En la enseñanza, los alumnos han dejado de ser sujetos pasivos para convertirse en protagonistas de su proceso de formación gracias a las metodologías participativas.
Ya no se enseña del mismo modo ni se aprende siguiendo viejos patrones. El trabajo cooperativo cobra protagonismo en las metodologías participativas para dar respuesta a las necesidades de nuestro tiempo.
En los últimos años, la enseñanza ha experimentado un salto cualitativo, una notable evolución cuya base está en las nuevas corrientes pedagógicas, modelos que reivindican una manera de enseñar muy alejada del sistema tradicional en el que el docente se limita a ejercer de mero transmisor de conocimiento en un proceso unidireccional en el que los alumnos ocupan un segundo plano, como receptores, sin opción a cuestionar o aportar.
Los cambios no se han limitado a la metodología empleada, también los espacios han cambiado, las aulas son hoy lugares mucho más amables donde impartir una pedagogía activa y flexible. Por supuesto, también las nuevas tecnologías han irrumpido en este ámbito propiciando la redefinición del proceso enseñanza-aprendizaje.
El título de Experto Universitario en Convivencia y Acoso Escolar de UNIR analiza las diferentes metodologías al mismo tiempo que se convierte en una herramienta básica a la hora de mejorar la convivencia escolar y prevenir casos de violencia.
¿Qué son las metodologías participativas?
Las nuevas estrategias pedagógicas comparten conceptos como colaboración, creatividad o participación. Las metodologías participativas ponen el foco en el estudiante y en la necesidad de que se implique y participe de manera activa en todo el proceso. La comunicación entre docente y alumno fluye en ambos sentidos y va un paso más allá involucrando a las familias.
Son muchos los estudios que analizan los resultados de estas metodologías participativas y que concluyen que van acompañadas de un mejor ambiente en el aula y de un mayor éxito a la hora de alcanzar objetivos curriculares. Contribuyen también a mejorar tanto la creación como la interiorización de conocimientos.
¿Cómo implementar una metodología participativa en el aula?
Para poder implementar este tipo de metodologías es necesario crear antes una estructura que permita su desarrollo a partir de determinadas herramientas como:
- Asambleas de clase. Reuniones periódicas integradas en la dinámica del aula y que no necesariamente respondan a la necesidad de resolver algún problema, sino que su principal función sea prevenir precisamente la aparición de conflictos. Debe haber un moderador y en el orden del día pueden incluirse temas propuestos tanto por los profesores como por los estudiantes. En el caso de estos últimos, el hecho de tener que intervenir, tanto para defender una postura como en el papel de moderador, contribuye a generar pensamiento crítico, capacidad de análisis y debate y refuerza habilidades como la expresión oral.
- Asambleas de centro. En este caso, están abiertas a toda la comunidad educativa y, por su complejidad, su periodicidad no puede ser la misma. Pueden convocarse siempre que surja un tema que afecte a todo el centro y sea necesario tomar una decisión o bien plantearse como un encuentro de convivencia.
- Comisiones mixtas de trabajo. Similares a las asambleas de centro en cuanto a quienes las integran, su ámbito de acción es más concreto. Se crean como herramienta para la supervisión de algún aspecto determinado. Deben contar con el visto bueno del Consejo Escolar.
- Grupos interactivos. Dentro de la clase, el alumnado puede formar grupos de 4 o 5 personas para trabajar en diferentes actividades con el objetivo de asimilar mejor los conocimientos y fomentar sus competencias. Han demostrado ser especialmente útiles en alumnado con dificultades de aprendizaje.
En cuanto a los espacios físicos, también la dinámica es muy distinta a la de los modelos más tradicionales. Este tipo de técnicas apuestan por la entrada de las familias en el centro, abriendo sus puertas para que conozcan cómo se desarrolla la actividad en su interior.
Los espacios comunes dejan de ser dependencias no lectivas para acoger alguna actividad. Las aulas deben estructurarse en grupos, lo ideal es que si las dimensiones de la clase lo permiten, las mesas estuviesen colocadas en círculo o semicírculo. Otra de las claves está en el uso del patio: debe asegurarse que se hace un uso igualitario.
Ejemplos de metodologías participativas
Aunque bien es cierto que existen diferentes métodos, todos comparten un objetivo común, que el protagonismo deje de recaer en el profesor para centrarse en el alumno, un sujeto comprometido con su formación.
Estos son algunos de los ejemplos mejor valorados:
- Gamificación. Pocas técnicas hay más motivadoras y despiertan mayor interés de manera inmediata que el llevar el juego a las aulas. Aprender de manera lúdica garantiza una experiencia positiva y anima a una mayor participación, permitiendo asimilar más fácilmente conocimientos. Debe primar el trabajo en equipo y no la competitividad.
- Tertulias. El profesor o la propia clase propone un tema de cualquier asignatura sobre el que todos deben opinar y defender su planteamiento, respetando las posturas del resto. Las aportaciones del colectivo enriquecen el conocimiento.
- Trabajo por proyectos. Bajo la supervisión del docente, los alumnos asumen la responsabilidad del aprendizaje, buscando información y gestionándose. La idea es que vayan aprendiendo durante todo el proceso.
- Aprendizaje colaborativo. Divididos en grupos, los alumnos trabajan sobre un tema. Todos deben participar, intercambiando conocimientos y aportando sus propias habilidades. Su principal ventaja es que favorece un mejor ambiente en la clase. Fomenta cuestiones tan relevantes como la autonomía y la responsabilidad.
- WebQuest. Esta técnica se apoya en el uso de internet, en donde los alumnos han de buscar información sobre un tema concreto. Puede trabajarse individualmente o en grupo y la investigación finaliza con la presentación de los resultados obtenidos.