Víctor Gil Herrero
Hablar en público en un idioma que no es el nativo puede ser todo un reto para mejorar la trayectoria profesional. Conoce algunos consejos para hacerlo con éxito.
Dirigir Hoy
Las exposiciones en público pueden convertirse en el mejor trampolín para dar un salto dentro de la empresa o ser la confirmación de que aún no estás listo para ascender. Si enfrentarse a una determinada audiencia ya genera miedos y dudas, esas sensaciones se multiplican si la exposición se hace en un idioma diferente al nativo, habitualmente, en inglés.
Sentirse en esa obligación de hablar con un idioma que no es el propio genera sentimientos de “frustración, presión e inseguridad”, afirma Deborah Grayson, ‘coach’ e instructora de líderes, en Harvard Business Review. Detrás de estos miedos se encuentra la sensación de que no seremos capaces de dar la talla o de que se ‘mofarán’ por nuestro nivel de inglés.
En la misma línea, Tsedal Neely, profesor asociado de la Escuela de Negocios de Harvard afirma que “cuando los hablantes no nativos se ven obligados a comunicarse en inglés, pueden sentir que su valor para la empresa se ha reducido, independientemente de su nivel de fluidez”. En muchos casos se sienten “cohibidos” al no encontrar las palabras que necesitan para expresar exactamente la idea que quieren.
Y no encontrar la palabra exacta en un contexto tan profesional genera una “ansiedad abrumadora” que puede echar por tierra toda la presentación. Deborah Grayson aporta tres estrategias para que los líderes o estudiantes de MBA cuyo idioma materno no sea el inglés, se sientan más seguros a la hora de dirigirse al público en la lengua de Shakespeare.
1 – Ensayar el discurso
En primer lugar, es más importante saber lo que se va a decir que presentar un Powerpoint perfectamente diseñado. Hay que ensayar el discurso en voz alta y repetirlo tantas veces sea necesario para “sobreaprender la presentación”. No puede fallar nada, sino que debe haber quedado grabada en la memoria para que no sea susceptible de olvidarse a causa de los nervios.
2 – No temer por el acento y vocalizar en palabras clave
El acento no debe ser un motivo para avergonzarse al hablar en público. Los habitantes de cada zona de Gran Bretaña, Reino Unido o cualquier país anglosajón tiene su propio acento, así que no se asuste por ello. Sin embargo, sí debe tener en cuenta que hablar muy deprisa puede llegar a suponer un problema para los oyentes que quieran entenderle. Un consejo: hable más despacio para minimizar los efectos del acento.
Una dicción muy rápida y un acento muy marcado genera una “reducción de la inteligibilidad, la compresión y la velocidad de procesamiento”. Se trata de un efecto similar al que produce “la pérdida de audición o el fuerte ruido de fondo”. Al hablar más despacio, la audiencia le escuchará y le comprenderá mejor. Un truco es elegir las palabras más importantes e incidir en ellas pronunciándolas más lentas y vocalizando más. Según avanza la presentación, la audiencia se irá acostumbrando a su acento y les resultará más fácil entenderle.
3 – Hacer pausas
Y por último, realice alguna pausa durante la presentación para serenarse. Un descanso de unos segundos se puede aprovechar para recordar lo que quiere decir a continuación o revisar las notas anotadas en un papel. Una buena opción también es decir algo así como: “Permítanme un momento de pausa y una pregunta. ¿Me estoy explicando bien en inglés? Espero que me estén entendiendo”. Lo más probable es que reciba un ‘feedback’ positivo, reciba apoyo y coja confianza para ordenar los pensamientos y continuar con el discurso.
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- Máster Ejecutivo en Dirección y Administración de Empresas (EMBA)
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