Virginia Pascual López
Cada vez son más los profesores y los centros educativos que se preocupan por impartir una enseñanza de Biología en la que prime el desarrollo de competencias científicas, las prácticas de laboratorio, los proyectos multidisciplinares o las metodologías activas. Los docentes deben para ello formarse y actualizarse constantemente.
Fenómenos como la pandemia de COVID-19 o el cambio climático han provocado, provocan y provocarán grandes repercusiones científicas, sociales y económicas. Y también han vuelto a ubicar a la biología en un posición dominante respecto a otras ciencias como la química o la física.
Sin embargo, pese al auge de los trabajos científicos en este ámbito y de que la propia sociedad ha superado una pandemia global, los ciudadanos no muestran especial interés por asuntos de índole biológica. El desconocimiento de lo que suponen conceptos como “vacunas”, “transgénicos”, “células madre” o “cambio climático”, entre otros muchos, generan como mínimo grandes controversias sociocientíficas, e incluso suelen propagarse a través de las temidas noticias falsas (fake news).
Todo ello demuestra la importancia de formar a ciudadanos críticos con la sociedad en la que viven, y esto pasa por inculcar, desde la educación formal y no formal, la necesidad de aprender ciencia, en general, y biología, en particular. ¿A qué se debe este desinterés por la biología, si supone un medio para entender el mundo que nos rodea?
Devolver el interés por la biología
Todo apunta a que los modelos didácticos y las metodologías seguidas por nuestros profesores no han sido los más idóneos, y eso se ha trasladado a la memoria colectiva que se tiene sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje de la asignatura de Biología como disciplina académicas en las aulas. De hecho, hace no muchos años, en las tutorías de esta asignatura hablaba con algunos padres sobre la ineficacia del estudio de sus hijos, y siempre surgían expresiones como “no entiendo cómo suspende si antes de los exámenes me recita la lección” o “esta asignatura es de hincar codos” o “es que las asignaturas de memoria no se le dan bien a mi hijo”. Y nada más lejos de la realidad: aprender biología, como cualquier otra ciencia, implica observar, elaborar hipótesis, experimentar, fallar, reflexionar, concluir.
Entonces, ¿por qué cuando pensamos en las posibles actividades que hacen los alumnos cuando estudian Química o Física, se nos vienen a la cabeza palabras y conceptos como “problemas” o “prácticas de laboratorio”, y cuando se apela a la Biología, no?
Hay varios motivos. El primero es que los profesores de Biología hemos estado muchos años utilizando actividades con preguntas fácticas, y no dando el paso al uso de preguntas investigables en el aula. Formular preguntas investigables es complejo, tanto para profesores como para alumnos. El segundo es el hecho de que a la palabra “problema” asociamos casi siempre soluciones únicas y cuantitativas, y eso en Biología no es muy común. En la enseñanza-aprendizaje de la Biología se usan problemas como actividades, pero éstos suelen ser de resolución abierta y cualitativos. Aparece de nuevo la complejidad que entraña para profesores, quienes deben crear enunciados que permitan distintas soluciones, y para estudiantes, que deben aceptar la existencia de varias soluciones correctas.
El tercer posible motivo es que muchos de los contenidos biológicos que se estudian en las aulas son difíciles de trasladar a un laboratorio escolar, como, por ejemplo, contenidos de genética, aunque afortunadamente cada vez hay más recursos emergentes que propician experiencias muy cercanas a la realidad, como en este caso podríamos tener al usar laboratorios virtuales.
Y, por último, una de las actividades estrella que deberían desarrollarse de manera habitual para el estudio de la Biología serían las salidas fuera del aula, que permiten la experimentación con el entorno cercano. Aunque, de nuevo, este tipo de actividades a menudo no suelen ser viables en un centro educativo, dados los los factores más allá de la propia asignatura que afectan al funcionamiento diario en las aulas. De nuevo, esto podría solventarse en parte con el uso de itinerarios interactivos que acerquen la naturaleza al aula.
La biología como respuestas y argumentos
Pero, ¿realmente es necesario que todos, independientemente de lo que estudien en la enseñanza superior, aprendan conceptos básicos de biología? Para poder ser críticos con los acontecimientos que nos rodea es necesario emitir argumentos que nos posicionen de un lado o de otro. Argumentos que, para que sean sólidos, deben estar fundamentados en el conocimiento de los hechos. A partir de aquí, ¿cuáles serían tus argumentos para posicionarte en las siguientes cuestiones?
- ¿Por qué dejarías de vacunar a tus hijos de sarampión, si se ha demostrado científicamente que son productos seguros y, sin embargo, están aumentando los fallecimientos de niños que padecen esta enfermedad?
- ¿Comprarías una sal de mesa que pusiese en su etiqueta que no ha sido modificada genéticamente? ¿Consideras necesario que todas las distribuidoras de sal tengan que reflejar en el etiquetado de sus productos si han sido o no modificados genéticamente?
- ¿Por qué no consumen alimentos transgénicos, pero consumen otro tipo de alimentos que han sido sometidos a niveles permitidos de pesticidas?
- ¿Por qué no eres asiduo a ir a la farmacia y sin embargo tienes numerosos “remedios” naturales comprados en herboristerías?
Afortunadamente, cada vez son más los profesores y los centros educativos que se preocupan por impartir una enseñanza de la Biología de calidad, en la que prevalezca el desarrollo de competencias científicas, el fomento del uso de problemas, las prácticas de laboratorio, los grandes proyectos multidisciplinares, los enfoques STEAM o un aprendizaje activo. Los profesores de Biología deben para ello mantener siempre actualizados y actualizar su formación para adaptarse a los cambios futuros en el mundo.
Uno de los objetivos del Máster en Didáctica de la Biología y la Geología en Educación Secundaria y Bachillerato de UNIR es precisamente ese: desarrollar en los docentes todas las competencias necesarias para impartir clases de Biología y Geología a estudiantes de entre 12 y 18 años de forma innovadora y práctica, más allá de que sea en entornos educativos formales o no formales.
Cualquier profesor de estas materias podrá adaptar sus clases a las necesidades concretas de sus alumnos, fomentar el interés y la curiosidad por estas disciplinas y mejorar, en definitiva, la educación científica de las nuevas generaciones mediante un posgrado oficial de carácter práctico y 100% online.
*Virginia Pascual López es directora académica del Máster de Didáctica de la Biología y Geología en Educación Secundaria y Bachillerato de UNIR.