Francisco Oleo
Profesor de Economía en un colegio del distrito madrileño de Vallecas y a la vez maestro de futuros docentes en UNIR, es uno de los 10 finalistas a los Premios Educa Abanca, los galardones más importantes del sector educativo en España. Esta es su forma de transformar vidas.
Siempre ha tenido muy claro que enseñar es lo suyo, básicamente porque le apasiona y disfruta como un poseso transformando vidas, viendo cómo los jóvenes van tomando su propio camino con su ayuda, y remando todo lo que puede y más para que avancen razonablemente bien por ese río que va a dar al mar. Algo o mucho de eso han debido ver en los Premios Educa Abanca cuando primero fue nominado y ya es uno de los 10 finalistas para optar a los galardones más prestigiosos del sector educativo en España, que se entregarán el próximo 15 de marzo en A Coruña coincidiendo con el Congreso Mundial de Educación EDUCA 2025.
Rafael Marcos lleva 23 años dando clase en un centro concertado de Puente de Vallecas, en Madrid, como profesor de Secundaria y Bachillerato, sin duda la franja vital más complicada y decisiva en el ensamblaje del ser humano, en el que la educación tiene un papel absolutamente determinante.
Empezó en el centro educativo Valdecás dando clase de Matemática Compensatoria a sólo 13 alumnos, “los trece magníficos”, como él los llamaba, y algunas clases de Economía. Pero después, al aumentar tanto por ley las horas de Economía en Bachillerato, ahora toda su jornada está dedicada a la Economía “de la Acción”. Para este hombre, pues eso, de acción, la economía es una materia tan importante como la que más y, sin embargo, opina con razón que “nos falta educación financiera y económica a los españoles, a pesar de ser vital para gestionar nuestras vidas”.
Se necesitan más hombres y mujeres de acción educativa como él, no me cabe duda. “En 4º cada vez más alumnos que vienen por la vía de sociales eligen Economía y Emprendimiento, porque van a tener que abrir una cuenta en el banco o pedir un préstamo, como me dicen muchos de mis alumnos”, comenta. Es una asignatura interesante y que interesa, que es muy útil, aunque alguno también opina que puede ser un plomo, como le dijo el otro día un alumno: “Me has hundido profe”. Pues nada, a seguir remando.
Porque Rafael Marcos es un máster del universo educativo y es capaz de nadar y guardar la ropa a ambas orillas del río. Además de formar a los alumnos, también lo hace con futuros profesores dispuestos a seguir su estela. Ejerce en UNIR como coordinador académico en la especialidad de Economía y Empresa del Máster en Formación del Profesorado en Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas de la Facultad de Educación de UNIR. Vamos, que no para. Entró en La Universidad en Internet hace 13 años dando clases a la primera promoción del Máster en Secundaria.
En los Premios Abanca se valora y mide en los candidatos la capacidad de innovación y de utilizar las TIC, la transmisión de valores, la formación y el reciclaje de conocimientos, la investigación y la transferencia de conocimiento, la proyección docente en la sociedad, y, lógicamente, no podían faltar la calidad docente y la satisfacción de los alumnos. Cuestiones muy importantes de las que Marcos lleva las alforjas llenas, especialmente en esto último que tiene que ver con la opinión de sus pupilos.
“Desconozco que información han tenido que aportar mis alumnos y sus familias, que me han dicho que también opinan”. Pero Marcos ya se siente más que pagado con la nominación, el email que recibió de los Premios Abanca y, sobre todo, con la sonrisa cómplice de sus alumnos cuando llegó a clase el día de la noticia. “Fue un subidón, ese día flotaba por los pasillos. Es un reconocimiento por todo el trabajo que realizo en el día a día. Me gusta muchísimo que mis alumnos me valoren después de tantos años en la docencia”, dice casi telegráficamente manteniendo como puede la entereza mientras hablamos.
