Miguel Arrufat
El fundador de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y CEO del Grupo Proeduca, Miguel Arrufat, analiza en este artículo cómo la verdadera transformación social y económica solo será posible si ponemos la educación en el centro de la agenda pública.

Existen tres iniciativas claves en materia de política educativa y formativa que pueden fortalecer el empleo, muy especialmente en Iberoamérica. Tuve la oportunidad de exponerlas a finales del 2024 en el XV Encuentro Empresarial Iberoamericano celebrado en Cuenca (Ecuador), respondiendo a las preguntas que nos formuló la exministra de Trabajo, Fátima Báñez, al grupo de empresarios que participamos en el evento.
Algunas de ellas ya se están implementando con éxito en distintos países, pero aún queda camino por recorrer.
1. Colaboración entre la universidad y la empresa
Las universidades no siempre forman a los estudiantes con las competencias exactas que demanda el mercado laboral. En UNIR conocemos esta brecha como “la última milla” que debe recorrer el estudiante en el puesto de trabajo para consolidar su formación. Es fundamental contar con políticas públicas que fomenten contratos de prácticas y becas, porque está comprobado que facilitan la transición de los jóvenes al mundo laboral.
“Es fundamental contar con políticas públicas que fomenten contratos de prácticas y becas, porque está comprobado que facilitan la transición de los jóvenes al mundo laboral”.
En España, por ejemplo, hay cerca de 700.000 becarios. Muchos de estos estudiantes terminan incorporándose de forma permanente en las empresas donde realizaron sus prácticas. Tal vez no lo consiguen a la primera, pero sí aumentan mucho las posibilidades de que lo logren tras una segunda o tercera experiencia laboral.
Los gobiernos deben reconocer esta estrategia como una de las formas más efectivas de facilitar la inserción laboral de los jóvenes.
2. La formación profesional: un modelo de éxito
La formación profesional (FP) (o los institutos técnicos tecnológicos, como también son conocidos en Iberoamérica) ha experimentado una transformación profunda en España en los últimos diez años. Actualmente, los titulados en FP tienen tasas de empleabilidad superiores a las de los egresados universitarios, lo que refleja la creciente demanda de perfiles técnicos y especializados.
“Actualmente, los titulados en FP tienen tasas de empleabilidad superiores a las de los egresados universitarios, lo que refleja la creciente demanda de perfiles técnicos y especializados”.
Este modelo, impulsado por la colaboración público-privada, ha permitido que las grandes empresas apuesten por este tipo de formación. Desde hace dos años, el número de estudiantes en institutos técnicos tecnológicos en España supera al de las universidades, un dato que evidencia la relevancia de este modelo educativo.
Además, la formación profesional también contribuye a fijar el talento en los territorios. En localidades pequeñas, como mi ciudad natal, Amposta, los jóvenes solían emigrar a otras ciudades en busca de formación superior. Sin embargo, gracias a la creación de institutos técnicos tecnológicos de calidad, muchos han optado por quedarse, y esta decisión ha permitido que las empresas locales accedan a talento cualificado.
3. Más autonomía universitaria para innovar
Para que las universidades puedan responder con agilidad a las necesidades del mercado, deben tener más autonomía para diseñar sus programas y planes de estudio. Evidentemente, esta flexibilidad debe ir acompañada de mecanismos de garantía de calidad, supervisados por agencias públicas y estatales.
En España, se está implementando un modelo de acreditación institucional, que permite a las universidades certificadas mayor libertad para definir sus titulaciones y especializaciones. Actualmente, solo seis universidades en el país han obtenido esta acreditación del Consejo de Universidades en todas sus facultades, y UNIR es una de ellas. Este modelo representa un paso significativo hacia una universidad más dinámica e innovadora.
“Solo seis universidades en España han obtenido la acreditación institucional del Consejo de Universidades en todas sus facultades, y UNIR es una de ellas. Este modelo representa un paso significativo hacia una universidad más dinámica e innovadora”.
La educación superior como motor de desarrollo local
El talento está distribuido homogéneamente en la humanidad, pero lo que marca la diferencia es el acceso a una educación de calidad.
Massachusetts, con una multitud de campus universitarios, es un claro ejemplo de cómo la educación superior es un polo de atracción de talento, de empresas, de inversión, e incluso de un clúster de innovación extraordinario. En el caso de Ecuador, una universidad como la de Loja ha marcado la diferencia en la región. En Cartagena, España, una universidad pequeña con una buena facultad de informática ha logrado que se instalen empresas alrededor de esa facultad.
“La verdadera transformación social y económica solo será posible si ponemos la educación en el centro de la agenda pública. Invertir en educación es invertir en el futuro de cualquier región del mundo, especialmente de Iberoamérica y de sus localidades”.
En muchas regiones, la reducción de la pobreza extrema ha sido impulsada por recursos naturales como el petróleo, el gas o la minería. Sin embargo, la verdadera transformación social y económica solo será posible si ponemos la educación en el centro de la agenda pública. Invertir en educación es invertir en el futuro de cualquier región del mundo, especialmente de Iberoamérica y de sus localidades.
(*) Miguel Arrufat es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Barcelona, y MBA por el IESE. Es fundador de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), institución líder de la educación superior en línea en español, y CEO del Grupo Proeduca.
Consulta los artículos anteriores de la serie:
- Febrero. Los futuros de la educación superior: digitalización, colaboración y nuevos modelos de universidad.
- Facultad de Educación