Luis Manuel Cerdá Suárez
El cambio al horario de verano genera debates intensos sobre sus beneficios económicos y desventajas. Este artículo analiza su impacto en sectores como la hostelería y el comercio, ofreciendo estrategias para maximizar ventajas y mitigar inconvenientes.

Como todos los años, el cambio del reloj al horario de verano -tan esperado, por cierto, por muchas personas- plantea intensos y acalorados debates en los medios de comunicación y en la opinión pública, dividiendo opiniones tanto a favor como en contra. ¿Es realmente un motor económico, o representa una carga innecesaria?
Este artículo trata de arrojar luz sobre las perspectivas económicas del cambio de hora, con especial atención a sectores afectados -como la hostelería y el comercio-; y ofrece algunas recomendaciones estratégicas para maximizar sus beneficios, mitigar sus desventajas y adaptarse mejor a este fenómeno.
El debate económico
El cambio de hora fue concebido en sus inicios con el fin de ahorrar energía y aprovechar la luz solar como forma de estimular la actividad económica general. No obstante, en un contexto de avances tecnológicos y cambios frecuentes en los patrones de consumo, los impactos del cambio horario son cada vez más cuestionados. Salvo, claro está, desde el ámbito de la salud de las personas, cuyos efectos negativos a corto plazo casi nadie discute.
Según diversos estudios, parece que el cambio de hora incrementa el gasto del consumidor, al menos, en parte. La hostelería, por ejemplo, se ve favorecida con un aumento en la afluencia de clientes durante las tardes y noches de verano, algo que muchas veces se traduce en un incremento en ventas y beneficios. El cambio al horario de verano favorece también a los sectores vinculados al ocio y el turismo, generando incrementos en el consumo debido al aumento de las horas de luz en las actividades al aire libre. Por ejemplo, aumenta la venta de alimentos y bebidas durante eventos estivales y en terrazas de verano.
Sin embargo, también parece que este beneficio no se extiende de forma homogénea, dejando que ciertos sectores económicos enfrenten algunas disrupciones operativas. Por ejemplo, los críticos del cambio horario apuntan a que sectores como la agricultura o la ganadería sufren pérdidas importantes, debido a la alteración de sus horarios naturales o el ciclo biológico de los animales.
Es más, en términos de productividad, el ajuste al cambio horario genera un leve incremento de accidentes laborales, en gran medida por falta de sueño y una baja temporal en la eficiencia operacional. Hay quien afirma que los beneficios económicos son marginales respecto de impactos macroeconómicos más relevantes, como los ocasionados sobre los salarios o la inflación. Incluso se cuestiona la supuesta ventaja en ahorro de energía, vinculada a cierto aumento en el consumo energético debido al mayor uso de aparatos de aire acondicionado.
Recomendaciones estratégicas
La hostelería y el comercio, como sectores claves en España con especial actividad en el desarrollo de formatos al aire libre, son particularmente sensibles al impacto económico que genera el horario de verano, y que atraen tanto a locales como a turistas. Si bien la hostelería puede beneficiarse del aumento en actividades vespertinas durante el horario de verano, los desafíos logísticos -reorganización de turnos, desajustes en la planificación operativa-, los ocasionados sobre la gestión de la demanda nocturna -para no incurrir en costes elevados de personal y energía-, y ciertos impactos sociales significativos, no deben subestimarse.
Para maximizar sus ventajas económicas, es esencial que el comercio y los negocios hosteleros implementen estrategias adaptativas basadas en datos locales y enfoques innovadores. Algunas soluciones propuestas pasan por:
- Ajustar horarios operativos según patrones locales. Es importante analizar los hábitos de consumo locales, con el fin de identificar las horas punta durante el horario de verano; ajustar los horarios de apertura y cierre de los establecimientos y las terrazas según el flujo de clientes, para aprovechar los picos vespertinos; e incluso optar por implementar horarios “happy hour” específicos, para favorecer el consumo a lo largo del día.
- Optimizar la gestión del personal y la operacional. Algunas opciones apropiadas para ello consisten en implementar turnos rotativos flexibles, con el fin de evitar cierta sobrecarga laboral durante periodos críticos; utilizar herramientas tecnológicas, para planificar horarios según previsiones de la demanda; o emplear herramientas digitales para analizar patrones de consumo y predecir la demanda, y sensores de luz y climatización para maximizar la eficiencia energética.
- Innovar en ofertas, productos y servicios. Acciones comerciales para traducir esta estrategia consisten en optar por el diseño de menús o promociones específicas, para atraer clientes durante las tardes más largas; y organizar eventos temáticos o actividades al aire libre, aprovechando las condiciones favorables del horario extendido.
- Fomentar las alianzas con otros sectores y la promoción turística. Esto es, implementar actuaciones como colaborar con empresas turísticas o culturales, para ofrecer paquetes combinados sobre experiencias gastronómicas y recreativas; o actuar colaborativamente con oficinas de turismo, para crear ofertas integradas que aprovechen el mayor tiempo de luz natural.
- Evaluar periódicamente impactos económicos. Específicamente, resultan adecuadas medidas como realizar análisis internos sobre cómo afecta el cambio horario a las ventas, y ajustar estrategias según los resultados obtenidos; sin olvidar la responsabilidad medioambiental y la importancia de vigilar los impactos sociales, en el entorno geográfico más inmediato.
Arma de doble filo
El cambio de hora es un asunto económico debatido, que requiere múltiples perspectivas de análisis y puede resultar en un impulso económico, pero que también constituye un arma de doble filo. Aliado para la hostelería y el comercio en verano, pero un desafío para otros sectores. A medida que crece el debate sobre su eliminación definitiva, será crucial considerar tanto las implicaciones económicas como las sociales, para garantizar decisiones informadas y equilibradas.
La clave del éxito consiste en implementar estrategias adaptativas que permitan a las empresas beneficiarse de este fenómeno, mientras que se minimizan sus inconvenientes: al final, “el tiempo es oro”, y gestionarlo adecuadamente desde lo económico puede marcar la diferencia.
(*) Luis Manuel Cerdá Suárez. Profesor Titular de la Facultad de Economía y Empresa. Consultor con dilatada experiencia en análisis y diagnósticos de situación y en instrumentos de gestión para Centros Comerciales. Asesor en la CAM para PYMEs. Autor de libros y numerosos artículos y publicaciones sobre investigación de mercados.
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