Pocas profesiones son o deberían ser tan vocacionales como la de profesor. En su caso, lo que hace que se levante cada día, vaya a clase y se ponga delante de sus alumnos es precisamente eso. “Para mí la vocación es la motivación que me lleva a disfrutar muchísimo con ellos. Siempre les digo, en el colegio, que cuando ya no sienta esto dejaré de dar clase, pero aquí sigo por el momento”.
Prescriptor de ‘píldoras sorpresa’
En UNIR el mensaje es otro, aunque termina en la misma línea de meta: “Quiero que seáis mi semilla para conseguir que a los estudiantes les brillen los ojos en cada una de las clases”. Y les va metiendo lo que él llama píldoras sorpresa para ayudarles en su carrera, la mayoría basadas en su propia experiencia como docente, “cosas de mi día a día, de mi alumnado, lo que voy haciendo durante el curso, los juegos que utilizo en un momento dado, las pruebas que pongo en clase… Si consigo que brille la mirada de mis alumnos del Máster de Secundaria, si alcanzo a motivarlos, lograré que transmitan esa pasión y que el brillo de los ojos se extienda”. Si atendemos a la valoración que obtiene de sus estudiantes del máster, 9,56 puntos sobre 10, puede dormir tranquilo por el trabajo bien hecho.
Pero quizás lo que más le motiva y enriquece como docente son esos alumnos que para muchos están desahuciados desde el punto de vista educativo. “Los acompaño todo lo que puedo para que cambien, empoderarlos para que terminen sus estudios. Conseguir salvar a todos es imposible, pero con que lo logren unos cuantos me vale. ¿Merece la pena lo que hago?”, se pregunta y la respuesta está en una carta que recibió hace poco de una alumna del año pasado que decía: “Gracias por darme las herramientas, gracias por conseguir que encontrase sentido a mi vida, porque ahora sé a dónde quiero ir. Si tuviese que elegir de nuevo profesor, te volvería a elegir”. Esa es su gasolina, como me dice.
En su centro del Puente de Vallecas tienen alumnos de 25 nacionalidades distintas y algunos de los chavales pueden ser conflictivos. “El barrio es un entorno difícil, pero muy emocionante. Por eso trabajo especialmente la multiculturalidad en mis clases. Aunque siempre hay quienes ven esto como algo negativo, lo típico de ‘aquí vienen los inmigrantes a quitarnos el trabajo’. Sin embargo, lo que les digo es que precisamente la multiculturalidad es una gran riqueza para el barrio, solo hace falta ver lo que aporta cada nacionalidad”.
Con este objetivo integrador dedica un tiempo en clase a la comida de los distintos países que la conforman, también a cada una de las comunidades autónomas, y les pide a sus alumnos que les cuenten cosas de sus países o comunidades para fomentar la unión de todos y poner en valor su cultura. “El año pasado una alumna me comentó que después de dos años en España era la primera vez que aquí se sentía orgullosa de ser de su país de origen”, recuerda.
En este empeño, las familias juegan un papel fundamental; son parte clave de la integración. “Valoro muchísimo trabajar también con las familias de mis alumnos, entre otras cosas porque en Secundaria y Bachillerato no suelen participar mucho”. Lo primero que hace el día que aterrizan en su clase es darles una efusiva bienvenida: “Gracias, gracias, gracias por haber elegido este centro, porque si ustedes no lo hubiesen hecho, yo no me podría dedicar a dar clase. Y ahora vamos a trabajar para que sus hijos e hijas salgan adelante”. Así empieza, les libera de miedos y prejuicios, y consigue de paso cambiar la dinámica familiar durante el curso.
“Además de los factores sociales y culturales, como la diversidad o la inclusión, las tecnologías emergentes han aumentado enormemente la complejidad de las clases. Por eso, es vital formarse y reciclarse continuamente”.
Además de los factores sociales y culturales, como la diversidad o la inclusión, las tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, los móviles y sobre todo las redes sociales, han aumentado la complejidad de las clases y de todo lo que las rodea. Por eso, en la profesión de docente es vital formarse y reciclarse continuamente. “A mis estudiantes del máster les prevengo desde el primer día sobre el mundo tan complejo en el que vivimos. Todo va muy rápido en la sociedad actual y toda ayuda es poca a la hora de abordar una clase”, les advierte.
