Rafael Ruiz Pleguezuelos
El profesor de UNIR Rafael Ruiz Pleguezuelos analiza la importancia de una educación literaria inclusiva y diversa, con unos enfoques pedagógicos que permitan a los docentes incorporar una variedad de perspectivas y experiencias en la enseñanza de la lengua y la literatura.
Hablando del poeta John Milton y de su relación con Dios, el crítico literario William Empson dejó escrito que “La función predominante de la literatura imaginativa es hacer que nos demos cuenta de que otras personas actúan con convicciones morales distintas a las tuyas.”, ofreciéndonos la clave de cualquier enfoque de educación literaria para la inclusión y la diferencia.
Cuando un docente enseña literatura como mera historia de la literatura, está convirtiendo un arte sensible, rotundamente humano, en una lección de memoria sin más provecho que el acopio de datos, pero sobre todo está perdiendo la mayor de las oportunidades que la literatura le brinda: la de convertirse en el aula en puerta de prestigio de la diferencia.
Pese a todo lo investigado y publicado a favor de la utilización de la literatura como herramienta para fomentar la empatía, la comprensión del mundo, el respeto a la diferencia y la diversidad, en la escuela actual la asignatura de Lengua Española sigue demasiado anclada en su visión más tradicional. Deberíamos preocuparnos mucho más por trabajar en clase para que un alumno entienda qué tipo de opresión a la mujer se despliega en La casa de Bernarda Alba del maestro Lorca que en localizar el complemento agente, porque tenemos que ampliar la variedad de perspectivas y experiencias en la enseñanza de la lengua y la literatura, valorando que lo que nos ofrece esta última —introspección, conocimiento del mundo, indagación de los sentimientos, trascendencia, ética— no lo ofrecen otros saberes.
Ilustración del siglo XVII que muestra una reunión de John Milton con Galileo Galilei.
La selección de textos y el tramiento de los clásicos
Estas reflexiones también nos llevan a otro tema que tiene mucho que explorar y debatir: el de la selección de los textos y el tratamiento a los clásicos. El profesor debe procurar que no haya sesgo en la elección, y que ofrezcamos una literatura diversa, que refleje la complejidad de la sociedad contemporánea. Quizá tengamos que pasar por un debate que también está sobre la mesa en el área de filosofía: ¿pueden los alumnos sacar más provecho del filósofo contemporáneo Byung-Chul Han hablándoles de cómo las fake news pueden destruir la democracia que revisando a Aristóteles? Y volviendo a la literatura: ¿Construiríamos una educación literaria más cercana a la realidad y experiencia de nuestros alumnos si optáramos por un canon más contemporáneo? Retomando la analogía con los textos filosóficos: ¿Pueden nuestros alumnos extraer conclusiones más intensas leyendo a Javier Marías que a Jorge Manrique?
Con ello no pretendo negar la universalidad de los clásicos y su mensaje atemporal, de un valor humano imprescindible, pero debemos reflexionar sobre la idea de que quizá dándoles textos contemporáneos de valor, ciertos mensajes conectarían mejor con ellos. El teatro de Paloma Pedrero, por poner otro ejemplo, puede dirigirse a cuestiones palpitantes de la actualidad que no están en El sí de las niñas. Todo lo que les sugiero puede parecer muy revolucionario, pero el mejor ejercicio para hacerse consciente de la necesidad de una reformulación de la educación literaria es hablar con un profesor de Lengua que sienta pasión por su trabajo, y que hable de sus dificultades para que los alumnos se interesen por la materia.
No podemos olvidar que, como docentes, como sociedad, tenemos un compromiso con los grupos subrepresentados en la literatura. Y para llegar a esa meta de inclusión y representación tenemos, sin duda, que ampliar nuestro corpus y la manera de tratarlo. Para asegurar un futuro a la literatura que sea significativo para nuestros alumnos, y respetuoso desde una perspectiva diversa e inclusiva, los profesores tenemos la obligación de escoger textos que incluyan representación de diferentes orígenes étnicos, culturales o de género.
La tentación del proselitismo y las tormenas woke/antiwoke
En este camino que ofrezco hay, no obstante, grandes trampas y posibles complicaciones. La mayor de todas es que el profesor ejerza un proselitismo del tipo que sea, que caiga en la tentación de adoctrinar al alumnado y forzar su opinión. No debes intentar que tus alumnos piensen como tú, sino que piensen por ellos mismos, ofreciéndoles una pluralidad de referencias con la que tendrán que forjar su propia opinión y/o creencia. No podemos, en el río revuelto del cambio de modelo, caer en la tentación de actuar como propagadores de un mensaje político determinado, como está ocurriendo con las tormentas woke/antiwoke que no hacen sino dañar la imagen y reputación de la enseñanza, ya sea universitaria o media.
La clase de Literatura debe ser la casa en la que todos caben y reflejar la complejidad de la sociedad contemporánea.
La justa medida está en crear ese estudiante que sea crítico, que analice textos de manera madura y reflexiva, que piense en la literatura como un instrumento de conocimiento vivo, no una especie de arqueología del pasado. Entre nuestros profesores de literatura, lamentablemente, tenemos más arqueólogos que exégetas, y eso deja el hecho literario en un recuerdo inexpresivo.
Preparemos generaciones que amen la literatura como ventana a la diversidad, a la identidad plural, como la casa en la que todos caben, pues el hecho artístico es y debe ser eso: la república de todos, el reino de todas y cada una de las posibilidades.
(*) Rafael Ruiz Pleguezuelos es profesor de UNIR. Escritor y columnista cultural en diversos medios.