Román Rodríguez Curbelo
Silvia Fernández Lozano, divulgadora en Instagram (@silviafdezlozano), comparte a diario la intensa maternidad que conlleva tener tres hijas con altas capacidades para reflexionar en torno a sus virtudes y a sus necesidades desde un punto de vista serio y riguroso, y sobre todo humano.
Silvia Fernández Lozano, conquense de 36 años, es organizadora de eventos desde hace 12. Desde hace tres años, sin embargo, también crea contenidos en redes sociales (@silviafdezlozano en Instagram) y ha elaborado dos libros, “Yo siempre os daré voz” y “Voy a cambiar el mundo por ti”. Un cambio profesional que no se entiende sin un gran cambio personal: una maternidad muy particular.
Sus tres hijas tienen altas capacidades. Son personas que demuestran un nivel sobresaliente de aptitud o de competencia en determinadas áreas de actividad. Sospechó de la hija mayor desde el mismo día en que nació, quizá porque ella también tiene altas capacidades, aunque no supo ponerle nombre a esta condición hasta que su niña cumplió siete años. “Con las otras peques solo tuvimos que tirar del mismo hilo”, reconoce la influencer.
Cuenta que sus bebés nacieron poco menos que sujetándose la cabeza, que fijaban la mirada desde el comienzo, y que mostraron precocidades y necesidades inusuales y muy distintas entre sí.
Comenzaron a hablar muy temprano. Salían corriendo antes incluso de cumplir 9 meses, reclamaban respuestas para todo, se interesaban por temáticas distintas a las del resto de niños, y sus primeras preocupaciones eran más propias de adultos, más profundas y abstractas de lo normal.
Información y formación
Explicar desde el rigor por qué una persona tiene altas capacidades resulta complicado porque, entre otras cosas, hay tantas altas capacidades como perfiles personales cuenten con ellas. Silvia, no obstante, explica que los cuatro grandes caballos de batalla de estos niños son la frustración, la sensibilidad, la diferencia y la intensidad, rasgos que Fernández Lozano abordó en su obra Voy a cambiar el mundo por ti y que considera como los más característicos.
La crianza fue por lo tanto “verdaderamente intensa”, confiesa Silvia. “Navegamos un mar de delicadas sensibilidades, en una especie de lucha constante entre sus evidentes capacidades cognitivas y sus estados emocionales”.
Silvia asumió su situación como un reto sobre el que debía formarse
Nada de esto fue un problema. Silvia entendió que estaba ante un reto personal y familiar sobre el que debía informarse y formarse para visibilizarlo y, en cierto modo, normalizarlo, porque su idea era evitar a toda costa que sus niñas percibieran sus condiciones como algo malo. Al contrario.
Silvia refuerza sus contenidos no solo mediante información convencional, sino sobre todo a través de una formación rigurosa, aspecto que considera obligatorio. Por eso estudia el Curso Universitario en Altas Capacidades y Desarrollo del Talento de UNIR, una titulación que ha superado sus expectativas desde el primer módulo.
“Siento que no es lo mismo la alta capacidad desde fuera (con la información) que desde dentro (con la formación). Te cambia la realidad, aunque hay una parte de frustración que invita a esa lucha que a mí me gusta cuando ves que es más fácil de lo que parece, que todo está ahí, que hay cientos de personas trabajando en ello… Pero por alguna razón no trasciende del todo. Y para eso estamos”, explica.
La influencer reconoce que el curso aporta no solo las “armas necesarias” para una posición de madre, sino también una nueva perspectiva, más rica y segura, con mejores y más profundos conocimientos sobre el tema, con la que se puede además ayudar directamente a docentes y a los padres en una situación parecida. Funciona así como un altavoz para visibilizar una realidad más frecuente de lo que parece, y que merece un abordaje a su altura.
Silvia Fernández es madre de tres hijas con altas capacidades.
Una carta crucial
Su cuenta de Instagram era hasta entonces @cuandonaceunamadre, una extensión de su empresa de eventos @cuandonaceunsueno, que estrenó tras la pandemia para hablar de su maternidad y compartir reflexiones. Pero el 29 de julio de 2021 hubo un clic. Esa madrugada leyó la carta de una madre cuyo hijo acababa de suicidarse.
La descripción de aquella madre sobre su hijo le encogió el corazón. “Parecía estar describiendo a mi propia hija”, recuerda Silvia. La carta pedía que la muerte del niño no fuera en vano. A la mañana siguiente, pocas horas después, colgó en IG su primer vídeo de concienciación. La cuenta despegó y aquí sigue desde entonces.
“Ojalá esa madre sepa algún día lo que supuso su carta en mi vida. Sé que además de luchar para que eso no vuelva a pasar, por los niños que vienen detrás, por mis hijas… Hay algo interior que también lucha por esa Silvia pequeña que no fue vista”, confiesa. Y desde hace un mes su cuenta de IG ya es @silviafdezlozano.
Ya la siguen casi 30.000 usuarios. Su éxito es innegable, aunque desde su punto de vista también casual e inesperado porque jamás lo buscó. Su idea original era mostrarse como una madre que cuenta su experiencia, y combinar una visión positiva con las dosis de realidad que nunca se podrán esconder.
¿Qué hubieras querido escuchar al comenzar este camino?
Su visión optimista aún perdura tras tres años de brega digital. El avance social para superar estigmas o incomprensiones en torno a las altas capacidades ha sido significativo, según Silvia, una evaluación quizá contagiada por su optimismo inquebrantable: “Prefiero señalar todo lo que hemos conseguido”, admite.
Instagram le brinda numerosas posibilidades para divulgar. Su contenido se centra en conocer, concienciar y entender. Mezcla vídeos más serios de gran difusión por su valor y rigor con toques de humor más propios del día a día.
“En mi web, Tribu de Diamantes, ofrezco los servicios de consultorías personalizadas y ahí creé La Red, una agrupación de familias. Ese sostén que nunca te deja caer, que te cuida desde la comprensión: lo que pasa en tu casa también ocurre en la suya. Nada más cercano y de piel. Un lugar donde sentir que cuentas porque perteneces. También hacemos encuentros de papás y/o familias que son increíbles”, explica la creadora digital.
Al final de su primer libro, Yo siempre os daré voz, Silvia formuló una cuestión recurrente en sus contenidos posteriores: “¿Qué hubieras querido escuchar al comenzar este camino de altas capacidades?”.
Responden a esta pregunta mensajes del tipo “no estás sola”, “es duro, pero maravilloso”, “necesitas conocer a gente con tu misma realidad”, “tus hijas son tu espejo, empieza por ti y se proyectará”, “confía, Silvia” o su frase favorita y que más repite, “sigue tu instinto”.
A Silvia le hubiera gustado que en su momento una persona hubiera sido para ella lo que su libro es actualmente para mucha gente: un abrazo escondido, signos de esperanza, aliento y fuerza para cuando todo falló y nadie parecía comprenderla.