UNIR Revista
¿Son Alicia en el País de las Maravillas, Marcelino Pan y Vino, Platero y yo, El Principito... literatura infantil o juvenil, o simplemente literatura? Para responder a esta y otras preguntas relacionadas con la enseñanza literaria, como el uso de las TIC, la profesora Concepción M. Jiménez Fernández ha publicado en UNIR Editorial el manual Dictáctica de la Literatura en Educación Primaria.
¿Son Alicia en el País de las Maravillas, Marcelino Pan y Vino, Platero y yo, El Principito… literatura infantil o juvenil, o simplemente literatura? Para responder a esta y otras preguntas relacionadas con la enseñanza literaria, como el uso de las TIC, la profesora Concepción M. Jiménez Fernández ha publicado en UNIR Editorial el manual Didáctica de la Literatura en Educación Primaria.
Con la literatura infantil y juvenil puede ocurrir lo que acontecía con Georges Simenon (1903-1989). Algunos afirmaban despreciándole: “Bah, es un escritor de novelas policíacas; fabrica historias del inspector Maigret como otros churros”. Pero Simenon, además de ser uno de los autores más leídos y vendidos de la historia de la literatura universal, ha terminado convirtiéndose en un creador reconocido hasta por los círculos más elitista. La Pléiade (la colección “templo” del canon de la literatura francesa) ha publicado su obra completa. El premio Nobel García Márquez lo recomendaba con insistencia. Simenon suele agarrar al lector en la primera línea de cualesquiera de sus novelas y es difícil dejarlas hasta terminarlas. Todo un logro en este mundo de siglas y de prisas.
Así, pues, y simplificando: la buena literatura infantil y juvenil es también literatura para todos, de lo contrario ni sería literatura, ni infantil, ni juvenil.
Esto se defiende fácilmente con los autores famosos y destilados por el tiempo, como los ya citados Lewis Carroll (Alicia en el País de las Maravillas), José María Sánchez-Silva (Marcelino Pan y Vino), Juan Ramón Jiménez (Platero y yo) y Antoine de Saint-Exupéry (El Principito). Pero, ¿y con una aún viva, como Christine Nöstlinger (Viena, 1936)?
En los países de habla alemana, donde Nöstlinger es más conocida, cualquier adulto que la haya leído tenderá a colocarla, sin más, en la estantería de buenos escritores. Si no se supiera nada de ella y empezara a publicar sus libros en 2015, sin etiquetas como “adecuado para niños a partir de los diez años”, sus producciones ganarían espacio propio en el mundo de los mayores. El criterio de más o menos calidad se decantará, en el caso de Nöstlinger como en todos, con la perspectiva de los años.
Lo anterior lo apuntala también el hecho calificado por los estudiosos como “literatura ganada”: producciones que no nacieron para niños, pero que, andando el tiempo, fueron destinadas igualmente para los jóvenes, con gran éxito. Por ejemplo: Robinson Crusoe y Los viajes de Gulliver.
Concepción M. Jiménez Fernández, en Didáctica de la Literatura en Educación Primaria, nos previene contra el error de entender literatura como sinónimo de libro. Menciona la literatura oral para subrayar que la “literatura infantil y juvenil es anterior al libro como soporte o contenedor de textos que producen un goce y que responden a los intereses de sus destinatarios”. Cabe citar aquí el apasionante mundo de los cuentos y de las colecciones que luego se han hechos con ellos, como la de los hermanos Grimm.
El papel del futuro maestro, como apunta la profesora Jiménez, será “escoger el texto adecuado en el momento oportuno”.
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