UNIR Revista
Llamamos el tercer maestro al espacio de aprendizaje, entendiendo que los dos anteriores son los padres y los profesores. El espacio-ambiente entendido como un elemento fundamental, que busca la conexión entre la arquitectura y el proyecto pedagógico. Después de hablar en un artículo anterior de la neuroarquitectura, abordamos ahora la influencia del espacio en nuestros cerebros y, en consecuencia, en los cerebros de nuestros alumnos.
Llamamos el tercer maestro al espacio de aprendizaje, entendiendo que los dos anteriores son los padres y los profesores. El espacio-ambiente entendido como un elemento fundamental, que busca la conexión entre la arquitectura y el proyecto pedagógico.
Después de hablar en un artículo anterior de la neuroarquitectura, abordamos ahora la influencia del espacio en nuestros cerebros y, en consecuencia, en los cerebros de nuestros alumnos.
El término del “Tercer maestro” lo acuñó Loris Malaguzzi, iniciador e inspirador de la metodología educativa de las escuelas de Reggio Emilia, -metodología que se explica en el Máster Universitario en Educación Personalizada online-. Malaguzzi decía que:
“El espacio como tercer maestro: Los niños pueden circular libremente por las aulas y los pasillos de las escuelas. Cada aula suele estar tematizada y se crean ambientes preparados que inviten al aprendizaje, la experimentación, la comunicación y la investigación.
Los pasillos también forman parte de la escuela y también pueden tener elementos que impliquen a los niños y les ayude en su desarrollo. Un espacio bien preparado actúa también como maestro, por tanto, la organización del entorno físico es crucial”.
El modelo pedagógico de Reggio-Emilia.
En la educación del siglo XXI atender y pensar en el diseño de las aulas es una actitud inteligente y con una visión amplia de lo que es la educación.
Cambio de paradigma educativo
A estas alturas podemos decir que existe consenso en cuanto a la necesidad de un cambio de paradigma educativo y, por continuidad, entenderíamos el cambio de las infraestructuras de los centros educativos, de acuerdo con las siguientes propuestas:
1. Aulas diseñadas para el desarrollo del aprendizaje en vez de para la enseñanza.
2. Nuevos espacios en los que la interacción entre los alumnos y el profesor sea una realidad.
3. Espacios que se reserven para actividades con los padres.
4. Se pensará en la ubicación de los equipos informáticos, de las pizarras digitales o de las televisiones. La conectividad real y en todo el centro.
5. Aprovechar todos los rincones del centro y diseñarlos para la formación formal y la formación informal.
6. Que el mismo edificio se considere una herramienta para el aprendizaje.
7. Pensar en el cambio del mobiliario con elementos más ergonómicos.
Los alumnos pasan una media de seis horas en el aula
¿Sabías que nuestros alumnos pasan una media de seis horas en sus aulas? Lo natural es que se encuentren cómodos para desarrollar su trabajo diario y que elementos claves como la luz, el sonido, el color o el mobiliario acompañen y beneficien su trabajo.
De hecho, en un estudio científico que se puede encontrar en journals.plos se llegó a la conclusión de que, mantener una ventilación adecuada y el confort térmico en las aulas podría mejorar significativamente el rendimiento académico de los estudiantes.
El ruido socava las habilidades de lectura, escritura y comprensión
El ruido es molesto en cualquier situación y más en el momento que necesitas concentrarte o atender a las indicaciones de tu profesor. Y de acuerdo con Di Sarno (2002) el ruido hace que sea difícil concentrarse en la tarea que se realiza y, en consecuencia, socava las habilidades de lectura, escritura y comprensión, así como el rendimiento académico general.
Al igual ocurre con la luz porque la calidad y cantidad de luz, de la propia iluminación, influye en la percepción de confort en el espacio del aula. Hay autores que defienden la idea de que aborda el estudio de la iluminación artificial en los espacios docentes y las emociones, y lo que ésta provoca en los alumnos.
En definitiva, se nos presenta un nuevo reto, proponer diseños innovadores que respondan al cambio de paradigma, en el que entendamos la infraestructura educativa como un lugar de encuentro de ideas, pensamientos y en general de vidas de personas que se relacionan e interactúan entre sí y con el ambiente, y que pasan muchas horas en esa infraestructura.
Es imperativo diseñar una infraestructura educativa que genere espacios que favorezcan el aprendizaje pero que sea de calidad.