Alfonso Basallo
Lo más grave del burnout o síndrome de profesor quemado no es tanto la ansiedad como la pérdida de la ilusión por enseñar, consustancial con la vocación de maestro. La buena noticia es que el síndrome del profesor quemado se puede detectar y prevenir: es posible superar el estrés y reconducir la crisis.
Lo más grave del burnout o síndrome de profesor quemado no es tanto la ansiedad como la pérdida de la ilusión por enseñar, consustancial con la vocación de maestro.
La buena noticia es que el síndrome del profesor quemado se puede detectar y prevenir: es posible superar el estrés y reconducir la crisis.
Éstas son dos de las conclusiones de la openclass de UNIR, sobre el síndrome del profesor quemado, que impartió Aitor Álvarez, profesor en los Grados en Educación Infantil a distancia y en Primaria a distancia de UNIR, y miembro del equipo Ciberpsicología de UNIR. Con preguntas de Ignacio Roldán, profesor del Máster en Didáctica de la Lengua en Educación Infantil online de UNIR. La openclass fue moderada por Sandra Bustillo, egresada Máster en Didáctica de la Lengua en Infantil y Primaria online por la UNIR, y pedagoga terapeuta.
Estrés bueno y estrés malo
El síndrome del burnout (o desgaste emocional profesional) afecta en ocasiones a docentes, singularmente de enseñanzas primarias y medias. Álvarez explicó que “es consecuencia del estrés laboral crónico, y extremo”. Los síntomas son fatiga, irritabilidad y desmotivación.
Pero es importante distinguir entre “el estrés malo del estrés bueno” puntualizó el especialista. “Un exceso de trabajo, pero llevado con actitud ilusionante puede ser un eusestrés, y eso es positivo”.
Quizá lo más característico del burnout sea la pérdida de la ilusión por enseñar, coincidieron en señalar Álvarez, Roldán y Bustillo. “¿Qué maestro no se emociona la primera vez que entra en el aula?” señaló Aitor Álvarez. Pero si el entusiasmo es “mayor que la realidad con la que nos enfrentamos” puede haber estrés laboral.
Factores: personalidad, condiciones laborales, las familias de los alumnos
Entre los factores que influyen en el burnout, Álvarez destacó la personalidad. “Hay personas que tienden a tomarse las adversidades como algo muy negativo, y les afectan mucho; y en cambio otras las toman como un nuevo reto del que sacan algo positivo”.
También influyen “las condiciones laborales, el clima de trabajo, las familias de los alumnos; o el desgaste del día a día”.
Además, “los maestros tendemos a ser autoexigentes, queremos que el alumno, cuando acabe el curso, salga con las máximas calificaciones, y no siempre es posible”. Y eso, a veces estresa. El docente debe ser realista, y no sólo exigente.
La relación con los compañeros de claustro es clave
El profesor Roldán abundó en la importancia de la relación de los compañeros de claustro “El equipo es clave”. Y, por el contrario “la queja permanente, la mentalidad pesimista de un profesor es un virus que infecta a todo un centro”.
¿Cómo prevenir el burnout?
La mejor forma de prevenir el burnout es “hacer un parón, y analizar la realidad del centro, mis compañeros de trabajo, las familias, los alumnos” coincidieron en señalar Álvarez y Roldán. El primero subrayó que esos parones “te ayudan a ver qué cosas te afectan y cuáles no. A eso lo llamo afilar el hacha. Si eres leñador, tú no puedes cortar árboles si no afilas el hacha. Tienes que dejar de cortar, hacer un stop”.
Roldán preguntó en qué momento se enciende la luz roja. Los síntomas –explicó Álvarez- suelen ser físicos: fatiga. O anímicos: apatía. Pero sería una tentación tirar la toalla. “Si uno se plantea un cambio de trabajo, no debe ser nunca por el burnout sino porque no es lo suyo, que es distinto” subrayó Álvarez.
Y una vez que da el paso de reconocer el burnout ¿qué puede hacer?
“Separar la vida laboral de la familiar” explicó Aitor Álvarez. “Buscar alternativas de ocio al trabajo. Quizá no sea lo más aconsejable seguir hablando con mis amigos profes del trabajo en el café…”
Con el buen humor te enfrentas de forma diferente ante un problema con un alumno o ante un “padre estresante” por ejemplo.
Y “siempre el buen humor”. Con el buen humor te enfrentas de forma diferente ante un problema con un alumno o ante un “padre estresante” por ejemplo.
Los padres y los profesores son aliados, no enemigos
Una de las cosas que más ‘queman’ al docente son las reclamaciones de los padres y el trato con las familias. Sin embargo, “los maestros no debemos tener miedo a los padres, porque somos sus aliados” advirtió Aitor Álvarez.
Y la mejor manera es implicar a los padres. “Es preciso abrir tu aula a los padres, sabiendo que las familias son los pilares del centro. Y si les das confianza, si les cuentas lo que haces en el centro, ello se sienten parte del proyecto escolar y participan”.
En resumen, los docentes pueden vencer fácilmente el burnout apoyándose en su pasión por enseñar y el trato con los alumnos, en la visión positiva del trabajo, y sabiendo separar la vida laboral de la familiar.
- Máster Universitario en Formación del Profesorado de Educación Secundaria