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Mutismo selectivo: cuando el alumno no se comunica en el aula

El mutismo selectivo en el aula es una condición donde un niño o niña no habla en situaciones sociales específicas, a pesar de ser capaz de hacerlo en otros entornos.

El mutismo selectivo —también llamado inhibición del habla— es un trastorno de ansiedad que manifiestan algunos niños al inicio de la escuela infantil. Es por ello que la intervención educativa a edades tempranas es imprescindible para prevenir dificultades en el desarrollo social, afectivo y académico del alumno. 

Es habitual que los adultos que rodean al niño confundan mutismo selectivo (MS) con timidez e, incluso, que se le reste importancia con comentarios del “es una etapa que está pasando”, “ya cambiará”, “es muy vergonzoso…”. Sin embargo, el mutismo selectivo raramente desaparece de manera espontánea. Al contrario, puede derivar en un caso de más grave de mutismo total: un problema que complicará la inclusión del niño en la vida del centro, que puede llevarle al aislamiento y que le someterá a un constante malestar emocional.

Es importante, por tanto, que los educadores cuenten con una formación específica para abordar el mutismo selectivo y sepan detectar los signos indicativos y las necesidades educativas especiales que precisan este tipo de alumnos.

Características del niño con mutismo selectivo 

Se denomina mutismo selectivo a la dificultad o fracaso constante que manifiesta el niño para hablar en situaciones específicas que le generan ansiedad: como en el colegio o con extraños, sin que presente este mismo problema en casa o con gente muy cercana. No hablamos de mutismo selectivo en el caso de que un niño no hable las primeras semanas de clase; tampoco es síntoma de fobia escolar o está asociado a trastornos del neurodesarrollo o una discapacidad.

¿Cómo se comporta en el aula un niño con MS? Es un estudiante que no interactúa verbalmente con el profesor ni con sus iguales, ni participa activamente en la asamblea. Tampoco expresa sus necesidades, como ir al baño, ni pide ayuda cuando no encuentra su material escolar o le han quitado un juguete. Si se le presiona para que hable —hecho que suele despertar la atención del resto de la clase— el niño siente todavía más ansiedad y es incapaz de hablar. De ahí que suela evitar aquellas actividades y juegos que le obliguen a expresarse oralmente con sus compañeros.

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Principales causas del mutismo selectivo

Como ya se ha indicado, la principal causa es el estrés que la situación social provoca en el niño. En definitiva, miedo. Pero ¿por qué se produce esa ansiedad? De acuerdo con los estudios psicológicos sobre el mutismo selectivo, se observan algunas variables comunes en los niños que lo padecen. La más frecuente es haber recibido una educación sobreprotectora o autoritaria de los padres. Por ejemplo, de padres muy estrictos, exigentes y que no promueven el diálogo positivo.

También se ha observado que crecer en un entorno familiar muy cerrado, con padres que evitan las relaciones sociales, puede predisponer al niño a que se retraiga y evite hablar con desconocidos. O que acontecimientos traumáticos —como la hospitalización del pequeño, la pérdida de un ser querido o cambios frecuentes de domicilio— puedan precipitar la presencia de este trastorno. 

¿Cómo afecta el mutismo selectivo en el aprendizaje? 

Generalmente, el mutismo selectivo provoca sufrimiento en el que lo padece ya que los niños y niñas no se adaptan bien al entorno, lo que les puede ocasionar problemas en su desenvolvimiento personal, social y escolar. 

En el colegio, donde el niño pasa mayor tiempo, es donde debe interactuar casi constantemente para relacionarse con compañeros y profesores, presentar trabajos o exámenes, etc., por lo que la escuela será un lugar difícil de gestionar, donde se sentirá tímido, inseguro y con tendencia a sufrir ansiedad.

Estas múltiples situaciones incómodas, donde también se incluyen otras como pedir permiso para ir al lavabo o quejarse de alguna situación o compañero, acaban repercutiendo en su aprendizaje y en sus resultados académicos 

A la larga, si no se interviene, el alumno también verá afectadas sus relaciones sociales, teniendo consecuencias en su desarrollo y, por ende, en su futuro. Y es que la tendencia a la autoestima baja y las dificultades para relacionarse hacen a las personas más vulnerables a poder sufrir trastornos de ansiedad o fobia social.

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Actividades y consejos para ayudar a los niños a hablar

Además de buscar que el niño llegue a hablar, la actividad docente debe centrarse en cómo minimizar la ansiedad que siente por las actividades en el aula y ayudarlo a que puedan interactuar con sus compañeros. 

