Carles M. Canals
Piensa que eres un profesional que ocupa una posición directiva de nivel medio y estás razonablemente bien asentado en tu empleo. Si te proponen un cambio profesional que en un primer momento consideras contrario a tus intereses, ¿cómo reaccionarías?
Ser asertivo en el trabajo, es decir, tener la capacidad de decir NO sin resultar agresivo, áspero o ‘borde’, es una de las cualidades más valoradas en un entorno laboral.
A nadie le gusta decir ‘no’, sobre todo cuando se trata de una orden que procede del jefe. Ni siquiera cuando su propuesta la ha formulado como sugerencia. Nos cuesta dar una respuesta negativa porque, intuitivamente, estamos convencidos de que nos puede perjudicar. Tememos represalias futuras.
Tememos que decir ‘no’ sea interpretado como muestra de mala disposición. Tal vez, cuando nos han presentado una oferta intentando fomentar nuestro ‘ego’, podemos dar por supuesto que nuestra negativa impedirá sacar adelante un proyecto importante o dificultará la tarea de algún colega. Pero conviene quitarse esas ideas preconcebidas de la cabeza. Ser asertivo en el trabajo no tiene nada que ver con semejantes actitudes.
Si te proponen algún cambio profesional que consideras contrario a tus intereses, no te precipites expresando una negativa
A veces es conveniente decir que ‘no’ al director de nuestro departamento o a un superior jerárquico de mayor nivel. Cierto es también que hay que ser realistas. Tal como está hoy el mercado de trabajo (lleno de empleos precarios, con contratos de muy corta duración y una larga lista de espera de candidatos a sustituir al ocupado), para muchísimos trabajadores, entre ellos no pocos directivos, la única alternativa es decir que sí a todo lo que les proponen. De lo contrario, al cabo de pocos días se encontrarán en la calle.
Cómo decir ‘no’ en el trabajo
Pongámonos en situación: eres un profesional que ocupa una posición directiva de nivel medio. Estás razonablemente bien asentado en tu empleo. Si te proponen un cambio profesional que en un primer momento consideras contrario a tus intereses, ¿cómo reaccionarías?
- No te precipites a expresar una negativa. Tu interlocutor entenderá que pidas unos días para darle vueltas a la idea. Es lógico que quieras consultarla con los familiares afectados.
- Piensa en ver el lado positivo. Lo que de entrada puede parecernos negativo no tiene por qué ser así, tras pensarlo un poco. Puede resultar un reto formidable que nos permita un gran desarrollo personal y profesional.
- El momento de comunicar la respuesta es clave. Escoge bien el cuándo, no solo el qué. Que tu negativa no se añada a otras que recibe tu jefe, aunque tú no seas responsable de aquellas.
Hay personas que creen que frustrar las expectativas de los demás supone defraudarles. No tengas miedo a parecer egoísta o desagradecido. Esta percepción normalmente no se corresponde con la realidad. Hay que fomentar la autoestima, seguridad y confianza en uno mismo.
Decir ‘no’ a un plan que nos perjudica en realidad supone decir ‘sí’ a una alternativa que nos beneficia
Decir ‘no’ a un plan que nos perjudica puede suponer decir ‘sí’ a una alternativa que nos beneficia. Esta es la manera correcta de enfocar el problema. Estamos diciendo que sí a aquellos proyectos y valores que nosotros (y, en su caso, nuestro cónyuge) consideramos prioritarios.
Cómo expresar el ‘no’
Una vez superado el escollo psicológico de decir ‘no’, hay que encontrar la manera más adecuada de expresarlo. Debemos evitar que sea percibido como una afrenta o un desprecio, porque realmente no lo es. Sea cual sea la fórmula elegida (de nuevo, si el tema es importante vale la pena asesorarse con alguien en quien confiamos), la negativa ha de quedar absolutamente clara.
Sea cual sea la fórmula elegida para expresarla, la negativa ha de quedar absolutamente clara.
Algunos consejos:
- Intenta ser muy directo. No suavices la negativa.
Ejemplos: ‘Después de considerarlo atentamente y pedir asesoramiento, he decidido que lo que me proponen no me interesa, ni ahora ni en un futuro próximo’. Si tan seguros estamos de que nuestra decisión es acertada, ha de ser evidente que no la cambiaremos aunque insistan. Hay que encontrar la manera de combinar firmeza con cortesía.
- Se escueto en las explicaciones. Algunos expertos aconsejan que evitemos ser demasiado detallistas en este punto. Evita consideraciones generales sobre tu grado de satisfacción en el actual trabajo.
Por ejemplo: ‘Estoy convencido de que esa propuesta profesional supera mis actuales competencias y habilidades’. O bien: ‘Si aceptase la oferta, pondría en serio riesgo mi matrimonio’. O bien: ‘Este proyecto me desviaría de manera definitiva del plan de carrera profesional que había diseñado’.
- En la medida de lo posible, ofrecer alternativas.
Por ejemplo: ‘No me veo capaz de liderar este proyecto, pero estaré encantado de colaborar en la medida de mis posibilidades’. En encargos de menor importancia, quizá en vez de expresar una negativa lo oportuno será pedir que nos indiquen prioridades: ‘Si me pongo a hacer esta nueva tarea, ¿cuál de las que tengo en marcha pongo en lista de espera?’
Aunque parezca paradójico, si actuamos con honestidad (sin mentir aunque no explicitemos todos los matices de nuestra decisión), a los ojos del jefe nuestro prestigio crecerá. Los directivos que son líderes desprecian a los colaboradores sumisos que dicen que sí a todo. Respetan aún más a quienes muestran la valentía de llevarles la contraria, si lo hacen de manera civilizada y con argumentos sólidos. La autenticidad es un valor apreciado.
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