Francisco Oleo
Faltan vocaciones sacerdotales y profesores de Religión debido a los cambios sociales, pero también por la ausencia de una preparación adecuada y la pasión necesaria para cambiar el mundo con el mensaje de Jesús. Esta docente de UNIR trabaja para darle la vuelta a esta situación.
Los profesores de Religión son auténticos héroes en un terreno cada vez más hostil, donde la falta de creencias y de valores de la sociedad actual no se lo pone nada fácil… “Estamos en un momento histórico en el que, por desgracia, esta vocación está desprestigiada, pero nos lo tenemos merecido por la falta de una preparación académica adecuada para impartir esta asignatura”, así de dura y realista se muestra Ana Menéndez de Zubillaga, coordinadora académica del Experto Universitario en Enseñanza de la Religión Católica en Educación Infantil y Primaria (DECA) de UNIR, nada más empezar esta entrevista.
También lo achaca a que “se piensa que dar clase de Religión es impartir catequesis, y al tener que retirar este contenido del aula como consecuencia de los cambios legislativos, muchos profesores se han quedado sin recursos, sin argumentos para cambiar vidas”.
Menéndez de Zubillaga considera, sin embargo, que la situación problemática que viven hoy estos docentes “es una ocasión para hacernos valer y destacar lo útiles que somos de cara a la vida familiar y profesional de las personas. La cuestión es que ser profesor de Religión requiere una gran exigencia y eso ahuyenta a muchos”, explica.
Para esta experta en personas y en almas, “la catequesis tiene que estar fuera del aula, debe ser un acto libre”. Es lo primero que les dice a los futuros profesores o cuando ejerce de asesora en distintos colegios.
La coordinadora académica del Experto en DECA participará en el II Congreso Iberoamericano de Profesores de Religión, que se celebrará los días 15 y 16 de abril en el CaixaForum de Madrid.
El objetivo de este encuentro internacional es, precisamente, impulsar la figura del profesor de Religión y promover una educación completa que abarque la dimensión espiritual del alumno, además de destacar la importancia del conocimiento de la religión para entender la cultura contemporánea.
La catequesis tiene que estar fuera del aula, debe ser un acto libre
Menéndez de Zubillaga forma parte de la primera promoción de la licenciatura en Ciencias Religiosas de la Universidad de Navarra. Pero antes estudió Derecho y ejerció en un bufete mercantilista, hasta que se dio cuenta de que aquello no era lo que más le gustaba. “Siempre quise ser profesora, pero en mi casa no bastaba con estudiar Magisterio”, afirma.
Trabajó una temporada en una empresa dedicada a organizar en los colegios las actividades extraescolares, y empezó en el mundo de la educación dando clases de informática en un colegio público de Madrid, donde aprendió lo que era un aula. “Descubrí que se me daba bien enseñar porque era capaz de mantener la atención de la gente”.
Sus ganas de aprender no parecen tener límite. Después de un año, se puso a hacer un máster y no paró de hacer entrevistas de trabajo. Rechazó dar clases de inglés porque, a pesar de que los idiomas se le dan muy bien, tenía claro que no era lo suyo como profesora. En cambio, sí aceptó dar clases de música en un colegio de Barcelona. Aunque no tiene ningún título relacionado con la música, toca todo tipo de instrumentos porque ha vivido la música en su casa desde siempre, con un padre compositor.
Y de la Música a la Religión. Aprovechando que se iba a poner en marcha la licenciatura en Ciencias Religiosas y que sería un título necesario para poder dar clases de Religión, le ofrecieron montar el departamento de esa asignatura. “Dije que sí enseguida, porque me pareció una gran aventura y me puse a ello. Estudiar Ciencias Religiosas me cambió la vida y la visión que tenía de la docencia”. Ahora está haciendo la tesis en Pedagogía, codirigida con Teología. No puede parar de aprender.
Estudiar Ciencias Religiosas me cambió la vida y mi forma de entender la docencia
Menéndez de Zubillaga explica que, al estudiar en UNIR el Experto Universitario en Enseñanza de la Religión Católica en Educación Infantil y Primaria, “que se corresponde con las cuatro asignaturas que se imparten, sales con la DECA, la Declaración Eclesiástica de Certificación Académica”.
Interior de la capilla de la Conferencia Episcopal Española.