Para conseguir estos objetivos se pueden seguir algunas de estas pautas para ayudar al niño a hablar:

  • Informar a quienes trabajan en el centro de estudios sobre qué es el mutismo selectivo y cómo comunicarse e interactuar con el niño.
  • Invertir tiempo en adquirir una buena relación con el niño, conocer sus gustos y aquellas situaciones en las que se siente cómodo e incómodo hablando, para poder usar esta información en su beneficio e integración.  
  • No obligar al niño a hablar usando recompensas, amenazas o castigos. Se le debe hacer conocedor de que eso es lo que se espera de él, pero sin forzarlo. 
  • Generar rutinas estructuradas donde el menor con mutismo selectivo sepa con antelación sobre los cambios que habrá en la rutina de la clase.
  • Establecer un lugar seguro en el aula o en otra aula, donde el alumno pueda ir a “descansar” de las rutinas.
  • Incluir estrategias como el uso de tarjetas, ayudas visuales o formular con antelación una pregunta y darle tiempo para que piense en la respuesta.
  • No forzar al alumno a hablar como parte de una tarea. Por el contrario, por ejemplo, se le puede grabar en un ambiente tranquilo para que no tenga que hacer la exposición o trabajo frente a sus compañeros, proponerle un trabajo por escrito o dejarle que emplee gestos o comunicación no verbal para responder a preguntas.
  • No permitir que siempre sean otros los que hablen por el niño ya que, si bien es mejor que hable a través de otras personas en las que confía, a que no lo haga, esto puede convertirse en una dinámica recurrente y su “ayudante” empezar a responder sin oírlo. 
  • Ubicar al niño en el aula en un espacio donde no se sienta el centro de atención, al principio, para darle comodidad.
  • Continuar con normalidad las actividades y no darle mayor importancia al asunto, si al hacerle una pregunta al menor este no contesta.
  • Emplear actividades como el teatro para que el alumno pueda ver cómo otros niños interactúan y que de forma progresiva este pueda expresar palabras que no sean suyas sino que sean parte de un guión, lo que le generará menos ansiedad y presión. 
  • Grabar en audio o video a una persona con la que el menor no pueda hablar, como por ejemplo un profesor, y que este le haga preguntas al niño, el cual deberá responder verbalmente a las cuestiones que le plantee el profesor. Con esto se disminuyen los niveles de ansiedad y se va dispersando los temores ante reacciones negativas. 
  • Usar la terapia cognitivo conductual para reestructurar los pensamientos y creencias de los niños y conseguir un cambio en su comportamiento.
  • Usar métodos de entrenamiento en habilidades sociales que les ayuden a abrirse y expresarse mejor con otros niños de su misma edad. 

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Pautas para la atención del mutismo selectivo en el aula de infantil y primaria

Las necesidades educativas especiales de los niños con MS engloban principalmente tres áreas: la estimulación del habla, potenciar sus competencias sociales y crear un entorno afectivo y seguro que facilite la distensión en el aula. En base a estas premisas, estas serían las pautas y estrategias que el educador puede llevar a cabo a la hora de trabajar con este tipo de alumnado:

Fomentar una relación positiva-afectiva

El profesor no debe presionar al alumno para que hable, pero puede ir ganando cierta complicidad con él apremiando sus esfuerzos y reforzando cualquier intento de comunicación por parte del niño, aunque sea gestual.

Programar trabajos de equipo

Una posibilidad es la de plantear trabajos de equipo reducidos y guiarlo en la participación de la actividad. Es aconsejable que con anterioridad el maestro enseñe pautas sencillas al niño para que interactúe con el grupo: cómo pedir que le dejen dibujar, le presten las pinturas, juguetes…

Organizar actividades lúdicas

Organizar actividades lúdicas que favorezcan la interacción y el contacto físico con el resto de sus compañeros, siempre bajo la supervisión del maestro para evitar situaciones que pudieran originar ansiedad en el niño con MS. Son recomendables los juegos de motricidad, de representación de sonidos inarticulados y articulados o montar pequeñas obras de teatro con marionetas.

Emparejar

Juntar al niño con otro con el tenga más confianza y afinidad es una buena forma de ayudarle a que mejore su inhibición y que se incrementen las posibilidades de que empiece a hablar.

Tomar en cuenta sus áreas de interés

Es más fácil que el niño pueda superar sus problemas si se aborda desde sus áreas de interés, ya que se sentirá más motivado.

Asignar responsabilidades

Encargar al alumno pequeñas responsabilidades que impliquen interaccionar con el grupo y con otros adultos: llevar un cuento al tutor de otro grupo, repartir los materiales entre sus compañeros, dirigir la fila… En los primeros encargos, el niño puede ir acompañado por el profesor o uno de sus compañeros con el fin de que se sienta más seguro. Con el tiempo, se le anima a que se ocupe de estas responsabilidades él solo.

Para que el programa de intervención educativa sea efectivo es necesario incidir en la importancia del trabajo colaborativo entre el maestro, los profesionales de apoyo en contacto con el niño (psicólogo, pedagogo…) y la familia. Las entrevistas con los padres son un buen momento para indicarles cómo estimular su lenguaje. Por ejemplo: animándoles a que organicen reuniones en casa con otros niños, le apunten a actividades deportivas o culturales en grupo, le den autonomía, confianza, y que eviten presionar o reprender al pequeño para que hable.

En resumen: cuando un alumno sufre mutismo selectivo en el aula, no está disfrutando de las mismas experiencias de aprendizaje que el resto. No es feliz en el colegio. La escuela infantil es el entorno social idóneo para que estos niños con mutismo selectivo superen sus dificultades comunicativas y adquieran las habilidades sociales que le permitan su adaptación al colegio y al resto de contextos sociales. Igual de relevante es contar en el centro educativo con un equipo docente formado en educación especial para su detección precoz e intervención en las necesidades educativas especiales de este alumnado.

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