Martín Sánchez Gómez
La gestión adecuada de litigios en el entorno escolar puede transformar el clima educativo, mejorando tanto el rendimiento académico como el desarrollo socioemocional de los estudiantes.
El rendimiento académico no se refiere solo a las calificaciones o los resultados en los exámenes, sino que también integra la capacidad para concentrarse, participar activamente en las clases, trabajar en equipo y desarrollar un sentido de logro personal. Esto depende de múltiples factores, entre los cuales destacan las relaciones interpersonales dentro del entorno escolar.
Un ambiente caracterizado por constantes conflictos genera distracciones, disminuye la motivación y, en última instancia, perjudica los resultados académicos. En cambio, los litigios gestionados de manera adecuada crean entornos propicios para el aprendizaje.
Este artículo analiza cómo la resolución de confrontaciones puede influir positivamente en el rendimiento académico y ofrece estrategias efectivas para lograrlo.
Beneficios de la resolución de conflictos
- Mejora del clima escolar: Un ambiente positivo y libre de conflictos es esencial para el aprendizaje. Según estudios, los estudiantes rinden mejor cuando se sienten seguros y respetados en el aula (Thapa et al., 2013).
- Aumento del tiempo de instrucción efectivo: Los conflictos interrumpen el flujo normal de las clases, lo que disminuye el tiempo dedicado a la instrucción efectiva. Al gestionar los conflictos de manera adecuada y rápida, los docentes pueden maximizar el tiempo que dedican a la enseñanza, lo que repercute directamente en el desempeño académico.
- Desarrollo de habilidades sociales y emocionales: Resolver conflictos de manera pacífica ayuda a los estudiantes a desarrollar habilidades socioemocionales como la empatía, la comunicación asertiva y la gestión de emociones. Estas competencias no solo impactan en su bienestar, sino que también mejoran su rendimiento académico, ya que facilitan la concentración y el manejo del estrés (Jones et al., 2019).
- Aumento de la motivación y el compromiso: Los alumnos que se sienten escuchados y valorados están más comprometidos con su aprendizaje. La resolución de conflictos promueve un sentimiento de pertenencia y reconocimiento, lo que fomenta la motivación y la participación activa en clase (Olweus, 2013).
- Reducción de la ansiedad y el estrés: El estrés generado por conflictos no resueltos puede impactar negativamente en la capacidad de los estudiantes para concentrarse y retener información. Al resolver estos problemas de manera efectiva, los estudiantes pueden enfocarse mejor en sus estudios y reducir su ansiedad académica (Durlak et al., 2011).
- Fomento de la colaboración y el trabajo en equipo: La resolución de conflictos promueve la colaboración entre compañeros y cultiva habilidades de negociación y cooperación, esenciales en trabajos grupales y proyectos colaborativos. Estos son componentes clave del aprendizaje activo, un enfoque que ha demostrado mejorar el rendimiento académico al hacer que los estudiantes se involucren más profundamente con el contenido (Slavin, 2014).
Estrategias efectivas
- Ambientes de aprendizaje seguros y estructurados: Un entorno escolar estructurado y predecible, con reglas claras y expectativas de comportamiento consistentes, minimiza la aparición de conflictos. Este tipo de entorno permite que los estudiantes se concentren en sus tareas sin distracciones, lo que mejora significativamente el rendimiento académico. Los docentes, al aplicar de manera coherente las normas, crean un espacio donde el aprendizaje es la prioridad.
- Implementación de programas de mediación escolar: La mediación es una de las herramientas más efectivas para gestionar los conflictos. Involucrar a los estudiantes en la resolución de sus propios conflictos, guiados por un mediador capacitado, les enseña habilidades de negociación y resolución de problemas. Además, fomenta la autonomía y el autocontrol en el manejo de situaciones difíciles (Baginsky y McKay, 2021).
- Tutoría entre pares: La tutoría entre estudiantes es una estrategia de aprendizaje cooperativo que mejora el rendimiento académico y sirve a su vez para prevenir y resolver conflictos. Cuando los estudiantes trabajan en parejas o grupos pequeños, siempre que no haya grandes diferencias en sus aptitudes, aquellos con mayor habilidad o comprensión en ciertos temas pueden ayudar a sus compañeros a superar dificultades. Este proceso no solo refuerza el conocimiento académico, también fomenta la empatía y la comunicación efectiva, minimiza la posibilidad de malentendidos o tensiones en el aula y promueve un sentido de comunidad y responsabilidad compartida, contribuyendo a un ambiente de aprendizaje más inclusivo y productivo (Topping, 2005).
En conclusión, un aula libre de tensiones favorece el crecimiento intelectual y emocional de los estudiantes, factores intrínsecamente conectados con su éxito académico. Por ello, la resolución de conflictos es una herramienta poderosa para mejorar el rendimiento académico. Como hemos visto, los beneficios van más allá de la resolución inmediata de problemas; también incluyen la mejora del clima escolar, el desarrollo de habilidades socioemocionales y la reducción del estrés.
Invertir en la formación de estudiantes y docentes e implementar estrategias efectivas, como la mediación escolar o la tutoría entre iguales, asegura un ambiente de aprendizaje más saludable y productivo, clave para maximizar los beneficios educativos a largo plazo.
Referencias bibliográficas:
- Baginsky, M. y McKay, C. (2021). The Implementation of Peer Mediation in Schools: A Review of its Impact and Effectiveness. Educational Research and Reviews, 16(9), 367-374.
- Durlak, J. A., Weissberg, R. P., Dymnicki, A. B., Taylor, R. D. y Schellinger, K. B. (2011). The Impact of Enhancing Students’ Social and Emotional Learning: A Meta-Analysis of School-Based Universal Interventions. Child Development, 82(1), 405-432.
- Jones, S. M., Bailey, R., Brush, K. y Kahn, J. (2019). Preparing for Effective SEL Implementation. Harvard University Graduate School of Education.
- Olweus, D. (2013). Bullying at School: What We Know and What We Can Do. John Wiley & Sons.
- Slavin, R. E. (2014). Cooperative Learning and Academic Achievement: Why Does Groupwork Work? Anales de Psicología, 30(3), 785-791.
- Thapa, A., Cohen, J., Guffy, A. J. y Higgins-D’Alessandro, A. (2013). A Review of School Climate Research. Review of Educational Research, 83(3), 358-385.
- Topping, K. J. (2005). Trends in Peer Learning. Educational Psychology, 25(6), 631-645.
(*) Martín Sánchez Gómez es doctor en Psicología con calificación ‘cum laude’ y mención internacional. Máster en Mediación e Intervención Familiar y Graduado en Psicología. Profesor en el Máster Universitario en Prevención y Mediación de Conflictos en Entornos Educativos de UNIR.
- Facultad de Educación