Cada estudiante de UNIR tiene que ir a la Conferencia Episcopal para que se la expidan. Si le contratan en un colegio deberá presentar la DECA y desde el colegio informan a la Conferencia Episcopal sobre su idoneidad. Si la formación es la adecuada, si la persona está bautizada y si lleva una vida coherente con lo que va a enseñar en el colegio, podrá solicitar la autorización eclesiástica o misio canónica para un curso escolar. La idoneidad y la petición de la autorización desde los colegios se analiza cada año.
La asignatura de Religión no es obligatoria y cada Comunidad Autónoma decide si es evaluable o no, si cuenta para la media. “Lo importante para mí es que mis alumnos se quieran apuntar a clase, especialmente en un colegio público. En los centros con ideario católico no hay problema, ya que la asignatura de Religión es parte de la oferta”.
Pero también apunta que, a veces y precisamente por eso, los problemas pueden ser aún mayores aquí que en uno público, “por pensar que por el simple hecho de estar en un colegio católico ya tienes la formación adecuada para dar clase”.
A la hora de enfrentarse a una clase y conectar con los alumnos, enumera los cuatro frentes abiertos que debe tener en cuenta el profesor de Religión:
- La comunicación directa a través del cauce que supone la Biblia y el magisterio.
- Constatar cómo los conocimientos aprendidos en el aula sirven para mejorar.
- No tener vinagre, sino alegría, y ganarse a la persona ayudando a curar sus heridas.
- Cultivar la honestidad y la admiración que lleve a pensar a los alumnos que hay alguien más que ha podido crear todo esto.
“La vocación para estudiar Bellas Artes o Historia surge en gran medida porque alguien te las ha explicado en clase con pasión. Y si eso ocurre en otras carreras, no digamos si enseñas Religión. Es imprescindible tener una buena formación y poder explicar para qué estamos hechos y qué es lo que nos desarrolla como personas. Por eso, el aula de Religión debe ser, en primer lugar, un aula de antropología. No necesitamos simples recetas de vida, sino pasión por la vida”, dice.
El aula de Religión debe ser, en primer lugar, un aula de antropología. Necesitamos pasión por la vida
Menéndez de Zubillaga pone como ejemplo el colegio católico donde ha dado clase de Religión Católica durante 25 años. Y cuenta como a él asistían los hijos de muchos de los funcionarios de la Embajada iraní en España, musulmanes, porque sabían que “nuestro objetivo no era que la gente se bautizase, sino que fueran mejores personas. Además, estaban seguros de que íbamos a respetar los momentos de sus rezos en una zona especialmente habilitada para ello”.
Para empezar, recalca que un profesor de Religión no sustituye a la familia: “Su misión principal es acompañarla para que ellos sean los primeros educadores en la fe. Como docente, no puede sustituir a un padre o a una madre, pero sí fortalecer esa relación paterno-materno filial, porque la clase de un profesor de Religión se expande fuera de las cuatro paredes del aula. Echo de menos en muchos colegios de ideario católico que un padre o una madre se sienta valorado, protegido y que nunca sea sustituido”.
Di clase durante 25 años en un colegio católico y tuvimos como alumnos a muchos hijos de funcionarios de la Embajada iraní en España, porque respetábamos su espacio y sabían que nuestro objetivo no era que la gente se bautizase, sino que fueran mejores personas
Según la coordinadora del Experto de UNIR, “un buen profesor de Religión debe averiguar qué es lo que se piensa en casa sobre estos temas, y si no tienes la infraestructura necesaria en tu colegio, como suele pasar en los públicos, lo puedes resolver con un simple papelito que el alumno lleve a casa. En él puedes pedir a los padres que, por ejemplo, hablen en la cena de las vocaciones misioneras, para luego abordar el tema en clase. Si el colegio tiene un ideario católico, se pueden hacer muchas cosas, como actividades y retos a través de la web”, apunta.
Los desafíos en un colegio público son otros. “Si no se puede hacer la Primera Comunión, siempre puedes explicar, con otro lenguaje, que la gente que da la vida por los demás no son unos pringados”.
También piensa que es clave que el profesor de Religión no se aísle e interactúe con otros docentes del colegio, e incluso participe de vez en cuando en sus clases. “Para que un profesor de Religión no se sienta desplazado en un colegio público, debe tener claro que se puede colaborar. A los alumnos del profesor de Historia, les hago pensar en la Segunda Guerra Mundial y en cómo el cristianismo plantea el perdón para que no se vuelva a producir algo así. Lo importante es saber qué quiero mejorar de este mundo. Esto es lo que aporta la asignatura de Religión en un colegio, porque el mensaje cristiano es universal”.
