UNIR Revista
Las buenas prácticas de educación inclusiva garantizan la inclusión de los alumnos con discapacidades en el aula, por lo que son un recurso imprescindible para los futuros docentes y pedagogos.
¿Sabes qué es la educación inclusiva? Se trata de un aspecto clave para garantizar la inclusión de las personas con discapacidades en la educación y la sociedad. Por tanto, conocer las buenas prácticas de educación inclusiva es muy importante para cualquier educador o pedagogo.
En esta guía encontrarás las prácticas de educación inclusiva que podrás aplicar al aula, agrupadas en función de los aspectos de accesibilidad, cooperación y aprendizaje en grupo.
Accesibilidad
La accesibilidad, dentro de las buenas prácticas de educación inclusiva, se refiere a proporcionar entornos, herramientas y programas que permitan a cualquier alumno desarrollarse con normalidad, sin que le limite su discapacidad.
Un centro educativo debe ser un entorno sin barreras para el aprendizaje y la participación. Eso significa que, por un lado, deben tenerse en cuenta todos los aspectos logísticos y prácticos, desde la movilidad de los alumnos hasta el menú del comedor. Y, por otro lado, hay que considerar sus necesidades educativas para garantizar la igualdad de oportunidades en el aula.
Es importante también que el currículo sea flexible y comprenda las capacidades de los alumnos. Sin disminuir el contenido ni rebajar las competencias, hay que adaptar la metodología para capacitar y empoderar a todo el alumnado.
Cooperación
Las buenas prácticas de educación inclusiva también incluyen una enseñanza y resolución de conflictos cooperativa, lo que implica tanto al equipo docente como al alumnado. Es decir, la comunidad educativa al completo.
La cooperación entre docentes de diferentes disciplinas es imprescindible para garantizar la inclusión de los alumnos con discapacidades. Esta cooperación ha de darse dentro de un mismo centro, y también con otros centros.
Por otro lado, los educadores y pedagogos son los garantes de la educación de calidad para todos, así como de la motivación de sus alumnos y del diálogo con las familias. Por eso, es importante que la comunidad educativa entera (docentes, alumnos y familias) gocen de una comunicación fluida para poder afrontar también situaciones conflictivas. La participación en la resolución de conflictos y el consenso en sus procesos es un modo de cohesionar e incluir a todos los perfiles de alumnos.
Aprendizaje en grupo
La literatura científica demuestra que la interacción entre alumnos de distintos niveles o edades es beneficiosa para el conjunto del alumnado. Los grupos heterogéneos que, además del docente, cuentan con distintos apoyos, tienen un mayor potencial en el aprendizaje cooperativo y dialógico, y gozan de un buen nivel global de la clase. De este modo, los alumnos con discapacidades no se quedan atrás y reciben las ventajas que aporta el grupo.
Del mismo modo que la cooperación, en la comunidad educativa el aprendizaje en grupo es la mejor herramienta para la resolución de conflictos. Está demostrado que la implicación de las familias y otros adultos voluntarios mejora el rendimiento escolar y potencia la igualdad entre los alumnos.
Aplicar unas buenas prácticas en educación inclusiva significa garantizar el acceso a la educación a todos los alumnos. Asimismo, adaptar las prácticas pedagógicas a los alumnos con discapacidades también tiene un impacto positivo en la comunidad educativa en general.
Esta guía constituye una buena base para todos los futuros profesionales de la educación. Si quieres profundizar en la enseñanza para el alumnado con necesidades especiales, UNIR ofrece el Máster en Educación Especial y una Mención en Pedagogía Terapéutica con la que especializarte en educación especial.