UNIR Revista
El emprendedor educativo es clave para fomentar una cultura emprendedora de forma transversal desde una edad temprana, ya que es sinónimo de impulsar la creatividad, la autonomía y el trabajo colaborativo.
El emprendimiento es una de las bases para que un país o sociedad avance. Por eso, la educación no puede quedar al margen de esta necesidad, es ahí donde entra en juego la figura del emprendedor educativo.
Fomentar la cultura emprendedora en las aulas va mucho más allá de formar a alumnos para que estos creen sus propios negocios; también es sinónimo de impulsar la creatividad, la autonomía o el trabajo en equipo.
Dentro de los currículos escolares de las diferentes etapas educativas de España, el emprendimiento continúa siendo una asignatura pendiente. Cierto es que cada vez se incorpora más contenido relacionado con esta área y desde edades más tempranas, pero su peso y forma de plantearlo continúa situándose en un segundo plano.
La cultura emprendedora se debe incorporar a las aulas de forma transversal y desde una edad temprana. De hecho, la Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, en su artículo 19, establece que “sin perjuicio de su tratamiento específico en algunas de las áreas de la etapa, la comprensión lectora, la expresión oral y escrita, la comunicación audiovisual, la competencia digital, el fomento de la creatividad, del espíritu científico y del emprendimiento se trabajarán en todas las áreas”.
Ideas de actividades para trabajar el emprendimiento en el aula
Lógicamente, las actividades relacionadas con el emprendimiento deben adaptarse a cada edad y tipo de alumno. Es aquí donde entra en juego el rol del emprendedor educativo, el cuál lleva a cabo distintas iniciativas entre las que destacan:
Trabajos en equipo.
En estos casos, más importante que el resultado final es el proceso para llevarlo a cabo. Realizar trabajos en grupo implica saber colaborar con los demás, compartir ideas, aprender a dialogar y ceder, entender que cada uno tiene diferentes capacidades…
Concursos de ideas.
Plantear un problema al que los alumnos deben ofrecer una solución valorando la creatividad y la solución a la que se ha logrado llegar.
Creación de empresas.
Realizando todos los pasos necesarios como si fuese real, lo cual incluye un plan de negocio, acta de constitución, cargos, productos o servicios, imagen corporativa, solicitud de un crédito, etc. En el caso de cursos superiores como Bachillerato o ciclos de Formación Profesional (FP), se pueden poner en marcha durante un tiempo determinado.
Talleres.
En los que se combine la parte práctica y la experimentación con la gestión de emociones. No solo se trata de “aprender a hacer” sino también de “aprender a pensar”.
Recursos digitales.
En la Red existen diferentes iniciativas relacionadas con el emprendimiento en colegios e institutos, desde simuladores de empresas como formaTenred a programas de educación financiera de diferentes entidades como Money Town o KitCaixa Jóvenes Emprendedores.
Encuentros con emprendedores.
Para conocer casos reales, sus dificultades, proceso… Es fundamental que estos encuentros sean con profesionales de diferentes sectores y que incluyan también iniciativas que acabaron fracasando.
Visitas.
A escuelas de negocios, pymes, startups… para entrar en contacto directo con diferentes realidades empresariales.
Fomentar el espíritu emprendedor es mucho más que enseñar a abrir un negocio propio. También implica reforzar la inteligencia emocional, la creatividad, la innovación, el trabajo en equipo y atreverse a pensar diferente.
Para lograrlo, es crucial que los docentes cuenten con una formación adecuada que combine los conocimientos teóricos con los prácticos y en la que la innovación metodológica y la personalización marquen la diferencia. Por ejemplo, UNIR ofrece los posgrados: Máster en Educación Personalizada online, Máster en TIC online, Máster en Innovación Educativa online y el Máster en Liderazgo y Dirección de Centros Educativos.
Beneficios de fomentar la cultura emprendedora en educación
Fomentar la cultura emprendedora en el aula va mucho más allá de aprender a crear un negocio propio. El emprendimiento va ligado a una serie de competencias que repercuten en los alumnos de forma global. Entre sus beneficios, señalar:
- La creatividad.
- La autonomía y confianza en uno mismo.
- El trabajo en equipo y la socialización.
- El liderazgo y la responsabilidad.
- La empatía.
- La capacidad para asumir riesgos y adaptarse a los cambios.
- El espíritu crítico.
- La responsabilidad.
- Aprender a gestionar el fracaso y la frustración.
Es decir, impulsar el emprendimiento educativo engloba más ámbitos que el financiero; desarrollar una verdadera estrategia emprendedora en el sistema educativo repercute en la formación integral de los alumnos. Además, hay que tener en cuenta que el emprendimiento real puede ir ligado al área social, cultural, deportiva, etc.