Ingrid Mosquera Gende
Tercero de una serie de artículos en los que abordamos la importancia de la observación en las diferentes etapas educativas mediante el relato, en primera persona, de profesores con una dilatada experiencia docente. En esta ocasión, hablaremos de la Educación Secundaria Obligatoria.
En los dos artículos anteriores, prestábamos especial atención a las etapas de Primaria y de Formación Profesional. En esta ocasión, de nuevo de la mano de grandes docentes, nos centraremos en la observación en Educación Secundaria, para ver sus características y posibilidades.
Cristian Olivé: “Observar me ayuda a reconducir propuestas”
Cristian Olivé es licenciado en Filología Catalana por la Universitat de Barcelona. Actualmente, trabaja en la Escola Joan Pelegrí de Barcelona impartiendo la materia de Lengua y Literatura en Secundaria. La metodología de trabajo que defiende prioriza la proximidad de los contenidos a la realidad adolescente. Ha impartido cursos de formación de profesorado y ha escrito diversos artículos educativos.
A través de su cuenta de Twitter, @xtianolive, comparte materiales y reflexiones del día a día de sus clases. Dicha actividad en las redes sociales le ha valido una gran presencia en los medios de comunicación. Recientemente también se ha estrenado como novelista, con su obra Aquellas galletas de canela, en la que educación y literatura se unen para narrar una historia de amistad y tolerancia. Estas son sus reflexiones acerca de la observación.
Cuando inicio un nuevo curso, me digo: “La experiencia es un grado, pero no es suficiente”. Me gusta tener siempre en cuenta que los tiempos cambian y que, con ello, los alumnos también son siempre distintos. En los años que llevo impartiendo clases, he podido comprobar que algunas de las actividades que me funcionaban al principio, ahora han quedado obsoletas.
Lo cierto es que prolongar en el tiempo una misma propuesta educativa puede implicar de manera inevitable que nos olvidemos de las nuevas generaciones y de sus inquietudes y motivaciones. Desde hace ya un tiempo, procuro incorporar aspectos de la realidad de mis alumnos en mis clases de lengua y literatura.
Me suelen preguntar de dónde me vienen las ideas. La respuesta es fácil: observando a mis alumnos, comunicándome con ellos e interesándome por sus gustos. Buena parte de las propuestas que he llevado a cabo, han surgido tras un análisis en positivo de la realidad en la que se mueven.
Cada grupo de alumnos y cada nivel es distinto y, en alguna ocasión, incluso he tenido que ingeniármelas para ofrecer una misma actividad pero con pequeñas variaciones. Requiere esfuerzo y dedicación, pero da muy buenos frutos. Los alumnos agradecen que los tengamos en cuenta y, precisamente por esta razón, es importante que evitemos juzgar de forma peyorativa sus gustos. No se trata de compartirlos, sino de tenerlos en cuenta.
En mi caso, el mejor modo de expresarles el respeto hacia sus intereses es incorporándolos en mis clases. Me sirve para captar su atención y, además, para demostrarles que lo que estudiamos en mi materia tiene una aplicación indiscutible en la realidad. Observar me ayuda a reconducir algunas propuestas y también a plantear otras nuevas sobre cuestiones que no tenía en mente.
Al hacer las valoraciones con el grupo clase, he percibido mayor motivación cuando el efecto sorpresa de las actividades jugaba un papel predominante. Tanto la autoevaluación como la coevaluación me han reportado una visión más amplia del trabajo realizado. Además de la información recogida, me da la sensación de que se sienten más cómplices de su proceso de aprendizaje.
Carolina Pérez: “Observar es percibir el aprendizaje dentro del aula”
Carolina Pérez Ramírez es docente en Educación Secundaria desde el año 2006. Imparte Tecnología, TIC y Technology. Coordina un proyecto de innovación del programa CITE del Plan Innovated sobre la Implementación de un Ecosistema Digital en el centro en el que trabaja, IES Mariano Barbacid, en Extremadura.
Considera que el uso de metodologías activas y las TIC son fundamentales para motivar a los alumnos, sin olvidar la inteligencia emocional y la inclusión dentro del aula como base para formar futuros ciudadanos. Es autora del blog Tecnoenseñando, desde el que nos abre una puerta para adentrarnos en sus clases. Puedes seguirla en Twitter, @cprtecnologia. En las siguientes líneas, comparte con nosotros su visión de la observación.
Son muchos los retos a los que los docentes nos enfrentamos con ilusión y esfuerzo para ofrecer a nuestros alumnos un proceso de aprendizaje integral inclusivo. Resulta necesario introducir recursos innovadores como metodologías activas y herramientas TIC para sorprender a los estudiantes y ofrecerles los contenidos de una forma novedosa.
Todo ello, por supuesto, adaptado a las características de nuestros alumnos y a los contenidos a impartir. Pero, ¿Cómo podemos saber si esos cambios van a beneficiarles en su proceso de aprendizaje?
