Diego Caldentey
Los docentes tienen un enorme desafío por delante. Incluir a todos los alumnos es uno de los grandes objetivos a la hora de educar. Por eso resultan vitales en la creación de espacios inclusivos en los colegios.
Los docentes tienen un enorme desafío por delante. Incluir a todos los alumnos es uno de los grandes objetivos a la hora de educar. Por eso resultan vitales en la creación de espacios inclusivos en los colegios.
Aún queda mucho por hacer en España: la población con discapacidad entre los 18 y los 24 años presenta tasas de abandono escolar prematuro superiores al 50%, sin diferencias significativas entre los dos sexos (57,2% hombres y 56,2% mujeres).
Si se mantiene esta tendencia, en 2020 habría una cifra de abandono escolar que oscila entre los 25.000 y 35.000 estudiantes con discapacidad.
Estas cifras revelan enormes desafíos. ¿Cómo pueden los alumnos con necesidades educativas especiales sentirse realmente cómodos e integrados con el resto de compañeros? ¿Cómo ayudarles a conseguir un futuro mejor? Partiendo de estas premisas, el rol de los maestros es fundamental.
Así lo considera Blanca Tejero Claver, directora académica del Máster de Educación Especial de UNIR. Para ella, la clave pasa por construir una sociedad inclusiva de la que todos formemos parte en igualdad y derechos. En ese contexto, “el docente debe convertirse en protagonista de la inclusión escolar”.
Todo individuo tiene derecho a recibir educación de calidad. Por tanto, todas las personas tienen que tener las mismas oportunidades de acceso al sistema educativo
“Todo individuo tiene derecho a recibir educación de calidad. Por tanto, todas las personas tienen que tener las mismas oportunidades de acceso al sistema educativo nacional”, asegura.
La educación: un derecho, no un privilegio
Para hablar de un aula inclusiva el docente tiene que ser inclusivo. “El rol del docente es importante pues éste juega un papel esencial en la inclusión. Por tal motivo, debe de cambiar de paradigmas, tener una visión más global y poseer competencias docentes”, apunta Tejero.
La detección por parte del docente de los trastornos que puede tener un alumno con Necesidades Educativas Especiales (NEE) es esencial. Por ello, su actitud será primordial para el logro de espacios inclusivos, “porque su disposición se verá reflejada en el trabajo dentro y fuera del aula, con sus acciones y conocimientos de sus alumnos”.
Para contrarrestar las tasas de abandono escolar antes planteadas, Blanca cree que habría que prolongar la escolaridad de los jóvenes que sólo han conseguido alcanzar estudios primarios incompletos (entre 7.000 y 10.000 personas).
Otra línea de acción también pasa por mejorar el rendimiento de los que llegan a tener estudios primarios completos (de 11.000 a 15.000 personas), de forma que consiguieran alcanzar la meta de la enseñanza secundaria.
Asimismo hay otro factor muy importante a tener en cuenta: el nivel de estudios alcanzado por las personas con discapacidad de 30 a 34 años es muy bajo, con apenas un 20% de niveles formativos universitarios o similares y con notorias diferencias entre hombres (15%) y mujeres (25%).
Esto deriva en inevitables problemas de empleabilidad: en el rango de las personas con menos de un 45% de discapacidad trabajan un 44% y, si el grado sube a más del 65% de discapacidad, la cifra de trabajadores es solo de un 25%.
La formación, llave de la inclusión
Para revertir el panorama, “la formación es la llave de la inclusión”, según la experta. Además de obligatoria, es necesaria para dar lugar, en el futuro, “a una buena empleabilidad y una vida de pleno desarrollo”.
Se trata de trabajar dentro de una escuela “inclusiva” con el docente como principal protagonista: “Si no tenemos un formador con una mirada amplia no podremos conseguir ese objetivo”, apunta.
Se trata de trabajar dentro de una escuela inclusiva con el docente como protagonista, y que éste tenga una mirada amplia para cumplir con los objetivos propuestos
De este modo, la formación del profesorado resulta fundamental. Ese es uno de los grandes ejes del Máster de Educación Especial de UNIR: “Hace que los profesionales, cuando lleguen a las aulas, se encuentren verdaderamente preparados para que se movilicen y ayuden a este tipo de alumnos. También para que se reduzca la tasa de abandono escolar y se aumente la tasa de titulados superiores con discapacidad”.
Este máster prepara y capacita a los alumnos para trabajar en cualquier etapa educativa (infantil, primaria, secundaria) y tanto en escuela inclusiva como en aulas específicas
Estrategias y aptitudes
“Permite a los profesionales de la Educación ampliar y profundizar conocimientos, así como adquirir las estrategias y aptitudes necesarias para atender al alumnado con necesidades educativas especiales. Además favorece la atención a la diversidad en los colegios de educación especial, en el aula ordinaria y en centros mixtos”, subraya Tejero.
Los contenidos académicos profundizan en las diferentes tipologías de los alumnos con NEE. Entre otras, destacan:
- Discapacidad física y motora: dificultades en la organización de la postura y el movimiento.
- Discapacidad intelectual y alteraciones cognitivas: dificultades en el proceso de aprendizaje
- Discapacidades sensoriales: dificultades que afectan a la vista, audición, sistema vestibular y táctil, entre otros.
Para finalizar, Tejero apunta a otra cuestión primordial: la inclusión es un trabajo de todos. “No es una cuestión de tiempos (de 9 a 14 horas), lugares (escuela), momentos (lunes, tardes, mañanas)… en la que hay unos únicos actores (los profesores). Es una labor continua en la que participan los alumnos, los profesores, los padres y los miembros de la comunidad educativa”.
En este sentido, considera que la educación inclusiva interpela a todos los implicados en el proceso: profesores, alumnos, padres y la comunidad en general, siendo “ineludible la participación de todos, tanto en el contexto escolar como en la comunidad”.