Cuando empieza la primera les dice: “Vosotros venís a UNIR a por un título para dedicaros a la docencia, pero me gustaría que también os llevaseis una mochila cargada de recursos, herramientas y metodologías. ¿Para qué? Para que cuando llegue el día en el que estéis delante de vuestros alumnos y penséis que no conseguís motivarlos y engancharlos a la clase, podáis abrirla y encontrar diferentes herramientas para poder salir adelante”.
El hombre de la mochila
Así no es de extrañar que sus alumnos del Máster en Secundaria le conozcan como ‘el hombre de la mochila’: “Ellos buscan más ahora que nunca seguridad y hay que dársela. Es muy importante ir guiando, acompañando en esta realidad que hoy es tan compleja y en la que tenemos que saber de todo, porque nos piden tener conocimientos de necesidades especiales, de metodologías, de competencias digitales, etcétera. Y a veces al docente le agobia porque ve que no llega. En esos momentos, lo que les digo a mis estudiantes del máster es que no se preocupen, que se vayan formando y entrando en materia, porque lo importante es que adquieran esa seguridad para que el alumnado pueda confiar en ellos precisamente porque les están llevando por el camino adecuado. Cada día surgen 100.000 cosas, por no hablar del papeleo administrativo…. La realidad nos hace cambiar constantemente y también la legislación. Y frente a esto sólo cabe el sentido común. Se trata de ver cómo se van asentando las cosas e ir adaptándose, porque si no, se llega a un punto en el que cambias constantemente de registro y sin sentido”.
“Cada día surgen 100.000 cosas, por no hablar del papeleo administrativo…. La realidad nos hace cambiar constantemente y también la legislación. Y frente a esto sólo cabe el sentido común. Se trata de ver cómo se van asentando las cosas e ir adaptándose”.
En este camino de perfección, Marcos prefiere actuar más y quejarse menos. “Siempre que se habla de educación oigo constantemente quejas sobre la falta de recursos, pero para mí, lo importante es jugar con los medios que tenemos para salir adelante, tirar de creatividad para que mis alumnos alcancen todo su potencial. Se pueden enseñar conceptos sin necesidad de internet o un proyector. Procuro adaptarme con lo que tengo, pero sin dejar de pensar en el bien de mis alumnos y de acompañarlos. No creo que hagan falta tantos recursos, ni tantas cosas”, subraya este profesor que presume de pizarra digital, porque usa sus dedos, e interactiva, porque es ideal para el aprendizaje y con la que la interacción es perfecta en el encerado, además de sostenible, ya que no gasta luz. “No hace falta tener una pizarra de último modelo, ni ver vídeos a todas horas. Prefiero que mis alumnos se peleen por salir a la pizarra, como de hecho pasa a menudo, para ayudar a otro si tiene un problema o comete un error”.
Para Marcos, “contar con más recursos, más inversión y más innovación está francamente bien, pero cuando no se tienen, trabajas con lo que hay y tiras para adelante. A veces a los adultos se nos olvidan las dificultades que tuvimos en su momento”.
En el caso de los futuros profesores a los que da clase, lógicamente, al ser una universidad online, “aplicamos muchísimos recursos y les explico otros que podemos utilizar. Una vez más, junto a los medios técnicos, no pueden faltar raciones de creatividad y sorpresa para metérselos en el bolsillo, como imbuirles del pensamiento de Keynes y Hayek a través de letras y canciones de hip hop y rap en clase.
Nuevas generaciones: fuera estereotipos
Con esa amplia experiencia y desde su posición privilegiada, Rafael Marcos se muestra optimista sobre las nuevas generaciones, en tantas ocasiones denostadas por muchos adultos que ya casi no recuerdan que en algún momento también fueron jóvenes. “Son maravillosos, siempre que les demos confianza. El problema es que no confiamos en ellos. Mantienen un gran potencial en todo lo que tiene que ver con la inmediatez, en crear cosas nuevas de forma muy rápida, y nosotros podemos ayudarles, colaborar y trabajar con ellos para que sigan avanzando. Son una gran generación y tenemos que confiar más en ellos. Si les das confianza y seguridad, te demuestran que trabajan muy bien y pueden hacer muchísimas cosas”.