Llegados a este punto, la observación se convierte en un valioso recurso educativo. Observar es percibir los fenómenos relacionados con el aprendizaje dentro del aula. La observación nos ayudará a obtener información valiosa sobre la organización en el aula, la ubicación de los alumnos, las relaciones entre los mismos y el clima emocional general.
Para facilitar la recogida de datos y la evaluación por observación, podemos usar recursos como registros anecdóticos, líneas del tiempo de las experiencias vividas, registros audiovisuales del proceso de trabajo, entrevistas, rúbricas o dianas de evaluación, entre otras posibilidades.
A través de ellos podremos evaluar nuestra propia labor docente, así como promover una autoevaluación o coevaluación en la que participen todos los alumnos, convirtiéndose el proceso de observación en una actividad participativa y valiosa para todos.
Manuel Fuentes: “La observación no es solo ver, sino también hablar y escuchar”
Manuel Fuentes es profesor de Secundaria, especialidad Biología y Geología, con más de 21 años de experiencia. Desde 2007 también es profesor AICLE (inglés). Ha formado parte del equipo directivo de su centro, en Gran Canaria, ha sido coordinador para Canarias de materias científicas AICLE, formador de profesorado, coordinador Erasmus+, presidente de tribunal de oposiciones de secundaria y coordinador de centro de varios programas de las redes educativas de Canarias.
También elabora material educativo para cursos y realiza curación de contenidos para la Consejería de Educación. Además de para la impartición de AICLE tanto para inglés como alemán, Manuel también está acreditado para la capacitación en el uso de entornos virtuales de aprendizaje y como docente en aulas de establecimientos penitenciarios. A continuación, nos desgrana las ventajas de la observación.
Considero la calidad educativa como el objetivo principal de nuestro trabajo y me pregunto cómo se alcanza en la práctica. Para responder a esta cuestión utilizo una herramienta, a veces infravalorada, que es la observación, importantísima durante toda la carrera profesional docente.
Ya sea de manera formal o no formal, debemos tener en cuenta la observación, puesto que nos aporta evidencias sobre lo que ocurre en clase. Nos sirve para evaluar el proceso de enseñanza-aprendizaje, mejorar y desarrollar nuestras competencias docentes, guiar nuestras acciones y las del alumnado, identificar factores que dificultan o potencian su progreso y analizar el clima de aula.
Su uso al principio de curso resulta crucial, cuando llegan estudiantes nuevos al grupo, cuando queremos innovar usando una metodología o actividades no empleadas con anterioridad o cuando detectamos un patrón de comportamiento inusual en un alumno. También nos ayudará a sopesar la idoneidad de las rutinas o las normas de clase, así como en la gestión del aula.
Aunque es útil en todos los cursos tanto de la ESO como de Bachillerato, en 1ºESO siempre presto una especial atención debido a que el alumnado cambia de etapa, cambia de centro, puede cambiar de amigos, se amplía de forma considerable el número de materias y profesores, el tutor los ve pocas horas y entran en la adolescencia, con lo que esto conlleva.
En ese sentido, no debemos perder de vista las relaciones entre los estudiantes y las diferencias entre ellos. Ya que, aunque con características personales, cuando los juntamos en un aula emergen situaciones, comportamientos, actitudes o aptitudes no esperadas, tanto positivas como a mejorar.
La coordinación docente en la observación nos ofrecerá más pistas y posibilidades de conocer a los estudiantes en profundidad. En mi centro, tanto el profesorado como el alumnado realizan una observación dentro del aula a través de cuestionarios. Si en clase se usa el trabajo cooperativo la observación se verá reforzada. Para facilitar la participación de todos recomiendo la estrategia Think-Pair-Share.
A nivel práctico considero importante el uso de cuadernos o aplicaciones para tomar notas y poder dar una respuesta rápida, en muchas ocasiones sobre la marcha: ¿son los materiales y los recursos tecnológicos adecuados?, ¿es lógica la secuencia de actividades?, ¿estoy considerando las diferencias entre mis estudiantes?, ¿son autónomos?, ¿por qué está María despistada?, ¿por qué no participa Juan?
Hay muchas maneras y técnicas para observar, pero no consiste solamente en ver, sino también en escuchar y hablar. El docente pone el balón en juego y acto seguido gestiona y guía el proceso dentro del aula, dejando abiertas las puertas a lo inesperado.
Después de haber leído las aportaciones de los tres profesores invitados, se podría decir que la observación incluye conocer los gustos y preferencias de los estudiantes, así como mantener una atención activa dentro del aula. Y recordemos: deberíamos compartir información e impresiones con nuestros compañeros, de este modo podremos tener una visión global muy enriquecedora que nos ayudará a comprender a nuestros alumnos y a mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje.
- Máster Universitario en Formación del Profesorado de Educación Secundaria