Gloria Perdomo García
La implicación estudiantil en la vida escolar es esencial para una convivencia democrática e inclusiva. Su involucramiento en la resolución de conflictos no solo es un derecho, sino también una oportunidad para aprender conductas prosociales y mejorar las relaciones interpersonales.
La participación es un requisito necesario para una convivencia escolar democrática e inclusiva, construida con el aporte de toda la comunidad educativa. Especialmente, la implicación de niños, niñas y adolescentes (NNA), es fundamental ya que pueden ser formados como sujetos corresponsables de la vida en común.
Las controversias y los enojos entre pares son desafíos propios de la coexistencia, pero también oportunidades para mejorar sus relaciones interpersonales para que los estudiantes puedan conocerse y hasta entenderse mejor.
La experiencia de participar en un encuentro para esclarecer y solucionar una discrepancia puede generar muy valiosos aprendizajes: sobre la naturaleza de los conflictos, acerca de lo difícil de una buena comunicación, o sobre cómo la conducta de cada estudiante importa para lograr cooperación, empatía y solidaridad entre compañeros.
Este artículo está dirigido a reconocer la importancia del involucramiento activo de los NNA en el conocimiento y gestión de conflictos propios de la vida escolar. La participación es muy valiosa, no sólo porque es su derecho o porque el asunto les interesa o afecta, sino también por el aprendizaje de conductas prosociales que resulta, cuando efectivamente intervienen en estas situaciones.
La relevancia de la participación
Cada vez más se reconoce lo esencial de la participación entendida como una finalidad, un requisito y una estrategia para el logro de metas de desarrollo personal y social. Aunque en educación persisten algunas voces del pasado, pretendiendo defender enfoques educativos tradicionales y autoritarios, la importancia y prioridad de la participación de los NNA en su proceso educativo es ampliamente reconocida. No sólo como una estrategia propia de las metodologías activas, sino como un principio pedagógico imprescindible para garantizar, con efectividad, el acceso y la calidad de la educación.
Más allá de nuestras preferencias en cuanto a estilos pedagógicos, la participación ha sido consagrada como un derecho humano que debe ser garantizado por las familias, las escuelas y en todos los ámbitos de vida de las personas.
La Convención sobre los Derechos del Niño (1989) establece que: el niño debe estar plenamente preparado para una vida independiente en sociedad y ser educado en el espíritu de los ideales proclamados por la carta de Naciones Unidas y, en particular, en un espíritu de paz, dignidad, tolerancia, libertad, igualdad y solidaridad (Preámbulo).
Esta norma rectora señala un norte claro hacia el cual dirigir la formación indicando que todo ser humano, desde su más temprana edad, debe ser preparado para compartir en la vida social, actuar con responsabilidad, y para reconocer la dignidad propia de toda persona, sin ningún tipo de discriminación.
Siendo así, entre las prioridades educativas destacan la formación de capacidades para una buena comunicación, para el buen trato a los demás, fomentando relaciones de amistad, compañerismo, cooperación y respeto recíproco.
NNA: sujetos de derechos humanos
Durante mucho tiempo, en la formación familiar y social se ha entendido que el conocimiento y ejercicio de derechos y responsabilidades democráticas, «sólo será posible cuando los chicos sean personas adultas». Cuando «sean mayores», pues se concibe que los NNA son «menores», asociando esta denominación a incapacidad, inferioridad, o más bien, presumiendo que aún no son personas completas, ni pueden participar o involucrarse porque «solo son niños»; parece entenderse que «serán ciudadanos y partícipes sí, pero en el futuro».
En contraste con esta pauta cultural tradicional (por cierto, ampliamente extendida), la Convención sobre los Derechos del Niño (1989, artículo 12) consagra la participación como un derecho humano de todo NNA. Sobre la aplicación de este derecho en contextos educativos, el Comité de Derechos del Niño de la ONU establece:
La participación del niño es indispensable para que se cree en las aulas un clima social que estimule la cooperación y el apoyo mutuo necesarios para el aprendizaje interactivo centrado en el niño. El hecho de que se tengan en cuenta las opiniones del niño es especialmente importante en la eliminación de la discriminación, la prevención del acoso escolar y las medidas disciplinarias (Comité de Derechos del Niño ONU, 2009, párrafo 109).
Respaldando estos imperativos legales, las teorías del desarrollo evolutivo de la moralidad, informan que la participación del niño o niña es un requisito para promover la progresiva superación del egocentrismo y la inmadurez moral, facilitando el aprendizaje de comportamientos prosociales (Gibbs, 2010; Farías & Perdomo, 2016).
Contextos violentos y desiguales
El desafío planteado es cómo generar experiencias de participación en contextos en los que hay desigualdad, discriminación y hasta violencia. Son realidades que hacen muy difícil y complejizan cualquier pretensión educativa, y en ellas se puede presumir que la participación debería limitarse, para reducir el riesgo y proteger la integridad del alumnado.
Sin embargo, muy diversas voces advierten que la violencia y la desigualdad ya están presentes en la vida diaria y en el entorno social de todo centro educativo. Muy especialmente en estos contextos, la educación es imprescindible, por las garantías de prevención y protección que aporta (Perdomo, 2023).
En estos espacios, la educación necesita ser inclusiva y favorecer el desarrollo de experiencias participativas, involucrando a todos los integrantes de la comunidad educativa en la construcción de una convivencia escolar pacífica, segura y garantista de los derechos de todas las personas sin ninguna forma de discriminación.
