Álvaro Hidalgo Robles
La evaluación continua de rutinas en entornos naturales con los bebés prematuros y sus familias supone un reto para el sistema sanitario pero, sobre todo, es una necesidad por los resultados positivos que tiene sobre su desarrollo motor y cognitivo.
La atención a los recién nacidos prematuros representa uno de los mayores desafíos socio-sanitarios a nivel internacional. Además de la atención médica intensiva, el compromiso con su desarrollo y el de sus familias, así como la prevención de futuras condiciones de salud, subraya la necesidad de implementación de estrategias efectivas a lo largo de toda su infancia.
En este contexto, la derivación de la población prematura a servicios de atención temprana tiene resultados positivos sobre su desarrollo motor y cognitivo, beneficios que se extienden hasta la etapa preescolar. Por ello, la Sociedad Española de Neonatología recomienda una derivación temprana de los bebés prematuros y sus familias —que debería hacerse extensible también al tradicionalmente olvidado grupo de los prematuros moderados y tardíos, aquellos nacidos entre la semana 32 y la 36+6.
En los primeros momentos de acogida en los servicios de atención temprana, se asume que existen determinados procesos de evaluación específicos que —en el caso de la población prematura y por su riesgo biológico— integran el cribado para el «alto riesgo» en parálisis cerebral. Esto debe conjugarse con el resto de recomendaciones de buenas prácticas en Atención Temprana, que incluyen como elemento clave la recogida de información sobre el desempeño del bebé en las rutinas y los entornos naturales.
La entrevista basada en rutinas o la measure of engagement, independence, and social relationships (MEISR), en proceso de validación por parte del grupo de investigación INAT-UNIR, ofrece oportunidades para ello y se emplea con frecuencia en los servicios de atención temprana, presentando un importante grado de implementación en España.
Sin embargo, y aunque ambas herramientas pueden utilizarse desde el nacimiento, los profesionales de atención temprana pueden encontrar dificultades para identificar habilidades de implicación, autonomía y relaciones sociales en bebés con pocos meses de edad.
En esta situación, los profesionales pueden verse obligados a seleccionar preferentemente para la evaluación inicial herramientas específicas de estructuras y funciones corporales, para la valoración de reflejos y reacciones posturales, el tono o los rangos osteomusculares.
Por ello, es crucial identificar las barreras existentes en la implementación de herramientas enfocadas en los dominios funcionales y la participación —como la young children’s participation and environment measure (YC-PEM)—, para que la evaluación de los bebés prematuros incluya un análisis exhaustivo de los aspectos realmente significativos para su vida y la de su familia.
Los bebés disfrutan de autonomía cuando agarran objetos y los exploran con sus manos y boca, se implican cuando siguen con la mirada a sus cuidadores principales, cuando mantienen el contacto visual mientras estos les hablan, e incrementan sus relaciones sociales al participar en interacciones cara a cara mediante la imitación de conductas, por ejemplo, sacando la lengua o respondiendo con vocalizaciones.
La evaluación de estas habilidades —en un contexto de dinámicas nuevas para toda la familia y adaptación tras el alta hospitalaria— ofrece una oportunidad para identificar necesidades de apoyo durante la hora del baño, el sueño, el juego o la alimentación, entre otras rutinas. Por supuesto, también en aquellos bebés que nacen antes de tiempo.
Asimismo, este es también un momento especialmente sensible para la identificación de las necesidades, preocupaciones y redes de apoyo familiares —emocionales y físicas— en dicha transición a casa y con respecto al futuro del bebé. También para informar a la familia sobre aspectos relacionados con el desarrollo en bebés prematuros, los signos de alarma, o el enfoque de prácticas centradas en la familia.
La colaboración con los profesionales de las Unidades de Neonatología es fundamental para evitar mensajes duplicados o contradictorios, así como para asegurar la provisión de información y recursos adicionales que la familia pueda requerir.
De esta forma, es necesario fomentar la evaluación en rutinas y entornos naturales también en los bebés prematuros y sus familias, implementando las herramientas ya existentes, promoviendo el desarrollo de adaptaciones específicas en las mismas para los primeros meses de edad, y/o desarrollando nuevas herramientas que permitan una evaluación flexible —en persona o de forma telemática—, ágil y de fácil uso para adaptar la evaluación en atención temprana a los rápidos cambios a los que se van a enfrentar las familias.
Se antoja imprescindible integrar esos cambios dentro de un proceso de evaluación continuo y frecuente tras la derivación hospitalaria, cuando las necesidades y rutinas del bebé y la familia cambian más rápidamente.
(*) Álvaro Hidalgo Robles, fisioterapeuta con un Máster en Fisioterapia en Pediatría, es profesor en el Máster en Atención Temprana y Desarrollo Infantil de UNIR. Investiga en niños prematuros o con lesión cerebral en el Toledo PedPT Research Lab, dentro del Grupo de Investigación en Fisioterapia Toledo de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM).