Nelcy Valencia
El ocio está relacionado con la calidad de vida y contribuye al desarrollo integral de las personas y sociedades. El ocio inclusivo pone el foco en la diversidad y la integración.
Es un lugar común enunciar que el ocio es un aspecto importante de la calidad de vida y, como tal, una dimensión que contribuye al desarrollo integral de las personas y de las sociedades. En este sentido, el denominado ocio inclusivo pone en el centro de las actividades lúdicas los valores de la integración y de la diversidad, de forma que, junto a la pluralidad de participantes involucrados, es necesario asegurar la puesta en valor de las diferencias. Más allá de esta premisa fundamental, se abre un campo de reflexión especialmente fecundo, si consideramos que el ocio es un fenómeno que dialoga con el contexto.
Desafíos del ocio en relación con la interculturalidad
El fenómeno de la interculturalidad supone, como sabemos, cambios profundos en la concepción de vida y del mundo que nos rodea. Desde ahí, el ocio se convierte en experiencia irrenunciable a la cual tienen derecho todas las personas, con independencia de su raza, género, religión, ideología, o clase social.
El ocio, como un auténtico derecho, comporta la reivindicación de un conjunto de prácticas y experiencias que son fuente de satisfacción—mejor aún, de autorrealización—y que necesitan del ejercicio de la libertad.
El derecho al ocio descansa en la propia dignidad del individuo. En este sentido, y a diferencia de otras vivencias, el ocio es capaz de dar sentido y de potenciar el desarrollo personal. Desde estas premisas, hacerlo realidad constituye un desafío no solo para los poderes públicos, a quienes compete reconocer el derecho a la cultura, al deporte, o a un consumo responsable y seguro, pero a otros también.
Cultivar un ocio digno
Para que el ocio sea entendido y cultivado como una experiencia de valor en sí misma, la educación resulta imprescindible. De este modo, educando el ocio se logra crear un espacio privilegiado de crecimiento, de integración y de fomento de valores positivos.
Algunos autores, como Manuel Cuenca, reivindican la educación y el cultivo de un ocio “digno”. Así, frente a una acepción contemporánea del término, que se ha identificado con el descanso, las vacaciones, el espectáculo y la diversión, cabe oponer un sentido alternativo, relacionado con el desarrollo humano, que presenta al menos dos dimensiones: una, de realización personal (a la que hemos hecho alusión en el punto anterior) y otra, de compromiso comunitario.
Desde el punto de vista comunitario, el ejercicio de un ocio digno es aquel que afirma los valores básicos de la ciudadanía y de la convivencia; a saber: libertad, igualdad, solidaridad, respeto activo, y diálogo.
El ocio es la prueba concluyente para certificar si una sociedad es diversa y disfruta en cuanto tal de una integración y solidaridad social. Este significado del ocio está incluido dentro de la noción de ocio inclusivo.
La inclusión, dentro de un planteamiento de ocio, viene definida por los elementos siguientes:
- Se considera un derecho humano.
- Se dirige a todas las personas apostando por su inclusión total en cualquier ámbito.
- Se articula desde una organización inclusiva.
- Supone un compromiso, dado que se debe adaptar a las necesidades de cada persona.
Beneficios del ocio inclusivo en el aula
A partir de las consideraciones precedentes, pueden colegirse los beneficios siguientes:
- Entrena y fortalece el pensamiento crítico.
- Facilita la inclusión.
- Contribuye a la salud y al bienestar.
- Fortalece los lazos comunitarios.
- Minimiza y elimina la exclusión social.
Sin duda, es recomendable apostar por un ocio inclusivo también en el aula. Si eres docente y quieres especializarte en este campo, existen titulaciones específicas, como el máster oficial en Educación Inclusiva e Interculturalidad, que te ayudarán a conseguirlo.