La escuela debe ser un lugar seguro para aprender en el que se construyan relaciones positivas promoviendo conductas sociales adecuadas, fomentando la participación infantil, favoreciendo un ambiente protector y de cuidado entre toda la comunidad educativa, la resolución constructiva de conflictos (UNICEF, 2018, p. 6).
El Máster Universitario de Prevención y Mediación de Conflictos de UNIR tiene entre sus prioridades, la formación de educadores que promueven la participación y liderazgo del alumnado en la convivencia escolar y en su proceso educativo.
Se analizan y promueven el diseño de buenas prácticas educativas dirigidas a formar al alumnado en conocimientos y habilidades requeridas para intervenir como mediadores, tutores o como animadores de proyectos educativos. En estos escenarios y junto a sus pares, los estudiantes aprendan a reconocer y analizar los orígenes de los conflictos y a proponer acuerdos para su solución consensuada. También en acciones y estrategias cooperativas para prevenir el fracaso escolar y la exclusión educativa.
El papel del alumnado
Distintos estudios que analizan los problemas de violencia, del acoso escolar y de la exclusión educativa, enfatizan la prioridad de promover una participación significativa de NNA en acciones de prevención de la violencia, reconociendo sus capacidades para la identificación e intervención ante situaciones de desigualdad, injusticia y vulneración de derechos (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2021; Pinheiro, 2006; Organización Mundial de la Salud, 2020).
La exigencia de espacios y mecanismos de participación auténtica es imprescindible, y es cada vez más aceptada. No obstante, muchas de las propuestas y experiencias educativas que se presentan como participativas, son aproximaciones a una genuina participación, son más bien un remedo o acciones en las que el conocimiento y ejercicio de derechos que se alcanza es muy incipiente.
La prioridad educativa hoy exige superar esas prácticas tradicionales en las que la participación infantil es mediatizada y se limita a la formación de los participantes mediante acciones dirigidas y muy estructuradas. Con poco espacio y flexibilidad para una genuina y creativa participación del estudiantado, se constriñe así, el ejercicio de sus libertades de expresión, opinión y de aporte en la resolución de controversias con sus pares.
Muy diversas iniciativas muestran que es posible desarrollar una formación desde la perspectiva de los NNA, centrada en sus expectativas, intereses, y con actividades que propicien el ejercicio progresivo de sus derechos, conforme al desarrollo de su madurez y capacidades.
La educación inclusiva está dirigida a desarrollar en el alumnado capacidades para una participación informada, utilizando medios y recursos apropiados. Para lograr esos propósitos es necesario suscitar un clima escolar positivo, donde se reconocen la diversidad y el pluralismo, y en la que se invita a la defensa y exigibilidad de trato digno, respeto recíproco y cumplimiento de derechos humanos.
Referencias Bibliográficas:
- Comité de los Derechos del Niño ONU (2009) Observación General No. 12 El derecho del niño a ser escuchado, Resolución CRC/C/GC/12 51º período de sesiones. 20 de julio de 2009. https://www.refworld.org/es/leg/coment/crc/2009/es/70207
- Convención sobre los Derechos del Niño (1989) Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. Resolución 44/25 de fecha 20 de noviembre de 1989. https://www.un.org/es/events/childrenday/convention.shtml
- Farías, L., & Perdomo, G. (2016). Educar en ciudadanía. Desarrollo moral, clima escolar y disciplina. [Material didáctico]. https://www.academia.edu/31213840/Educar_en_ciudadan%C3%ADa_Partes_I_II_y_III
- Gibbs, J. (2010) Inmadurez moral y comportamiento antisocial. En Postconvencionales: ética, universidad, democracia. Año 2010-No. 2, pp. 21-56.
- Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (2021) Más allá de los números: Poner fin a la violencia y el acoso en el ámbito escolar. París, UNESCO. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000378398.locale=es
- Organización Mundial de la Salud (2020) Prevención de la violencia en la escuela: manual práctico [School-based violence prevention: a practical handbook]. Ginebra: Organización Mundial de la Salud; 2020.https://www.paho.org/es/documentos/prevencion-violencia-escuela-manual-practico
- Perdomo, G. (2023) La prioridad de las políticas públicas para proteger a la niñez y la juventud de las violencias y otras vulneraciones de sus derechos humanos. En Violencia contra la niñez y la juventud en Venezuela. Víctimas ignoradas e invisibles, Perdomo, G. y Páez, G. (Coordinadores), Editorial Alfa, 2023, LACSO 2023 y © Alfa Digital, 2023, Barcelona, España pp. 399-425. https://observatoriodeviolencia.org.ve/publicaciones/libros/violencia-contra-la-ninez-y-la-juventud-en-venezuela/
- Pinheiro, P. (2006) Informe Mundial sobre la violencia contra los niños y las niñas. Estudio del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la violencia contra los niños (A/61/299 2006). https://violenceagainstchildren.un.org/sites/violenceagainstchildren.un.org/files/document_files/world_report_on_violence_against_children_sp.pdf
- UNICEF Comité Español (2018) Guía para la mejora del clima escolar en los centros educativos.
(*) Gloria Perdomo. Educadora y doctora en Ciencias Sociales, profesora en el Máster Universitario en Prevención y Mediación de Conflictos y en el Máster en Educación Inclusiva e Intercultural de UNIR. Actualmente desarrolla proyectos de investigación, difusión y de formación en derechos humanos con la Fundación Luz y Vida, en la Red por los Derechos Humanos de Niños, Niñas y Adolescentes y en el Observatorio Venezolano de Violencia (LACSO-UCV).
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