Esta docente lleva a cabo una importante labor de campo fuera del aula a ambos lados del Atlántico con los profesores de Religión, a los que les explica, de entrada, que su asignatura tiene también un alto grado científico. “Yo lo que hago es aportarles puntos de reflexión y en UNIR he encontrado una herramienta ideal para dirigir la formación de los profesores de Religión para que puedan dar clase en Infantil y Primaria, que es donde acaba el periodo sensitivo de la admiración por Jesucristo, que para mí es fundamental”, subraya.
Además, considera que, como profesor, es muy importante vivir la sociedad que te ha tocado vivir para poder poner ejemplos reales: “Veo todos los días El Hormiguero porque me hace mucha gracia su presentador y me ayuda a conectar con mis alumnos. Tampoco me pierdo el programa Inocente, Inocente que se hace todos los 28 de diciembre. En ellos siempre puedes descubrir gente que da la vida por los demás, ejemplos de superación, historias que te permiten conectar mejor con tu clase. Si aprendes a trabajar determinados conceptos que rechazan los alumnos, consigues establecer puentes de unión con ellos”.
El lenguaje de evangelización ha cambiado y este es uno de los grandes retos que tiene el profesor en el aula
Atraer y conectar para transformar. “El lenguaje de evangelización ha cambiado y este es uno de los grandes retos que tiene el profesor en el aula, además de cómo presentarles a Jesucristo. Debemos conseguir que nuestra clase sea hiperatractiva, enseñándoles a analizar la vida de una forma reflexiva y constructiva para que sean mejores personas”.
Y para lograrlo, las clases virtuales que imparte en UNIR no son un freno, todo lo contrario, le permiten llegar más lejos y adaptarse a la vida de los demás. De hecho, lo demostró científicamente con su TFM al terminar su Máster en Tecnología Educativa y Competencias Digitales. “Es posible un encuentro humano digital, si bien los patrones son distintos”.
En una clase online, las actividades, el modo en el que la das y las presentaciones son esenciales para que todo vaya bien
Asegura, en contra de lo que se pueda pensar, que “entrar en un aula es muy duro. Puedes estar en una clase de forma presencial y no conectar con ningún alumno, porque no quieren estar contigo. En una clase online, las actividades, el modo en el que la das y las presentaciones son esenciales para que todo vaya bien. Procuro hacerles reflexionar siempre a través de ejemplos de vida y enseñarles a afrontar su futuro como profesores de Religión”.
¿Cómo puedo ser ‘profe’ de Religión?
Impartir clases de Religión en un centro educativo, ya sea público, privado o concertado, requiere los títulos comunes a los de cualquier maestro o profesor, pero también una formación específica que dicta la Conferencia Episcopal, que es la encargada por ley, en virtud de los acuerdos con el Estado, de la educación católica en nuestro país.
Para ser maestro y profesor de Religión en Educación Infantil y Primaria se requiere:
- Título de Maestro o Grado en Educación Infantil y/o Primaria.
- 24 créditos ECTS de Teología Católica y su Pedagogía.
Y para ser profesor de Religión en Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato es necesario tener:
- Licenciatura en Estudios Eclesiásticos o Graduado en Teología.
- Graduado en Ciencias Religiosas.
- Diplomado/Bachiller en Ciencias Religiosas
- 18 créditos ECTS de Pedagogía y Didáctica de la Enseñanza Religiosa Escolar.
Los requisitos concretos que pide la Conferencia Episcopal para ser maestro o profesor de Religión en un colegio son:
- Estar en posesión del título de Declaración Eclesiástica de Competencia Académica (DECA), expedido por la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis de la Conferencia Episcopal Española.
- Tener la Declaración Eclesiástica de Idoneidad (DEI) concedida por el Obispo de la Diócesis de la localidad donde se vaya a dar clase de religión. Puede ser revocada por el obispo cuando deje de cumplirse alguna de las consideraciones por las que se concedió y no tiene validez en otras diócesis.
- Tener la missio canonica, es decir, haber sido propuesto a la Administración educativa por el obispo de la Diócesis. La propuesta se renueva cada año, como dice el artículo III del Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales.