UNIR Revista
La multiculturalidad y la interculturalidad presentan diferencias entre sí para comprender y aproximarse eficazmente a la promoción de valores democráticos. En UNIR, revisamos ambos conceptos.
La multiculturalidad hace referencia a la existencia de varias culturas que conviven en un mismo espacio geográfico o social, pero sin implicar influencia o intercambio entre ellas, sin contacto con la comunidad local. No aboga por la asimilación de costumbres ajenas a la cultura propia, lo que puede derivar en conflictos. Por ejemplo, un alumnado que procede de países o regiones diferentes, que solo se relaciona entre quienes comparten este elemento distintivo, tanto dentro como fuera de aula.
Sin embargo, la interculturalidad aboga por la convivencia de diferentes culturas en un mismo espacio y, además, apuesta por la interacción entre ellas sin la supremacía de ningún grupo cultural. La interculturalidad se basa en valores como el respeto a la diversidad, el crecimiento de cada grupo y la integración. Además, apuesta por el diálogo para la resolución de posibles conflictos que puedan surgir. Por ejemplo, un aula donde el alumnado de distinta procedencia geográfica se relaciona entre sí, en condición de igualdad, tanto dentro como fuera del aula.
Las bases de la interculturalidad
Las diferencias entre estos conceptos residen principalmente en que la interculturalidad es un término mucho más amplio que, incluso, engloba la multiculturalidad. Sus principales diferencias radican en la forma de entender las siguientes nociones que, según la interculturalidad son:
- Igualdad: Lucha por establecer una relación entre iguales en una sociedad. La forma de organización es la horizontalidad, es decir, implica desarrollar o incentivar procesos participativos más igualitarios.
- Racismo: Se considera un problema social al que se le intenta poner remedio mediante la resolución pacífica de conflictos.
- Cultura: Se acepta la asimilación de otras costumbres o normas diferentes a la propia, eliminando así el etnocentrismo.
- Tolerancia: El respeto y el reconocimiento de la diferencia y similitudes, como base de una sociedad democrática.
Más allá de la educación multicultural: una escuela inclusiva
Lograr una escuela plenamente inclusiva va un paso más allá de la educación multicultural. Se necesita incorporar la crítica y la reflexión para que el alumnado adquiera valores, como el respeto a la diversidad, la igualdad y la dignidad, y tenga así una visión más empática para convivir con la sociedad. Entre las pautas a seguir estarían:
- Propuestas educativas con carácter social. Conseguir que no se quede en una mera actividad de aula, sino que también sean de aplicación fuera para alcanzar una sociedad intercultural.
- Hacer hincapié en las similitudes entre culturas y no solo en las diferencias, así como en todo lo que se puede aprender de otras y lo enriquecedor que es este aprendizaje.
- Rechazar la jerarquización de las culturas. Acabar con el etnocentrismo y trabajar en valores para alcanzar una relación horizontal entre todo el alumnado.
- Fomentar relaciones entre individuos, grupos e instituciones de varias culturas.
- Establecer lenguajes comunes y normas compartidas que permitan intercambios y faciliten las relaciones interpersonales, así como el poder de decisión y participación.
Para alcanzar una educación donde todo el alumnado esté integrado, es necesario que tanto en las aulas como los centros educativos, formales y no formales, interculturales, convivan todos los grupos de diferentes culturas basándose en la igualdad de trato y el respeto a la diferencia. Solo así podrá alcanzarse la plena inclusión. Para lograrlo, una cuestión básica es la formación adecuada de profesionales dedicados a la educación, como la que ofrece el máster en Educación Inclusiva e Interculturalidad de UNIR.