Nuria Villa Fernández
La Agenda 2030 destaca la educación inclusiva como un derecho fundamental. A pesar de los avances, lograr este tipo de formación sigue siendo un reto crucial que requiere esfuerzos continuos y estrategias innovadoras.
La educación inclusiva es un derecho humano fundamental reafirmado en diversas políticas y acuerdos internacionales. Dentro de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas queda recogida el compromiso de “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida para todos”.
Los ODS prometen un “mundo justo, equitativo, tolerante, abierto y socialmente inclusivo en el que se atiendan las necesidades de los más desprotegidos”. Sin embargo, en la actualidad, el camino para lograr una educación equitativa y de calidad para todos los estudiantes sin excepción, continúa presentando enormes desafíos.
Este, es un proceso que busca garantizar que todos los estudiantes, independientemente de su género, etnia, discapacidad, situación social, etc., tengan acceso a una educación digna y en igualdad de condiciones. Para ello, este enfoque no solo se centra en la integración de estudiantes con necesidades educativas especiales, sino que promueve la creación de entornos que respondan a la riqueza de la diversidad humana en todas sus formas.
El riesgo de exclusión
La inclusión es un proceso que ayuda a superar los obstáculos que limitan la presencia, la participación y los logros de todos los y las estudiantes. El Informe de seguimiento de la Educación en el Mundo. Inclusión y Educación: todos y todas sin excepción (Unesco, 2020, p.9) señala que “los mecanismos de discriminación, estereotipos y estigmatización son similares para todos los educandos que corren riesgo de exclusión. Si bien el 68% de los países definen la educación inclusiva, solo el 57% de estas definiciones cubren a los múltiples grupos que son objeto de formas múltiples de marginación.”
Nos podemos preguntar: ¿qué estrategias podemos implementar para favorecer este concepto? ¿Cómo podemos enseñar en un aula heterogénea para que todos aprendan al máximo de sus posibilidades?
El Colectivo “Estudiantes por la inclusión” reflexiona sobre el modo en que funcionan sus escuelas y plantean en la guía “Cómo hacer inclusiva tu escuela” (2021) propuestas mediante el diálogo con toda la comunidad educativa para hacerlas más inclusivas y equitativas, siempre partiendo de sus propias voces y demandas, a menudo escasamente atendidas por las instituciones.
Estrategias para favorecer la inclusión
Para avanzar hacia una educación verdaderamente inclusiva, es fundamental implementar estrategias pedagógicas que no generen barreras para el aprendizaje y la participación del estudiante. Algunas recomendaciones clave incluyen:
- Participación comunitaria: la colaboración de familias, docentes y estudiantes es fundamental para fortalecer el modelo inclusivo. Es importante crear redes de apoyo dentro y fuera del entorno escolar, asegurando que todos los actores educativos participen en la transformación de los espacios y las dinámicas. Al involucrar a toda la comunidad, se refuerzan los valores de respeto y diversidad.
- Accesibilidad y diseño universales para el aprendizaje: adaptar las instituciones educativas, los métodos, recursos y materiales para satisfacer las necesidades individuales de todos los estudiantes, favoreciendo la accesibilidad, participación, y la convivencia dentro y fuera del aula. Las evaluaciones formativas y continuas pueden ser más efectivas que los exámenes tradicionales.
- Métodos activos y aprendizaje cooperativo: fomentan un entorno inclusivo donde todos los estudiantes se sienten valorados y participan activamente. Promover el trabajo colaborativo y métodos activos en el aula fomenta el respeto mutuo y la participación. Los estudiantes desarrollan habilidades sociales y emocionales, lo que reduce la segregación y el acoso escolar, mejorando el ambiente de aprendizaje.
- Crear comunidades de aprendizaje y abrir el centro educativo al entorno: establecer redes de colaboración entre distintas instituciones y administraciones, para colaborar en el diseño y desarrollo de planes socioeducativos comunitarios participativos y trabajar en un proyecto de transformación social y cultural del centro educativo y de su entorno.
La clave para la inclusión
El papel del profesorado es crucial en la implementación de prácticas inclusivas. La formación continua y especializada debe ser una prioridad, abordando áreas como:
- Competencias interculturales y emocionales: es esencial que los docentes se formen en competencias inclusivas e interculturales que permitan responder a la riqueza de la diversidad en las aulas, abordando conflictos, desterrando prejuicios y promoviendo la convivencia.
- Tecnología educativa para la inclusión: la tecnología puede ser un gran aliado. Herramientas como lectores de pantalla, aplicaciones de comunicación aumentativa y alternativa, y plataformas educativas accesibles facilitan el aprendizaje de estudiantes con diferentes necesidades a los contenidos de manera autónoma. Los docentes deben recibir formación sobre cómo integrar estas tecnologías de manera efectiva en el aula.
Políticas educativas para una inclusión efectiva
Las políticas formativas deben ser coherentes con los principios de equidad e inclusión, garantizando que todos los estudiantes tengan acceso a una educación de calidad. Algunas medidas recomendadas son:
- Asignación equitativa de recursos: es fundamental que las escuelas cuenten con los recursos necesarios para implementar prácticas inclusivas, incluyendo personal especializado, materiales didácticos adaptados y tecnologías de apoyo.
- Currículos flexibles: los programas educativos deben permitir ajustes y adaptaciones que reconozcan la diversidad de los estudiantes como un valor positivo. Un currículo flexible facilita la personalización del aprendizaje, favoreciendo la participación y el desarrollo de todos.
Desarrollar el potencial humano
Lograr una educación inclusiva y de calidad es un proceso continuo, que requiere que se revisen las prácticas pedagógicas, la formación docente y las políticas educativas, para garantizar su cumplimiento y no excluir a nadie. La inclusión no solo mejora el rendimiento académico, sino que también fomenta una sociedad más equitativa y justa.
La escuela debe ser un espacio en el que todos los estudiantes, independientemente de sus características, tengan la oportunidad de desarrollar plenamente su potencial humano y es tarea de todos lograrlo.
(*) Nuria Villa Fernández. Docente del Máster Universitario en Educación Inclusiva e Intercultural y más titulaciones de la Facultad de Educación. Miembro del Grupo SIMI-Diverprof, proyecto de investigación de UNIR.
Referencias bibliográficas
– Calderón, I., Mojtar, L., Cabello, F. y Colectivo Estudiantes por la Inclusión (2021). Cómo hacer inclusiva tu escuela. Ministerio de Educación y Formación Profesional. https://laaventuradeaprender.intef.es/proyectos_colab/como-hacer-inclusiva-tu-escuela/
– Naciones Unidas. (2015). Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/agenda-2030/
– Martín-Gutiérrez, Á., Argüello-Gutiérrez, C., & Said-Hung, E. (Coords.). (2024). Actitudes hacia la aculturación y la interculturalidad del profesorado de educación obligatoria. Octaedro. https://octaedro.com/libro/actitudes-hacia-la-aculturacion-y-la-interculturalidad-del-profesorado-de-educacion-obligatoria/
– UNESCO (2020). Informe de seguimiento de la Educación en el mundo. Inclusión y educación: Todos y todas, sin excepción. París: UNESCO. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000374817
- Facultad de Educación