“Los jóvenes de hoy son maravillosos. Son una gran generación y tenemos que confiar más en ellos. Si les das confianza y seguridad, te demuestran que trabajan muy bien y pueden hacer muchísimas cosas”.
Si en vez de profesor fuese cocinero y tuviese que escribir un libro con los ingredientes que se necesitan para ser un buen docente, su obra no tendría más de cuatro recetas, suficientes para cocinar a fuego lento a los que tomarán el relevo. “Mi primera receta es recordar todos los días, sin excepción, cuál es la motivación que me ha llevado a ser docente, mi vocación. La segunda es no enjuiciar, porque muchas veces ponemos clichés, aunque siempre haya alumnos que te puedan tocar las narices. Prefiero pensar y decirme, ‘vale, acepto, te integro y quiero que trabajemos de forma adecuada’”.
Su tercera receta tiene que ver con el aprendizaje, que empieza con un buenos días, con un ¿cómo estáis? “Siempre tengo que abrir y cerrar mis clases con uno para mantener el ciclo de forma permanente, porque muchas veces me encuentro al llegar que todavía están pensando en la clase de la asignatura anterior”.
Y en la cuarta y última receta, el protagonista es un sombrero. Ese que siempre se deja fuera de clase con sus problemas personales, que a veces son inevitables, o viceversa, con el sombrero que lleva puesto en el aula y ahí se queda cuando termina la clase. “Aunque es difícil de conseguir, hay que intentar separar tu vida personal de tu vida como docente. A veces hago ejercicios de respiración con mis alumnos. Nos ayuda a calmarnos, a centrarnos cuando hace falta para conseguir que estén participativos y motivados en clase”, comenta.
Sus cuatro recetas para ser un buen profesor:
- Recuerda todos los días por qué eres docente.
- No enjuicies y huye de clichés.
- Abre y cierra tus clases siempre con un aprendizaje.
- Intenta separar tu vida personal de tu vida como profesor.
En el Máster en Educación Secundaria de UNIR
En sus clases del Máster en Educación Secundaria de UNIR, del que fue director académico hace años, cuenta con un amplio abanico de perfiles entre sus estudiantes. “Muchos vienen del mundo de la banca, bien porque han sufrido reajustes y quieren reinventarse, o bien porque no les llena su trabajo actual y ser profesor siempre fue su vocación. También hay estudiantes que trabajan en el área de la contabilidad y otros en asesorías y consultoras. Otros pueden estar en paro y buscan nuevas salidas laborales”.
Pero lo habitual es que estén trabajando y busquen compatibilizar su trabajo con sus estudios, o también hay muchos que se plantean cambiar directamente de profesión: “Si vienen de un mundo laboral determinado, procuro que saquen partido de toda esa experiencia que ya tienen. También les comento la mía, como cuando al principio de mi carrera me tropecé con un grupo bastante conflictivo de alumnos, que directamente me bloqueaban la clase. Ahora a mis estudiantes siempre les digo que me hubiese gustado haber tenido entonces lo que ellos van a experimentar durante este máster, con la cantidad de recursos y herramientas de todo tipo que tienen y con los que van a conseguir apasionar a su alumnado”, afirma.
Para Marcos, la partida educativa no termina necesariamente con el curso. “Cuando finalizan las clases, seguimos manteniendo el contacto por LinkedIn y veo que muchísimos están trabajando ahora mismo en la enseñanza, frente a unos pocos que siguen en la banca, y se guardan el máster por si acaso vienen malos tiempos y hay que reciclarse. Recuerdo a una alumna que me escribió hace poco para contarme que había aprobado las oposiciones. ‘Tengo que darte las gracias, porque la mitad de la oposición es tuya. He utilizado todos tus recursos y he aprobado’, me dijo. ¡Qué satisfacción!”.
