero por el cambio en uno mismo, mientras promueven dinámicas de trabajo basadas en las personas, en las relaciones sanas, en el cuidado de los demás y en la creencia de un cambio que solo llega si todos lo quieren y posibilitan. Y este es el principio más básico de toda transformación para afrontar las circunstancias complejas en tiempos cambiantes.
(*) José Luis Aparicio Herguedas. Profesor del Máster Universitario en Liderazgo y Dirección de Centros Educativos de UNIR. Experto en formación y evaluación de competencias docentes, desarrollo profesional docente y liderazgo educativo.
Referencias bibliográficas:
– Bolívar, A., Muñoz, G., Weisntein, J. y Domingo, J. (2022). Liderazgo educativo en tiempos de crisis. Universidad de Granada
– Universidad ORT Uruguay (2019, septiembre 24). Joaquín Gairín: el trabajo colaborativo entre docentes [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=PZywk9iZ_i4
– Red Española de Aprendizaje Servicio (2020). Naturaleza de la red. https://www.aprendizajeservicio.net/conoce-red-aps/
– Vaillant, D. (2019). Directivos y comunidades de aprendizaje docente: un campo en construcción. Revista Eletrônica de Educação, 13(1), 87-106. http://dx.doi.org/10.14244/198271993073
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