Laura Vivas
Chema Lázaro, el conocido maestro Premio Nacional de Educación y profesor de UNIR, conversó con otros docentes sobre neuroeducación y otros aspectos de la enseñanza en la openclass “Cómo aplicar la neuroeducación en el aula”.
“La atención es un conjunto de redes que funcionan en comunicación unas con otras”, y esta atención se puede estimular con diversas técnicas, según Chema Lázaro. El conocido maestro, Premio Nacional de Educación y profesor de UNIR, conversó con otros docentes en la openclass organizada por la universidad, titulada “Cómo aplicar la neuroeducación en el aula”.
Fue un encuentro interesante para todo el que se dedica a enseñar, pleno de observaciones útiles e ideas prácticas. Hablaron sobre neuroeducación, la especialidad de Chema, y otros temas como la atención y motivación, la importancia de la memoria y cómo se puede configurar un aula estimulante para el aprendizaje de los alumnos.
Captar la atención
En una época como la que vivimos, donde los estudiantes están saturados de información, es necesario aplicar herramientas efectivas para lograr la atención de una clase. Se habla mucho de recurrir al factor sorpresa para captarla, pero esto es algo que no se puede sostener por largos periodos de tiempo.
Chema Lázaro estructura cuatro grandes momentos para diseñar unidades didácticas aplicando la neurodidáctica:
En una época en la que los estudiantes están saturados de información, es necesario aplicar herramientas efectivas para lograr la atención de una clase.
1.- Poner el cerebro a tono. Activar las redes, trabajar con atención de alertas y motivación extrínseca (factores externos que estimulan a conseguir un objetivo como una buena calificación u otro tipo de recompensa).
2.- Trabajar con la memoria, lanzar preguntas o hacer una nube de palabras, acciones que le permitan al alumno sacar información de su memoria a largo plazo y ponerla en el trabajo.
3.- Conceptualizar la memoria. Que comprenda el contenido que le estamos dando.
4.- Todo lo anterior se trabaja en memorias a corto plazo, luego se debe trasladar lo aprendido a la memoria a largo plazo para que lo recuerden, es decir, integrarlo en la memoria a largo plazo.
¿Sin emoción no hay aprendizaje?
Una de las profesoras le señaló a Chema algo en común para los docentes: se habla mucho de las emociones y el aprendizaje, de que sin la primera no se logra la segunda, pero a veces sucede que los alumnos terminan recordando la emoción experimentada y no el contenido.
Está claro que las emociones están relacionadas con el proceso de aprendizaje. Pero, como explica Chema Lázaro, estas son pasarelas para llegar a una meta. Si se entiende el propósito y se fija un objetivo de enseñanza se puede perseverar con la motivación, y esto es lo que hay que ofrecer a los alumnos.
La motivación en el proceso de aprendizaje
La motivación -igual que la atención- no se puede mantener durante largos periodos de tiempo por factores externos como el premio y el castigo.
Una forma de sostener la atención es motivándola, y ¿cómo se logra esto?: “En educación hay una cosa importante y es contestar a los ‘para qué’, porque te permite fijar objetivos de aprendizaje”, explica Chema. Se debe encontrar la motivación a este ‘para qué’, puesto que no se trata de decirle al alumno que será después cuando le encuentre un uso al conocimiento que está adquiriendo.
La motivación es un constructo dependiente de otras cosas. Chema divide esas otras cosas en varios elementos:
1.- Ayudarles a fijar un objetivo. Y a partir de ahí establecer las estrategias.
Acercarse a los intereses de los alumnos. Los adolescentes, por ejemplo, son creadores de contenidos en sus redes sociales, hay que acercarse y entender su lenguaje.
2.- Partiendo de lo anterior, generar estrategias vinculadas a la motivación:
- – Fomentar su autonomía, que puedan elegir el tipo de ejercicio que quieren hacer en la asignatura y que sientan un espacio donde son escuchados.
- – Fomentar la maestría. Que el alumno tenga la sensación de que va avanzando.
3.- No olvidar establecer vínculos emocionales con los alumnos. Interesarse por sus intereses más allá de la asignatura hace que se sientan atendidos. Y hacer que sean conscientes de que lo que aprenden es útil para sus vidas.
Defender la memoria
“Hay una vinculación muy clara entre emoción y memoria”. Debemos intentar trabajar en todas las memorias posibles.
Como se dijo antes, cuando el estudiante adquiere los conocimientos, estos se sitúan en su memoria a corto plazo. Pero luego debe potenciarse la memoria a largo plazo para que se integren, y ¿cómo almacenamos? Repitiendo.
El cerebro aprende a través de la repetición y la práctica. Esta repetición debe ser variada, y una vez que han repetido, el docente debe ver como transfiere esto a otros ámbitos, de manera que el alumno pueda poner en juego las habilidades.
Debe potenciarse la memoria a largo plazo para que los conocimientos se integren, y ¿cómo almacenamos? Repitiendo.
“Primero activo, construyo, consolido y luego transfiero y recupero esta info para otros contextos”. De ahí el éxito de técnicas como los aprendizajes basados en proyectos o en retos, una forma más natural de acuerdo a cómo el cerebro estructura e integra la información.
Una propuesta
En cuanto a lo que se va aprendiendo, si no se emplea, el cerebro lo olvida. Con el sistema educativo actual, por lo general, el alumno aprende conceptos que no vuelve a ver tiempo después, cuando ya no lo recuerda. Por eso Chema Lázaro recomienda otros métodos como contenidos que sean rizomáticos en vez de lineales, es decir, que en la misma unidad se enseñen unos principios con un nivel, y en la siguiente se enseñen con otro nivel, y así progresivamente.
Se habló también de las nuevas tecnologías, y de su incidencia en la memoria y el aprendizaje. A día de hoy, no hay evidencias de que la tecnología afecte la memoria, aunque sí estamos externalizando prácticas en las que antes la aplicábamos, como los números de teléfono.
En todo caso, el profesor defiende su aprovechamiento: “Yo no abogo por la prohibición ni por el uso, pero creo que hay que regular… Vivimos en un mundo absolutamente digital, y no podemos dar la espalda a estas tecnologías. Hay que aprovechar los grandes avances para usarlos en un mejor aprendizaje”.
En todo caso, lo que sí está claro es que lo importante para el docente es “saber preparar buenas clases y dar buenas clases”. Para ello necesitan un tiempo de planificación que muchas veces no tienen por la carga de trabajo.
Como conclusión, el maestro explicó que la motivación se potencia cuando se refuerzan los para qué de los alumnos, teniendo claro el objetivo del aprendizaje. Esto es un proceso que se puede enriquecer de diferentes formas, y “cuanto más migremos de lo extrínseco a lo intrínseco, más vamos a ayudar a los alumnos a que lo entiendan de una forma orgánica, fomentando la maestría y las relaciones sociales”.