En el Máster en Educación Secundaria de UNIR no sólo se quiere que los estudiantes se lleven información y conocimientos, sino que también se busca que experimenten de forma continua. “Nuestras clases son muy prácticas y quedan grabadas para que se puedan ver en cualquier momento. Es un máster habilitante y permite a nuestros estudiantes afrontar mejor esa práctica didáctica para cuando ejerzan como profesores. Aporta los recursos, las habilidades, las metodologías innovadoras, como la del modelo ‘4P’, cuyos ejes fundamentales se centran en la resolución de problemas, el desarrollo de proyectos, el desarrollo de competencias personales y la creación de un porfolio profesional propio. Esa practicidad les va a permitir dar clase con éxito”, asegura.
Un buen docente procura que sus pupilos hagan consultas en clase, interactúa con ellos, los integra en grupos, les envía encuestas, les pone vídeos, les pregunta sobre que quieren debatir… “A mis estudiantes se les pasa la hora volando, como ellos me suelen decir”.
“En un aula te puedes encontrar de todo, por eso hay que debatir mucho con uno mismo sobre lo que se debe hacer y lo que no, aunque el fin tiene que ser siempre el mismo: el bienestar de los alumnos”.
Las prácticas son esenciales para la formación, destaca, “las tenemos en el segundo trimestre junto con el TFM. Pero antes de las prácticas, les mostramos muchas situaciones y casos reales en clase para que estén ya familiarizados cuando vayan a las prácticas y ya ejerzan como profesores. La casuística dentro de una clase puede ser muy amplia, desde un alumno desmotivado hasta otro que te llega con un protocolo de suicidio, incluso algunas incidencias con las familias”.
Y continúa con el argumentario: “En un aula te puedes encontrar de todo. Por eso, a mis estudiantes del máster siempre les digo que primero hay que seguir las pautas establecidas por la dirección del centro educativo y las normas establecidas. A partir de ahí, lógicamente, también se trata de plantear las clases de una forma personal en las que, si es necesario, no se toquen temas sensibles. Se trata de debatir mucho con uno mismo sobre lo que se debe hacer y lo que no, aunque el fin siempre tiene que ser el mismo: el bienestar de mis alumnos”. Un fin en si mismo que es la palanca que mueve su mundo como docente.
Examen exprés sobre los fundamentos educativos
Rafael Marcos responde casi sin tiempo para reflexionar (como le pide el entrevistador) sobre distintos conceptos y valores claves relacionados con su profesión de profesor:
- Vocación y pasión: “Son palabras que tienen que ir de la mano en educación. Enseñar es mi vocación fundamental”.
- Autoridad: “Saber colocarse en la posición que te corresponde”.
- Resiliencia: “Resolver los retos y las dificultades que van surgiendo con las herramientas y los recursos necesarios. Se trata de levantarse y tirar para adelante”.
- Esfuerzo, sacrificio: “Es con lo que se consiguen las cosas. Los profesores debemos ser exigentes y cercanos a la vez”.
- Teoría y práctica: “Es una dicotomía que siempre funciona muy bien”.
- Entorno social y familiar: “Hay que hacer solo lo que te corresponde como profesor”.
- Diversidad: “Maravilla”.
- Tecnologías emergentes: “Son herramientas y recursos, no el fin de la educación”.
- Inteligencia artificial: “Aprovecharnos de ella y lograr que nuestros alumnos la usen de forma correcta”.
- Redes sociales: “Complicadas. Debemos enseñar, educar y fomentar el pensamiento crítico para que puedan empoderarse en este medio”.
- Móvil: “Es una herramienta. La vida no es estar siempre conectado”.
- Universidad-empresa: “Para que funcione la educación es fundamental tener en cuenta lo que demanda el mercado laboral”.
- Empleabilidad: “No podemos meter en un cajón lo estudiado, hay que utilizarlo”.
- Facultad de Educación