Analizamos cómo la pandemia por coronavirus ha incrementado las situaciones de exclusión poniendo en riesgo el presente y futuro de una parte de la comunidad escolar.
La pandemia por coronavirus ha incrementado las situaciones de exclusión poniendo en riesgo el presente y futuro de una parte de la comunidad escolar. Desde UNIR analizamos como enfrentar esta situación como docentes.
La situación actual de pandemia mundial a causa de la COVID-19 ha afectado a nuestra vida y ha incrementado los riesgos de exclusión a los que se enfrenta parte de la comunidad escolar, ahondando en las brechas tecno-educativas ya preexistentes.
El cuarto objetivo de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) está encaminado a “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. Esto significa que de aquí al año 2030, según la UNESCO, se deberían asegurar las condiciones que garanticen a los niños el acceso, permanencia y equidad en los sistemas educativos.
Educación inclusiva de calidad
Para alcanzar una educación inclusiva de calidad a nivel mundial en el año 2030 debemos enfrentar nuestra realidad actual, marcada por los confinamientos y la diversidad de oportunidades de acceso a la tecnología. La segregación y el miedo han agrandado las diferencias y los caminos a recorrer para tal propósito.
Una situación que ha contribuido a un aumento de la complejidad y desigualdad social ya existente antes de la COVID-19. Esto ha supuesto también un grave retroceso de la cohesión social, motivado por factores como:
- El aumento de la pobreza y la exclusión social.
- El fenómeno de las migraciones.
- La crisis de los sistemas de representación política.
Menores en riesgo de exclusión
El informe ‘Distancia Social y Derecho al Cuidado’ de la Fundación FOESSA apunta que la conciliación y las oportunidades de una mayor convivencia están determinadas por los niveles de renta. Un 18% de los hogares en exclusión grave con menores de edad a cargo admite haber tenido que renunciar a una ocupación o puesto de trabajo para hacerse cargo de ellos.
Además, las redes de apoyo social y familiar, debilitadas tras la crisis económica de 2008, pierden cada vez más capacidad de ayuda. El entorno cercano y la familia sigue ayudando, pero cada vez hay menos desde donde ayudar.
La novedad de esta crisis es que está introduciendo una nueva variable de estratificación social vinculada al riesgo de confinamiento, estructurada en tres grandes grupos: los confinados seguros, los confinados de riesgo y los desarraigados.
No pertenecer a la comunidad virtual está minando la igualdad de oportunidades algo que afecta de lleno a los hogares más excluidos. En uno de cada tres hogares en exclusión grave está disminuyendo el rendimiento escolar de sus hijos e hijas al no poder seguir el ritmo marcado por las escuelas. El resultado es que muchas niñas y niños se están quedando atrás.
Brechas tecno-educativas
Uno de los aspectos que la pandemia de la COVID-19 ha evidenciado en nuestra sociedad es la existencia de tres brechas tecno-educativas:
- La brecha de acceso a los dispositivos y la conectividad.
- La brecha del uso, que tiene que ver principalmente con el tipo de uso que damos a esa tecnología.
- La brecha que separa la escuela de la sociedad.
Medidas para favorecer la inclusión
Esta propuesta implica el convencimiento y la adopción de una perspectiva profundamente educativa, que promueva el conocimiento real de las variables sociales y culturales que afectan a cada persona, y de la realidad única, individual y singular de cada sujeto.
Su eficacia vendrá marcada, en buena medida, con la puesta en práctica de medidas que favorezcan:
- La igualdad de oportunidades.
- El trabajo en red y cooperativo.
- El acompañamiento individualizado.
Hablar de diversidad en educación nos remite al diseño y puesta en práctica de un currículo accesible, que atienda la diversidad de los estudiantes como un valor añadido a tener en cuenta para el desarrollo de diferentes prácticas educativas a cargo de los profesionales dedicados a la educación.
Algo necesario para que todo el alumnado a cargo de los docentes (tanto en contextos formales como no formales de enseñanza) pueda desarrollar su potencial, adaptado a sus necesidades sociales, económicas y culturales.
Todo ello, se puede trabajar con una formación en educación con un enfoque inclusivo e intercultural como la que ofrece el Máster Universitario en Educación Inclusiva e Intercultural de UNIR.