Rosa María Peris Sirvent
En edades tempranas del crecimiento es esencial que los jóvenes sean capaces de identificar y manejar de forma adecuada los sentimientos para así desarrollar un bienestar psicológico y social positivo.
La educación emocional en la infancia y la adolescencia es crucial para el desarrollo integral de los individuos. Este desarrollo es fundamental para aprender a identificar y manejar las emociones y así alcanzar el bienestar psicológico y social. En este terreno necesitamos formarnos y, por tanto, alguien que camine a nuestro lado y nos vaya mostrando las posibles estrategias.
Si educar nunca ha sido tarea fácil, hoy, por las distintas circunstancias que se viven en el mundo, se manifiesta la necesidad de procurar y gozar de salud mental y, por ello, quizá se precise mayor preparación.
Ese es el objetivo del Máster de Formación Permanente en Acompañamiento Educativo de UNIR, donde la educación emocional se convierte en una de las principales herramientas que se presentan. Este tipo de formación es imprescindible para fomentar la resiliencia y la empatía en las nuevas generaciones.
La inteligencia emocional
Lograr este objetivo en las primeras etapas de la vida supone tener al lado alguien que apoye, proponga, sostenga, guíe y haga a los jóvenes sentirse escuchados y no juzgados. Fomentar la inteligencia emocional en los niños y jóvenes es fundamental para su bienestar y desarrollo personal.
Cada niño es único, por lo que, al acompañar, se tendrán que adaptar las acciones según la situación y la relación que se tenga con ese joven. La empatía y la comprensión son claves para ayudarlos a manejar sus sentimientos, ya que identificar y cuestionar nuestras emociones nos permite vivir de manera más plena y satisfactoria.
El acompañamiento educativo es fundamental para el desarrollo emocional de niños y jóvenes. por qué:
- Ayuda al autoconocimiento emocional que permite regular las respuestas emocionales y ser más conscientes en la toma de decisiones. Los niños aprenden a identificar sus propias sensaciones, entender qué las desencadena y cómo influyen en su comportamiento.
- Ayuda a reconocer, identificar y expresar adecuadamente las emociones, es imprescindible para regularlas, ya que, desde temprana edad, los niños experimentan una amplia gama de sentimientos y es importante facilitarles una buena comprensión emocional.
- Promueve la empatía y el asertividad. Enseña a ponerse en el lugar de los demás, comprender sus emociones y actuar de manera solidaria, sin dejar de poner los límites saludables en sus relaciones interpersonales.
- Previene la ansiedad, la depresión y el estrés porque la educación emocional fortalece la resiliencia necesaria pare reducir problemas de salud mental.
La figura del mentor
El papel del educador como acompañante en la gestión de las emociones es fundamental. Gran parte del éxito de esa tarea depende del modo cómo se acepta y se acoge a la persona y a sus emociones, con independencia de la conducta que tenga el niño o el adolescente.
Para llevar a cabo un acompañamiento educativo efectivo que fomente la educación emocional, el mentor o tutor debe cumplir con ciertas condiciones y prepararse adecuadamente. Entre ellas destacamos:
- El mentor debe ser empático y comprensivo. La empatía es fundamental para establecer una conexión genuina y de confianza. Dispuesto a escuchar y entender las emociones y experiencias de los niños y jóvenes.
- Debe capacitarse a través de cursos, talleres o lecturas especializadas para estar familiarizado con conceptos clave de educación emocional, como la inteligencia emocional, la autorregulación y la empatía.
- La comunicación efectiva es esencial. EL mentor debe expresarse de manera clara y positiva, ser capaz de escuchar activamente y hacer preguntas abiertas para fomentar la reflexión y el diálogo.
- Debe ser flexible y estar dispuesto a ajustar su enfoque según la personalidad, el contexto y las circunstancias de cada estudiante.
- El mentor también debe trabajar en su propio autoconocimiento emocional, para reconocer sus propias emociones y cómo estas pueden afectar su interacción con los estudiantes.
- El mentor debe mantener una relación profesional y ética con los estudiantes. Debe establecer límites claros y respetar la privacidad y confidencialidad de las emociones compartidas: ética profesional.
- La investigación sobre educación emocional está evolucionando, por lo que se precisa que el mentor esté al día de los avances en esta área.
En resumen, se puede asegurar que un mentor o tutor preparado y comprometido puede marcar una gran diferencia en el desarrollo emocional de los niños y jóvenes.
(*) Rosa M.ª Peris Sirvent. Docente de la Facultad de Educación de UNIR. Licenciada en Ciencias de La Educación. Máster en Educación. Máster en Asesoramiento Educativo Familiar. Asesora de Proyectos educativos en países latinoamericanos, Italia y Bélgica.
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