Ana Gugel
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es uno de los más comunes en la infancia. Las cifras señalan que afecta al 5% de los niños en nuestro país. Pero, ¿qué debe tener en cuenta un docente para detectarlo y saber actuar?
La coordinadora del Experto Universitario en Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Ana Madrigal, destaca que podemos hablar de dos conceptos que se pueden dar juntos o por separado. “Identificamos casos de déficit de atención, de hiperactividad o de déficit de atención con hiperactividad. En todos ellos, nos encontramos con niños a lo que les cuesta centrar la atención y son movidos”.
American Psychiatric Association en el DSM V (Manual de diagnóstico, 2013) define el TDAH como un patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere con la función o el desarrollo.
Ante casos de TDAH, los profesores deben saber identificarlos, obtener los recursos para saber gestionarlos y lograr, como decía Jorge Ferré Veciana en su libro Déficit de atención e hiperactividad, 100 preguntas y respuestas (2010), “ayudarle a descubrir a él y a los demás, que su comportamiento no es sinónimo de su identidad, que él es una maravilla como persona y que ha estado o está sometido a una presión importante que necesitaba descargar y manifestar de alguna forma”.
Unas palabras que resalta Madrigal cuando abordamos el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad para profundizar en el papel que juega el profesor en el aula y la importancia de que conozca su origen, sus síntomas y cómo actuar.
¿Cómo identificar un caso de TDAH?
A la hora de analizar las señales o pautas que nos puedan indicar que nos encontramos ante un niño con TDAH, la coordinadora del experto de UNIR señala que “es elemental tener en cuenta que se trata de una dificultad que se va viendo desde pequeño, que no se presenta de repente, y que se produce en varias facetas de su vida simultáneamente: en casa, en el colegio, en el juego…. Además, lo hace interfiriendo y reduciendo la calidad de la actividad social, académica y familiar”.
Madrigal subraya que cada día hay más niños diagnosticados con el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Por eso, afirma que “nos tendríamos que preguntar si son TDAH o son un producto de las nuevas tecnologías, ritmos de trabajo, estimulación y atención familiar y social. Esto nos lleva a considerar la importancia de la estimulación adecuada, la dedicación personalizada y un trabajo de la atención y del movimiento desde los primeros años”.
Tal y como explica, “el cerebro de un bebé desde el embarazo hasta los 6 años está en pleno desarrollo y, por eso, no se debería diagnosticar ni hablar de TDAH hasta que el cerebro esté desarrollado. Podremos decir que estamos ante niños desatentos y movidos”.
La labor del docente
Sobre este último punto, Madrigal apunta que “no podemos olvidar que atender y estar quieto es ver, oír y estar contento con uno mismo (tener una autoestima positiva). En muchos casos, cuando trabajas y mejoras la calidad visual y auditiva, la lateralidad, los patrones básicos de movimiento, la integración sensorial y los reflejos primitivos, casualmente estos niños empiezan a atender y a estar quietos, centrados y seguros consigo mismos”.
Por ello, en la labor del docente es imprescindible analizar los comportamientos. Como detalla la coordinadora del experto de UNIR, a los niños con déficit de atención les cuesta atender a los detalles en las tareas escolares y lúdicas, parecen no escuchar cuando se les habla y no siguen las instrucciones. Además, tienen dificultad para organizar sus tareas, les cuesta el esfuerzo mental sostenido, extravían sus objetos, se distraen con estímulos irrelevantes y son descuidados en las tareas diarias.
Si nos centramos en los niños hiperactivos e impulsivos, Madrigal señala que se mueven en exceso, corren y saltan en situaciones inapropiadas, hablan demasiado, realizan preguntas sin que se hayan contestado las anteriores y les cuesta guardar su turno.
Todos estos indicadores son señales para los profesores, que les permitirán valorar si se encuentran ante un caso de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad en su aula.
¿Cómo debe ser la relación de los profesores con los niños con TDAH?
En la relación que los docentes deben mantener con ellos es necesario que tengan presente que requieren de apoyos positivos, elogios y ánimos. Como destaca Madrigal, “es importante que el profesor muestre interés cuando el alumno está trabajando en su mesa, acercándose y preguntándole si tiene dudas o necesita apoyo. Es un modo de darle seguridad y animarle para que siga trabajando. También es apropiado comunicarse de forma discreta. Un ejemplo de ello: apoyar la mano en su hombro, un gesto puede ayudarle a recuperar su atención”.
Es determinante que los profesores puedan comprender y ayudar a los alumnos con TDAH. Y que, además, lo hagan desde el conocimiento de la situación del niño, profundizando en el conocimiento del trastorno y estableciendo un vínculo con ellos mediante una relación positiva. “Es esencial que sean capaces de reforzar una autoestima positiva, favoreciendo la inclusión en el aula, normalizando las dificultades y adaptándose, en la medida de lo posible, a sus necesidades”, detalla Madrigal.
Asimismo, estos niños deben encontrar apoyos, para ser capaces de resolver los problemas, relacionarse de forma correcta, controlar sus impulsos, mantener un comportamiento y grado de atención adecuados en el aula, responder correctamente a los objetivos curriculares y expresar de forma clara sus necesidades.
Todo este trabajo dará frutos positivos para los alumnos y los docentes. Lograr que funcione exige profesores formados con recursos. Titulaciones como el Experto Universitario en Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) de UNIR ofrecen herramientas y habilidades para detectar y acompañar a niños y jóvenes con trastornos de atención, logrando una educación inclusiva, equitativa, de calidad y que promueva oportunidades de aprendizaje para todos.
